¿ Por qué ir tan lejos? La conquista inconclusa de la Nueva Vizcaya
La llegada de europeos al actual territorio mexicano marcó el inicio de varios procesos de conquista que se extendieron durante más de un siglo. Con este número, inicia una serie de entregas dedicadas a exponer y analizar estos hechos históricos ocurridos
La Nueva Vizcaya, fundada en 1562, con sede en la villa de Durango, abarcó los estados actuales de Sinaloa, Sonora y parte de Arizona, Chihuahua y el sur de Coahuila hasta 1787. Al crearse esta nueva gobernación estallaron disputas territoriales con la Nueva Galicia, cuya capital era Guadalajara, y de la que dependían la villa de Culiacán, en el noroeste, y Zacatecas, mineral de plata descubierto en 1546, en el altiplano central. Hasta la fundación del Nuevo México en 1598 (que incluía una porción norte del actual estado de Chihuahua) y de la provincia de Coahuila en 1687 (con capital en Monclova) los límites al norte y al oriente de la Nueva Vizcaya no estaban definidos. En 1733, se escindió de la Nueva Vizcaya la gobernación de Sinaloa y Sonora y luego, medio siglo más tarde, Saltillo se incorporó a Coahuila. Pero ese inmenso territorio no fue cabalmente colonizado durante la época virreinal.
Generalmente se piensa que los españoles pretendían conquistar todo el continente americano para extender los dominios de Dios y el rey y no se busca más explicaciones para comprender el porqué de las exploraciones y expediciones de conquista, fuera de la atracción de la plata. Sin embargo, las minas de plata no fueron las que motivaron inicialmente la expansión colonial al norte de Zacatecas, y las tierras por descubrir a mediados del siglo XVI las había por doquier. Tampoco en un inicio la búsqueda de indios por evangelizar representaba un incentivo; al norte de la Nueva España los grupos indígenas no eran sedentarios y la densidad demográfica era menor que en el altiplano central, con excepción quizá de las regiones yaqui y mayo. Los españoles se dirigieron hacia el norte porque anhelaban descubrir el paso que los llevaría a China, la tierra de las especias, símbolo de riquezas inconmensurables.
Por este motivo se pelearon Cortés y Nuño de Guzmán, y, en la tercera década del siglo XVI, sus exploraciones marítimas por la costa del Pacífico los llevaron a descubrir la península de Baja California. Luego el virrey Antonio de Mendoza, en 1540, organizó otra gran expedición para llegar a un riquísimo reino llamado Quivira que colindaba supuestamente con China. Llegó con su ejército hasta el hoy estado de Colorado, sin alcanzar su objetivo. Francisco de Ibarra, quien sería el primer gobernador de la
Nueva Vizcaya, andaba desde 1554 a la búsqueda de Copala, otro reino fabuloso situado en el septentrión, al norte de Zacatecas. Estas leyendas se mantuvieron vivas durante todo el siglo XVI y estuvieron en el origen de la conquista del Nuevo México en 1598, de donde se decía que habían salido los mexicas y que esa tierra era tan próspera como México-Tenochtitlán, de ahí su nombre. Todavía en el siglo XVIII, esas ideas,