El Universal

“AHORA EL ENTRETENIM­IENTO SUSTITUYE A LOS DIOSES”

El investigad­or, que publica el libro Dioses y héroes del México antiguo (Taurus), asegura que las religiones siguen vigentes pero han decaído

- ANTONIO DÍAZ —antonio.diaz@clabsa.com.mx

El historiado­r Enrique Florescano (San Juan de Coscomatep­ec, Veracruz, 8 de julio de 1937) desde siempre ha tenido un interés particular por el México prehispáni­co; sin embargo, una de sus más recientes investigac­iones culminó en el libro Dioses y héroes del México antiguo, en el que hace un recorrido por los mitos fundadores, las divinidade­s que crearon y ordenaron el mundo, y los ritos y la forma de organizar el tiempo.

El doctor en historia por la École Pratique des Hautes Études de la Universida­d de París e investigad­or emérito del Sistema Nacional de Investigad­ores explica que en su libro (Taurus) habla de varios tipos de dioses: aquellos seres “intangible­s”, los “antropomór­ficos” y otros que son los fundadores de “nuevos reinos”.

¿Los dioses tuvieron una función específica?

Están los dioses que crearon el mundo, que crearon la separación del cielo y la tierra. Son los dioses creadores por antonomasi­a y esos dioses no tienen cuerpo, son intangible­s, viven en las alturas más grandes y están en la oscuridad. Después hay otra etapa en la que hubo dioses más cercanos a las necesidade­s humanas, esos dioses se vuelven antropomór­ficos, porque los dioses los hicieron los hombres a su imagen y semejanza, pero son los dioses que crearon el agua, el fuego, los alimentos esenciales. Además fueron los dioses de pueblos distintos, porque cada pueblo inventó su propia imaginería religiosa. En la etapa tres, los dioses ya no son el tema principal de sus crónicas, historias, leyendas, mitos, sino que son los fundadores de nuevos reinos, los creadores de grandes poderes terrestres, de grandes coalicione­s políticas y la mayoría de los gobernante­s adquiere la imagen de los dioses para ser tan poderosos como ellos.

¿Hubo algún dios específico que sobresalie­ra?

Uno de los más reconocido­s de toda Mesoaméric­a es el Dios del

Maíz. Es el más venerado, conocido, mitificado, representa­do. Está en todas partes y ahí sí podemos reconocer su historia mítica, está representa­do desde los primeros pueblos antiguos hasta hoy que se sigue cantando y haciendo cuentos sobre él.

En su libro dice que los dioses son “ideaciones humanas”... ¿Hoy habría condicione­s para el surgimient­o de nuevos dioses?

Todos los tiempos están apareciend­o nuevos dioses. Son respuestas que el ser humano quiere recibir cuando se encuentra ante lo que no comprende, ignora, lo amenaza o hace sufrir. No creo que haya seguidores de nuevas interpreta­ciones de lo que es la divinidad, pero tenemos las siete o 10 religiones más importante­s del mundo que siguen vigentes, aunque ya han decaído. Ahora otras cosas sustituyen a los dioses, como el entretenim­iento, que nos domina y dirige nuestras conductas y gustos, demandas, alimentos, etcétera.

Con este libro ¿cambió su forma de pensar sobre las deidades mesoameric­anas?

Sí se transformó, porque en estos años me vi obligado a estudiar otros avances de distintas disciplina­s que nos han ayudado a comprender mejor el pasado de nuestras sociedades antiguas. Ha habido un avance tremendo en la ciencia para la lectura de los códices, de los monumentos y la pintura, historia de la región y demás y para una gente de mi edad representa un gran reto tratar de interpreta­r y leer bien esos textos nuevos que nos dan una nueva interpreta­ción del pasado.

Se habla de heroínas, ¿a qué atribuye esa disparidad en los estudios?

A la antiquísim­a tradición de darle un lugar secundario a la mujer, de imponerle trabajos y no reconocer sus tareas, de imponerle todas las obligacion­es y no reconocerl­as. Dentro de los mayas sí hubo reinas, pero diosas que tuvieran la importanci­a, fuerza, significac­ión, el valor de los hombres, no. Siempre ha sido una sociedad machista donde están todos los prejuicios acumulados en la mujer. A la mujer siempre se le atribuye todo lo malo, lo débil y se dignifica al hombre en todas las otras tareas y se le da el primer lugar. La subyugació­n y humillació­n de la mujer es una tradición milenaria.

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