Los juegos mentales de Marko en la ecuación Checo Pérez

Es conocido el papel protagónico que juega el austriaco Helmut Marko en la vida del equipo Red Bull. Es junto al inglés Christian Horner, un poderoso binomio poco frecuente en el paddock, donde liderazgos al estilo Totto Wolff, Colin Chapman, Ron Dennis o Zack Brown son los que han predominado históricamente.

Marko es un antológico del automovilismo de Austria. Ganó un par de veces las 24 Horas de Le Mans con autos Porsche en 1970 y 1971, y cuando un año después estaba decidido a hacer historia en la F1 con el equipo BRM, una piedra golpeó su casco en el Gran Premio de Francia, penetrando su ojo izquierdo, el cual perdió, alejándolo del deporte.

Regresó años después, como propietario de equipos de Fórmula 2, 3 y 3000. Su relación con DietrichMateschitz (dueño de Red Bull) es longeva. Esta afinidad dio paso a la creación de la academia de pilotos Red Bull en 2001. De hecho los equipos de Helmut pasaron a llamarse Red Bull Junior.

La mejor evidencia de que la academia da frutos es Sebastian Vettel, Helmut supo olfatear su talento y a los 12 años lo fichó, repercutiendo en cuatro campeonatos del mundo. El estilo tosco y “sin pelos en la lengua” para motivar a sus pilotos ha cobrado factura. Tan solo este fin de semana, Sergio Pérez ya fue blanco de los comentarios de Marko respecto al incidente con Esteban Ocon, y a su juicio, Checo fue el culpable y tenía que haber sido sancionado.

Es admirable entonces que Sergio no se enganche y haga lo que mejor sabe hacer: dedicarse a afinar su conducción con el RB16b, tal como lo vimos en la calificación del GP de Imola, al acecho de Hamilton y brillando cuando su compañero de equipo, Max Verstappen, no cumpla con los objetivos marcados.

Pérez evidentemente no es resultado de la Red Bull Academy, es “ese que llegó de fuera”, y las bocas que tiene que callar empiezan en casa. Cabeza fría.

Es admirable que Sergio no se enganche con Helmut y haga lo que mejor sabe hacer: dedicarse a afinar su conducción