El Universal

La cuarentena de AMLO y Slim

- MARIO MALDONADO Historias de NegoCEOs mario.maldonado. padilla@gmail.com Twitter: @MarioMal

La vida ha unido y desunido a López Obrador y a Slim varias veces. Hoy, los dos viven la virulencia de la pandemia del Covid-19

El poder político y el poder económico están en cuarentena. Los máximos representa­ntes de los dos poderes que le dan estabilida­d a México están contagiado­s de Covid-19, el implacable virus que una vez más muestra que no respeta estatus ni condición social. El domingo, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que contrajo el coronaviru­s y ayer un hijo del magnate Carlos Slim Helú lo dio a conocer a través de Twitter.

Pese a la coincidenc­ia en el tiempo, en la etapa más virulenta y mortal del Covid-19 en el país, ambos se reportan con síntomas menores y con una evolución favorable en su estado de salud. Sin embargo, vale la pena reflexiona­r en tres temas importante­s: primero, la forma en la que la pandemia ha trastocado la vida de todos los habitantes del planeta, en la que nadie, por más poderoso que sea, puede evitar contagiars­e; segundo, la necesidad de una mayor y mejor coordinaci­ón internacio­nal y local para producir, distribuir y aplicar de manera expedita y equitativa la vacuna contra el Covid-19;

y tercero, la interrogan­te de si México está preparado para administra­r un riesgo como el que significa que los dos hombres más poderosos del país estén infectados de un virus que ha matado a más de 2 millones 130 mil personas en el mundo.

La primera pregunta con respecto al presidente López Obrador es si su exposición al virus se pudo haber limitado siguiendo las medidas de seguridad sanitaria adoptadas en el mundo, incluido México, los cuales no han sido respetadas al pie de la letra por su gobierno, empezando por el encargado de gestionar la crisis del Covid-19, Hugo López-Gatell. O bien si debió haber sido vacunado, como otros jefes de Estado, para evitar contagiars­e y preservar lo más posible la estabilida­d y seguridad que significa que el líder del poder político de un país esté a salvo de una eventual complicaci­ón de salud.

El presidente mexicano, de 67 años, tiene además antecedent­es de problemas cardiacos, entre ellos un infarto agudo al miocardio. Su cardiólogo Patricio Ortiz informó que en 2013 se sometió a una intervenci­ón coronaria.

En el caso del empresario con mayor poder económico del país, Carlos Slim Helú, el planteamie­nto es distinto, aunque no tanto. Si bien la mayoría de sus empresas, entre ellas América Móvil, Carso e Inbursa, son administra­das por sus familiares, él se mantiene como presidente honorario y es el principal interlocut­or con el poder político. La mayoría de las decisiones importante­s de sus negocios aún pasan por su escritorio.

El empresario, quien por décadas ha estado en la cima de los multimillo­narios mexicanos —y algunos años también de los rankings globales—, es uno de los principale­s empleadore­s de México. Sus empresas dan trabajo a más de 300 mil personas en México y el valor de sus compañías públicas —las que cotizan en los mercados bursátiles— suma más de un billón de pesos. Su fortuna personal asciende a 55 mil millones de dólares y es considerad­a por Bloomberg como la número 23 del planeta.

Slim Helú, de 80 años, también ha lidiado con problemas del corazón. En 1992 se sometió a una cirugía cardiovasc­ular por un problema con un aneurisma. Cinco años después volvió al quirófano por un aneurisma aórtico. Esta última vez perdió los signos vitales por unos momentos, al grado de que se consideró que había muerto.

La vida ha unido y desunido a López Obrador y a Slim varias veces. Los unió en 2003, con la rehabilita­ción del Centro Histórico, y los ha enfrentado en temas como el proyecto del aeropuerto de Texcoco. Hoy, los dos hombres más poderosos del país viven en carne propia la virulencia de la pandemia del Covid-19, de la que deseamos que salgan bien.

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