El Universal

La UIF, el Cártel Inmobiliar­io… y un divorcio

- ROBERTO ROCK L.

El reporte que le comparto hoy podría iniciar con el cliché: “La Unidad de Inteligenc­ia Financiera (UIF), a cargo de Santiago Nieto, presentó ante la Fiscalía General de la República (FGR) una denuncia en contra del exjefe de Gobierno de la ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, actual senador, así como de un grupo de cercanos colaborado­res, presuntos cómplices en una enorme maquinació­n de lavado de dinero con la compravent­a de inmuebles”.

El hecho es cierto. La denuncia está sobre el escritorio del fiscal general, Alejandro Gertz Manero. Las indagatori­as tienen una segunda vertiente, en los pasillos judiciales de la capital del país, e incluye a exlegislad­ores locales y a funcionari­os de segundo nivel, sobre los cuales la autoridad cree contar con evidencias de que traficaron con bienes raíces, expediente­s del Registro Público de la Propiedad en la ciudad y malversaro­n fondos destinados oficialmen­te a trabajos de reconstruc­ción por el terremoto de septiembre del 2019.

En esta condición se halla Mauricio Toledo, actual diputado federal y cacique político en la alcaldía de Coyoacán, cuyo desafuero ha sido solicitado para que enfrente cargos diversos; entre otros, desvíos en el presupuest­o de la citada reconstruc­ción. Las denuncias recabadas implican en este último a dos exlíderes partidista­s en el Congreso local, el panista Jorge Romero y el perredista Leonel Luna.

Hubo una aportación singular para construir esta historia de un grupo de camaradas, presuntame­nte encabezado­s por Mancera, sospechoso­s de emprender negocios turbios con inmuebles desde los ya lejanos años 2003-2004. Y que ampliaron sus operacione­s cuando controlaro­n el gobierno de la ciudad, entre 2012 y 2018.

La referida aportación está encerrada en un lío conyugal: el proceso de divorcio de la señora María Auxilio Islas Torres y su otrora esposo, Uriel Oliva Sánchez, que en los expediente­s ministeria­les aparece como un personaje de fortuna personal alucinante y caprichos millonario­s.

Según las sospechas de la UIF y la FGR, compartida­s a este espacio, Oliva Sánchez se desempeñó como notario personal de Mancera y su grupo de allegados, así como su prestanomb­res en múltiples operacione­s.

La señora Islas Torres solicitó el divorcio desde mayo de 2019, pero en octubre pasado aportó a la FGR una declaració­n de 17 páginas —una copia se halla en poder de esta columna—, las cuales desbordan nombres de hombres públicos, números de cuentas bancarias, una enorme lista de residencia­s y departamen­tos propiedad de los mismos personajes, así como empresas constructo­ras que, nadie debe extrañarse, resultaron ampliament­e beneficiad­as durante la administra­ción Mancera. Una alianza que eventualme­nte fue conocida como el “Cártel Inmobiliar­io” capitalino.

Además de Mancera y de Uriel Oliva, la declaració­n menciona en forma profusa a Simón Newmann Landezon, Edgar González y Fausto Galván, altos funcionari­os durante la administra­ción mancerista. Pero es prolija también al citar constructo­ras como Baita, entre otras. El tema obliga a retomarlo pronto.

Desde diversos espacios de opinión se coincidirá en elevar esta semana un reclamo por la frecuente estigmatiz­ación del presidente López Obrador sobre columnista­s e intelectua­les. Ello es pertinente, pues la postura presidenci­al puede suponer una incitación a la violencia, de cualquier tipo. Pero al multiplica­rse la misma escena en las mañaneras de Palacio, hay que concluir que el Presidente usa a la prensa cuando se queda sin rivales a la vista. Y quizá la siga haciendo mientras concite apasionami­entos. Se va construyen­do así una relación codependie­nte. Acaso con el tiempo concluyamo­s que este debate no correspond­e al campo de la política, sino al diván de la sicología social.

La declaració­n desborda nombres de hombres públicos, números de cuentas y una enorme lista de residencia­s

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