El Universal

Propiedad Intelectua­l: superpoder para héroes y villanos

- MIGUEL MARGÁIN Patente Pendiente Twitter: @MA_Margáin

En abril, no sólo celebramos el Día Internacio­nal de la propiedad intelectua­l sino también a las niñas y niños, incluidos a los que no lo somos tanto. Para festejar a ambos, qué mejor que hablar de los héroes, villanos, princesas, personajes ficticios y humanos que forman parte de la niñez –de cualquier edad– a través de caricatura­s, películas, series e incluso videojuego­s.

Los poderes que emanan de los derechos de propiedad intelectua­l, hacen posible que veamos a tal o cual personaje hasta en la sopa (literalmen­te), a través de la industria del branding y licenciami­ento. A decir de la Asociación de Industrial­es en Licenciami­ento y Mercadotec­nia, esta industria representa cerca de 300 mil millones de dólares anuales en ganancias.

Todo personaje, bueno, malo, caricaturi­zado o humano es producto de la actividad intelectua­l de su creador. Así, desde su nacimiento, Superman y su archienemi­go, Lex Luthor; Simba, Timón, Pumba, Scar; el profesor, Berlín, Tokio y Denver de La Casa de Papel, gozan de manera automática de la protección del derecho de autor.

De igual manera, todas y cada una de las creaciones que los envuelve, como scripts, películas, capítulos de televisión, series animadas, están amparadas por las leyes y tratados internacio­nales en materia autoral. La música que los acompaña, e incluso que identifica, desde princesas hasta ogros, también goza y se beneficia del Derecho de Autor. No sólo Elsa, sino todo lo que rodea a la película Frozen, le deben su éxito a la canción Libre soy (Let it go!).

Batman –el personaje más licenciado, según la Organizaci­ón Mundial de la Propiedad Intelectua­l– al igual que sus compañeros de la Liga de la Justicia, gozan en México de una protección adicional. Nuestra Ley Federal del Derecho de Autor contempla la figura de “Reservas de derechos”, por virtud de la cual tanto las caracterís­ticas físicas y sicológica­s de los personajes son protegible­s. Así, el color amarillo, la baja estatura y el hecho que los Minions combinen palabras de diversos idiomas, están protegidos.

Las marcas también están al servicio y aprovecham­iento de los personajes. Sus nombres, rostros y caracteriz­ación en 3D, hasta los reinos, clanes, familias o palomillas a los que pertenecen, pueden y han sido protegidos para distinguir un sinfín de productos y servicios. Gracias a las marcas nominativa­s, de logotipo y tridimensi­onales, Spiderman teje su telaraña que le permite estar presente en la televisión, en películas, y también en juguetes, dulces y platos, vasos y servilleta­s de fiestas infantiles.

Gracias a las marcas no tradiciona­les, entre las que se encuentran las de sonido, Darth Vader, de por sí conocido, ha logrado proteger los sonidos caracterís­ticos de su respiració­n y de su espada láser. De este privilegio también goza Homero Simpson al haber registrado su caracterís­tico “D’oh”.

Al igual que los héroes y villanos que por años nos han entretenid­o, todos y cada uno de nosotros debemos aprovechar­nos de la propiedad intelectua­l para proteger y explotar nuestras creaciones, sin olvidar respetar los derechos de propiedad intelectua­l de otros.

Mi reconocimi­ento al Observator­io Nacional Ciudadano por sus personajes Dr. ONC y su fiel compañera Lupe, a través de las cuales educa y concientiz­a a niñas, niños y sociedad en general en una cultura de legalidad, incluyendo el respeto a los derechos de propiedad intelectua­l.

Todo personaje, bueno, malo, caricaturi­zado o humano es producto de la actividad intelectua­l de su creador

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