Conflicto afgano
• El retiro de las tropas norteamericanas y de sus aliados de Afganistán, entre mayo y septiembre del año en curso, constituyen un hito en la política norteamericana al poner fin a la guerra más larga de la historia de los Estados Unidos, acontecimiento que se inscribe en la conmemoración del vigésimo aniversario de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
A nivel regional esta medida, largamente esperada, suscita inquietudes ante el evidente vacío de poder que provocará, tan difícil de colmar. Surgen así varias interrogantes: ¿cuáles serán los actores regionales que logren influir en las negociaciones entre el gobierno de Kabul y el movimiento talibán? ¿Abandonará Estados Unidos al gobierno afgano a pesar de que las posibilidades de un acuerdo para evitar la guerra civil son casi inexistentes? ¿Asumirá Irán el papel que le corresponde por su carácter de gran potencia regional para apaciguar al Talibán o dejará esa iniciativa a Paquistán, país que vio nacer y apoyo dicho movimiento? ¿Existirá una conexión entre este desarrollo y el retorno de Washington al acuerdo nuclear iraní, tan importante para la seguridad regional? ¿Cuál será la posición israelí ante la evidente participación iraní en la restauración de un diálogo constructivo entre el gobierno y los talibanes?
La respuesta a estas cuestiones dependerá, obviamente, del reacomodo político en la región, sobre todo por los intereses en conflicto entre los principales actores regionales, por sus implicaciones ideológicas, religiosas y militares. Ante este incierto panorama es deseable que la distención se obtenga por la vía diplomática en el ámbito de una conferencia regional con la participación de todos los países involucrados directa o indirectamente en la solución del conflicto.