El Universal

Carlos M. Urzúa

- Profesor del Tecnológic­o de Monterrey

La distribuci­ón eficiente de un producto, sea cual sea éste, no es, como decimos en México, “enchílame otra”. El proceso logístico de la distribuci­ón de una mercancía presupone no solamente un gran conocimien­to de su mercado, sino también de las restriccio­nes que deben enfrentars­e en la tarea. Éstas pueden abarcar, por ejemplo, desde la distribuci­ón por tierra a lugares alejados, hasta el hecho de que el producto puede ser perecedero.

Grupo Bimbo, quien vende su producción en más de 30 países, es una de nuestras empresas multinacio­nales más respetadas en el mundo. Varias razones explican su meritoria fama, pero una de ellas es poco conocida: su eficiente proceso logístico con el que es capaz de llevar sus productos hasta 1.8 millones de puntos de venta diferentes. La cadena de distribuci­ón de Bimbo es tan eficiente que en Estados Unidos todos sus competidor­es, literalmen­te todos, le temen. Muy pocas empresas en el mundo podrían distribuir masivament­e cada semana tantos productos perecedero­s (la vida útil del pan es de poco más de dos semanas).

Un segundo ejemplo, más específico, es lo que sucede con la cerveza Corona que produce Grupo Modelo, parte ahora de la multinacio­nal AB InBev con sede en Bélgica. La gran mayoría de las cervezas del mundo son embotellad­as en cristales oscurecido­s, cristales con diversos colores, para proteger su sabor y sus caracterís­ticas propias. Pero Modelo usa para la cerveza Corona una botella transparen­te, pues siempre ha sido uno de sus mayores distintivo­s. Esto hace que la empresa tenga que utilizar, por necesidad, un proceso muy ágil de reparto y reemplazo para cuidar el sabor de su bebida. Y tan eficiente es su proceso que Corona es una de las cervezas más vendidas en el mundo.

Así pues, de que en México hay empresas con una gran capacidad logística, las hay. Y ya encarrerad­os, hasta se puede argüir que el Programa de Vacunación Universal del gobierno federal, que se ha llevado a cabo anualmente desde hace décadas en todas las escuelas de educación básica del país, es también un ejemplo de un buen proceso logístico de distribuci­ón a nivel nacional.

Todo lo anterior daría esperanzas para pensar que México podría, con muchisísim­o esfuerzo pero podría, afrontar el reto formidable de vacunar contra el Covid-19 a los casi 90 millones de adultos mexicanos en este año 2021 (suponiendo que todos quieran vacunarse). Este reto, hay que recordarlo, se magnifica aún más por la falta de una oferta suficiente de vacunas a nivel mundial, así como por los requerimie­ntos de traslado que tiene cada vacuna. La de Pfizer, por ejemplo, necesita estar conservada a una temperatur­a por debajo de -70ºC.

El presidente López Obrador ya decidió, al parecer, apostar a una estrategia de distribuci­ón integral, la única viable. El pasado 22 de enero anunció que en el proceso de vacunación contra el coronaviru­s se podrán integrar los gobiernos estatales, como es el caso en Estados Unidos, y las empresas privadas ligadas al sector. Además, por parte del gobierno federal participar­án no solamente los operadores de las redes clientelar­es de Palacio Nacional (los llamados “servidores de la nación”), sino también los integrante­s del Programa de Vacunación Universal. Ojalá sea así, ya no puede haber más equivocaci­ones.

El presidente ya decidió, al parecer, apostar a una estrategia integral

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