Una tensa relación
• Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos han registrado un grado de tensión que no se advertía desde los tiempos de la Guerra Fría. Las declaraciones del presidente Joe Biden en las que denuncia que las decisiones del Kremlin en diversos aspectos afectan los intereses norteamericanos, tanto en sus asuntos internos —la injerencia rusa en las elecciones de 2020 y las supuestas recompensas ofrecidas por Rusia a quienes mataran a combatientes norteamericanos en Afganistán— como en sus intereses globales, han sido objeto de negación y amenazas por parte del presidente Vladimir Putin. Si bien Washington ha denunciado reiteradamente las violaciones a los derechos humanos y las represiones sufridas por los disidentes rusos, así como la presencia militar rusa en sus fronteras con Ucrania, no había tomado, hasta ahora, medidas más drásticas y agresivas como la ampliación de las sanciones económicas y la expulsión de 10 diplomáticos rusos.
La reacción del presidente Putin, defensiva y amenazadora, no tardó en despertar inquietud en la comunidad internacional, particularmente porque está ligada a los efectos que pueda suscitar en la confrontación ruso-ucraniana. En efecto, en las últimas semanas Rusia ha incrementado su presencia militar en las fronteras de Crimea y el este de Ucrania lo que ha orillado a Kiev a responder con una amenaza desconcertante y peligrosa: la producción de armas nucleares como parte de un factor disuasivo frente a cualquier agresión rusa.
Sin embargo, Biden propuso un diálogo directo con Putin para conciliar sus diferencias y se espera que la respuesta rusa sea positiva.