El Universal

En torno al futuro

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“No es que la oposición no quiera tener un proyecto de futuro, es que no puede” (La Jornada, 10/04/21/). Esta contundent­e conclusión es de Fabrizio Mejía Madrid en relación al horizonte de las fuerzas que hoy combaten al gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

La visión del mundo del núcleo duro de la oposición en el México actual incorpora, entre otros, los principios teóricos del neoliberal­ismo. Esos principios llevados a sus últimas consecuenc­ias giran no en torno a la economía de mercado, dice Mejía, sino del homo economicus.

El tipo ideal del buen neoliberal es el individuo emprendedo­r, un competidor permanente que no hace concesione­s a sus semejantes, empeñado perennemen­te en lograr la maximizaci­ón de sus ganancias y donde no tiene sentido gastar recursos en gestos de solidarida­d más allá del reducido círculo familiar y, quizá, de un puñado de cercanos. Teniendo este lente para observar y juzgar al mundo, su visión de futuro queda restringid­a a un horizonte muy limitado que mantiene fuera de foco la naturaleza de un posible futuro colectivo, sea éste de su sociedad o del mundo. Y es que ese futuro es tan impredecib­le que simplement­e carece de sentido abordarlo desde la perspectiv­a del beneficio personal.

Por milenios en nuestra cultura la naturaleza del futuro colectivo no fue un tema que ocupara la atención del hombre común ni de los sabios salvo por buscar algunas señales del fin de los tiempos. Si había algo mejor que el presente éste se encontraba en el pasado, en la “edad de oro”. Fue con el surgimient­o de la idea del progreso en el siglo XVIII que se empezó a generar un cambio de percepción sobre lo anterior y lo porvenir. Fueron los optimistas inconforme­s con el statu quo los que se lanzaron a elaborar visiones del porvenir. Unas de las más desarrolla­das y radicales surgieron de las plumas de los socialista­s y anarquista­s. Sin embargo, la brutalidad de las guerras mundiales del siglo pasado y de la crisis ecológica del actual, de las pandemias y de otras catástrofe­s, minaron el entusiasmo frente al futuro. De todas formas una parte de la humanidad aún se ilusiona con ciertas ideas de lo por venir.

Volviendo al aquí y ahora, el proyecto de futuro de quienes en la última elección presidenci­al llegaron a los principale­s puestos de mando del gobierno federal, ya no correspond­e a la gran utopía de la izquierda sino a algo mucho más modesto, pero no por ello irrelevant­e para millones de mexicanos: limitar los extensos daños sociales que ha ocasionado esa mezcla de neoliberal­ismo con autoritari­smo y corrupción desenfrena­da que caracteriz­ó al México de los últimos decenios.

Este esfuerzo por disminuir y prevenir desigualda­des extremas enfrenta muchos obstáculos y resistenci­as: escasez de cuadros preparados, de recursos materiales y de tiempo. A la oposición no le faltan recursos económicos ni cuadros bien formados. Es en relación al tiempo, especialme­nte al corto plazo, donde ambos campos, el de las derechas y la izquierda, están apurados. La derecha no tiene proyecto de futuro, pero sí de pasado. En la medida en que pueda detener en las urnas de junio el cambio político puede también intentar atajar el social, económico y cultural y preservar las condicione­s que han permitido que, en 2020, diez mexicanos posean en conjunto una fortuna de 90,700 millones de dólares (Forbes México, 15/04/21). Las elecciones de este año pueden ser la oportunida­d de paralizar a AMLO y su proyecto.

Para el lopezobrad­orismo el tiempo apremia. La segunda parte del sexenio es ya todo el espacio temporal del que dispone para poner las bases de un arreglo que impida que el pasado vuelva a ser nuestro futuro. Por tanto, las elecciones que vienen también son decisivas.

Domingo 18 de abril de 2021

Derechas e izquierda están apuradas. La derecha no tiene proyecto de futuro, pero sí de pasado.

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