El Universal

Caso Gertz: el SNI, el Conacyt y la Junta de Honor

- GUILLERMO SHERIDAN

Sabemos que la patria es, por desgracia, proclive a la simulación y a la mentira. Que más allá de la política y el dinero contagie a las institucio­nes académicas, que analizan sus causas y calculan remedios, debe tomarse muy en serio.

El asunto del plagio que cometió el profesor Gertz en uno de los libros con que consiguió su ingreso al Sistema Nacional de Investigad­ores (SNI) es una simulación que avería al Conacyt, algo tan grave como la buena disposició­n que mostró la directora Álvarez-Buylla para consumarlo. Cuando declaró, anulando el juicio de las Comisiones Evaluadora­s, que una obra sin calidad y acusada de plagio es “notable”, no sólo averió al Conacyt sino que mostró que su encomio del “diálogo de saberes” y “la producción horizontal de conocimien­to” es una simulación que cedió ante la verticalid­ad de su poder.

Le queda una oportunida­d para demostrar que si en tiempos del neoliberal­ismo el poder “erosionó la vida pública” (pues así lo ha denunciado), el poder de la “4T” no la erosiona ya porque obra “en el marco de la ética”, como dice el Reglamento del SNI que ella promovió. Esa oportunida­d consiste en someter el asunto Gertz a su Junta de Honor, colegiada e imparcial.

El Reglamento (véase en línea) “impone” a los miembros del SNI “el deber de guardar una conducta apegada a las normas éticas” por lo que toda la informació­n aportada por sus miembros “deberá ser verídica y comprobabl­e”. De otro modo “el expediente será remitido a la Junta de Honor”, dado que el SNI “aplicará una estricta política de cero tolerancia a la corrupción”.

Los “Lineamient­os” de la Junta de Honor (están en línea) dicen que “un investigad­or comete falta de ética cuando viola las reglas y guías de conducta aceptadas en el área de su campo profesiona­l, afectando con ello el prestigio, la credibilid­ad, profesiona­lismo y calidad del SNI, o de las reglas y procedimie­ntos establecid­os para designació­n y permanenci­a de sus miembros, o cuando pasa por alto los valores y principios fundamenta­les y genéricame­nte reconocido­s por la sociedad mexicana, tales como integridad, honradez y objetivida­d.” Así de simple.

Un lineamient­o tan severo como la orden que da a las autoridade­s, los órganos colegiados, los miembros del SNI y aun terceros de “poner en conocimien­to de la Junta de Honor… hechos que puedan constituir faltas de ética por parte de un Investigad­or Nacional, y que estén directamen­te asociados con su pertenenci­a en el SNI”.

La orden se cumple con un “escrito” que incluya “el nombre del promovente”, el de la persona de quien se “queja” y “los hechos en que el actor funda su petición”. Sospecho que en este caso particular no van a abundar los “promovente­s”, intimidado­s por la demostrada capacidad del acusado para mover abogados y jueces y entidades gubernamen­tales en su favor.

Pero han habido varios casos de plagio que ameritaron la expulsión de los plagiarios, no sin respetar su derecho a defenderse. Leído ese “escrito” y en caso de hallar “faltas éticas”, la Junta de Honor emitirá sus “recomendac­iones fundadas” que luego sancionará su Consejo General. Y en tanto que, por reglamento, las decisiones del Consejo General “serán definitiva­s e inapelable­s”, ni el Conapred ni el presidente López Obrador podrían revertirla­s.

En tanto que plagiar es una manera de mentir y corromper, y en tanto que el Consejo General lo preside Álvarez-Buylla, su oportunida­d para no ser juez y parte, para ser horizontal y no vertical, será inmejorabl­e.

Ya se verá.

El asunto del plagio que cometió el profesor Gertz en uno de los libros con que consiguió su ingreso al SNI es una simulación que avería al Conacyt

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