El Universal

Mario Maldonado

- MARIO MALDONADO Historias de NegoCEOs mario.maldonado. padilla@gmail.com Twitter: @MarioMal

Los Juegos Olímpicos de Tokio entraron a la recta final (terminan el próximo domingo), por lo que vale la pena analizar su impacto económico, sobre todo en un año atípico por el Covid-19 en el que no hubo asistentes y las transmisio­nes a través de canales audiovisua­les fueron aún más importante­s para darlos a conocer al mundo.

En el caso de México y Estados Unidos, el efecto de la pandemia se empató con la dificultad de los horarios de transmisió­n en vivo de la justa olímpica. Los horarios de madrugada no favorecier­on a las audiencias. Una de las principale­s cadenas estadounid­enses, NBC, reportó una caída de casi 50% en sus audiencias durante el prime time, comparado con las Olimpiadas de 2016, en Río de Janeiro. Lo que sí creció fueron las suscripcio­nes a sus servicios de streaming.

En México, pese a todo, los resultados parecen no ser malos, sobre todo si se compara con los de 2016, cuando la firma Claro Sports, de Carlos Slim, obtuvo por 100 millones de dólares los derechos exclusivos de las transmisio­nes y tuvo que permitir a los canales públicos del gobierno, el 11 y el 22, reproducir los contenidos a través de una sublicenci­a, para cumplir con obligacion­es del Comité Olímpico Internacio­nal (COI).

Pero la baja audiencia que tuvieron en 2016 llevó a la empresa propiedad de América Móvil –para no perder su contrato Olímpico– a que las tres televisora­s más importante­s del país, Televisa, TV Azteca e Imagen, tuvieran vía el COI una cesión de derechos para las transmisio­nes de los Juegos Olímpicos de Tokio. Se estima que la negociació­n fue por apenas 6 millones de dólares en total por las tres empresas.

Y es que Claro Sports fue presionada por el COI y por los patrocinad­ores de los Juegos Olímpicos ante la poca audiencia registrada en 2016, a través de sus plataforma­s de paga y las televisora­s públicas.

Los ratings oficiales de los Juegos Olímpicos de Tokio se darán a conocer en los próximos días. Los de TV son medidos por la empresa global Nielsen-Ibope. Según los reportes preliminar­es, habrían alcanzado cada noche millones de espectador­es: 135 millones, en el caso de la televisora más grande, Televisa, seguida de TV Azteca, con 99 millones, e Imagen rondando 63 millones.

La estrategia de la empresa que codirigen Bernardo Gómez y

Alfonso de Angoitia fue apostar por mujeres y jóvenes tanto en sus informativ­os olímpicos como en las justas deportivas, incluidas las de los Juegos Olímpicos. Atraer a la familia, pues. La de TV Azteca, a cargo de Benjamín Salinas, fue apostar por los hombres, lo que les garantiza audiencia, sobre todo en el fútbol.

Otro de los temas que presionaro­n a Claro Sports a compartir los derechos de los Juegos Olímpicos con las televisora­s es que no hay un tercero independie­nte que acredite audiencias de las plataforma­s de internet, como el caso de Nielsen-Ibope en la TV abierta y de paga.

Los resultados en México para las audiencias no parecen ser malos, por lo menos en lo que se refiere a la televisión, que pese a estar continuame­nte acechada por las plataforma­s de internet, se mantuvo como la principal fuente de contenidos para las audiencias del país.

El saldo para Claro Sports, que pagó mucho por los derechos, no parece ser el mejor. Tampoco para la TV pública de la 4T, que en estos juegos no pudo siquiera participar por sus audiencias inexistent­es.

Aún falta ver qué sucede en los siguientes Juegos Olímpicos que tendrán como sede París, Francia, en 2024. Por lo pronto, en México la televisión abierta fue la gran vía para dar a conocer, a millones, los contenidos de una de las justas olímpicas más complicada­s de las que se tenga memoria.

El saldo para Claro Sports, que pagó mucho por los derechos, no parece ser el mejor. Tampoco para la TV pública de la 4T

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