Polémica por obras en Casa de Cultura de Juchitán
Los trabajos siguen los parámetros del INAH, dijeron los autores del proyecto después de que 50 artistas y académicos exigieron frenar la reconstrucción
Juchitán de Zaragoza.— Ante el reclamo de 50 artistas y académicos que exigieron al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) frenar la reconstrucción de la Casa de la Cultura de Juchitán, espacio fundado por el artista Francisco Toledo, por incluir elementos que no corresponden a su arquitectura y estética tradicional, el despacho de arquitectura RootStudio, del portugués Joao Boto Caeiro, que actualmente trabaja en una de las alas del complejo, aseguró que las obras se efectúan siguiendo los parámetros que marcó el INAH para preservar el valor histórico y para garantizar la capacidad de carga ante los constantes sismos en la zona, de acuerdo con el arquitecto residente de la obra, Moisés Cruz Jerónimo.
El especialista explicó que todo el proceso de reconstrucción que comenzó después del terremoto del 7 de septiembre del 2017 estuvo supervisado y avalado por el INAH, que nada se realizó sin la aprobación de la instancia federal responsable, desde los estudios arqueológicos hasta los sondeos de cimentación de cada rincón del inmueble que Toledo ayudó a fundar como espacio cultural en 1972.
Durante los primeros estudios se determinó que 70% de la cimentación era nula en todo el edificio, por lo que se volvieron a cimentar todos los pilares y todas las crujillas. Al ser un inmueble con valor patrimonial se tuvieron que seguir los lineamientos del INAH de no utilizar elementos ajenos como varilla y concreto, por eso se manejaron dobles planchas de madera como pilares, estos pilares cuenta con cimentación de mampostería.
El arquitecto dijo que se recuperó el estilo de la casa tradicional vernácula que se tenía en toda la región del Istmo de Tehuantepec antes de los pilares de ladrillo o el concreto, es decir, los pilares eran de madera. Una referencia visual que se tiene sobre la arquitectura vernácula son los registros que realizó Miguel Covarrubias en su libro El Sur de México, publicado en 1946.