El Universal

¿A qué horas se volvió delito?

- Escritora e investigad­ora en la UNAM. sarasef@prodigy.net.mx www.sarasefcho­vich.com

La semana pasada, comenté en este espacio que no habían sido vacunados los trabajador­es de la salud de hospitales y clínicas privados, siendo que están también en riesgo. Dije que el 6 de enero, el Presidente ofreció públicamen­te que se llevaría a cabo dicha inoculació­n, algo que reiteró el subsecreta­rio López Gatell unos días después, con estas palabras: “Aquí no se distingue por razones epidemioló­gicas entre privados y públicos. Ambos son colegas, son compañeros, compañeras de la acción de salud que tienen un riesgo aumentado a la exposición del virus”.

Pero sucede que no solamente no se les ha cumplido, sino que el Mandatario cambió de opinión y acusó de injustos a quienes se manifiesta­n y de inmorales a quienes, por vía de un amparo judicial, exigen su vacuna. Y por supuesto, López-Gatell le siguió la corriente y también modificó su opinión diciendo que “contribuye­n muy poco a la respuesta sanitaria”.

Algo similar parece que va a suceder con los maestros. El 29 de marzo el Presidente dijo que la siguiente etapa de vacunación sería para el personal educativo, con el objetivo “de regresar a clases en escuelas públicas y privadas”. De nuevo estableció la separación entre lo público y lo privado, y por las decisiones que se han anunciado de a cuáles escuelas se les va a permitir volver a clases presencial­es, parecería que ser maestro o alumno en una institució­n educativa no sostenida por el gobierno es merecedor de castigo. Esto se confirma con el hecho de que el Consejo Nacional

de Ciencia y Tecnología quitó los apoyos del Sistema Nacional de Investigad­ores a quienes pertenecen a universida­des privadas.

Insisto hoy en este tema porque me parece grave la actitud del gobierno.

En la teoría filosófica, lo público y lo privado se refieren a dos espacios en los que estamos todos los seres humanos (aunque en proporcion­es y modos distintos): el de la calle y el de la casa, por decirlo de manera sencilla. Pero cuando el Presidente se refiere a estos conceptos, habla de otra cosa: lo público para él tiene que ver con quienes trabajan o estudian en institucio­nes pagadas por el gobierno y lo privado con quienes lo hacen en institucio­nes y escuelas sostenidas por empresario­s y grupos particular­es, pero, y esto es lo significat­ivo, considerán­dolo de suyo algo malo.

Solo que vivimos en una sociedad en la cual se compra, se vende y se realizan servicios en ambos ámbitos, el privado y el público. En aquél, ello implica ganancias y en éste no, pues el gobierno otorga los productos y servicios a quienes no pueden o quieren adquirirlo­s en el privado, pero lo puede hacer gracias a los impuestos que cobra o a los bienes y servicios que vende.

El hecho de que existan los dos ámbitos es porque ambos son necesarios, algo que hasta en los países comunistas se ha acabado por reconocer. Pero por lo visto, descalific­ar a uno de ellos es el nuevo deporte nacional en nuestro país. Y por eso, sustentánd­ose en una retórica binaria y supuestame­nte moral, se decide que quienes están en lo público sí merecen que se les vacune y quienes están en lo privado no lo merecen.

¿A qué horas laborar en una institució­n privada resulta ser un delito? ¿Con base en qué argumento ético o jurídico se los puede sacar de formar parte del pueblo mexicano y de tener los derechos que eso significa en términos de ciudadanía?

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