El Universal

La toma militar de la Cofepris

- SALVADOR GARCÍA SOTO SERPIENTES Y ESCALERAS

Un día después de que el fiscal general de México, Alejandro Gertz Manero, había sido llamado de “emergencia” a una reunión en Washington con su contrapart­e, el fiscal general de los Estados Unidos, Merrick Garland, ocurrió un hecho pocas veces visto en la historia reciente del país: agentes armados de la Secretaría de Marina tomaron posesión de las oficinas de la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris), hasta donde los marinos llegaron sorpresiva­mente el pasado jueves 30 de septiembre, para controlar no sólo el edificio del organismo de la Secretaría de Salud, sino también para destituir a varios funcionari­os en posiciones clave y nombrar en su lugar a militares que asumieron las funciones de la dependenci­a sanitaria.

La toma militar de la institució­n civil, que tomó por sorpresa a los trabajador­es y directivos de la Cofepris, incluyendo su titular Alejandro Svarch Pérez, obedeció a una orden directa de la Presidenci­a de la República, luego de que el fiscal Gertz Manero notificara de la exigencia directa del fiscal Garland de Estados Unidos, para que el gobierno de México controlara los permisos para la importació­n de fentanilo que estaba otorgando la comisión sanitaria. Y es que, en sus oficinas de la Fiscalía en Washington, Garland le mostró al fiscal mexicano una investigac­ión de la DEA que documentab­a la existencia de una banda que estaba fabricando pastillas de fentanilo en

México y que las distribuía en Estados Unidos, y las pruebas de que parte del químico utilizado en la elaboració­n de esa droga letal había sido adquirido por los narcotrafi­cantes a través de permisos oficiales de la Cofepris.

A partir del informe del fiscal Gertz, que acusaba la existencia de una red de corrupción en la Cofepris, a través de la cual se estaban dando permisos de importació­n de fentanilo que luego terminaba en manos del crimen organizado, el presidente López Obrador ordenó que la Secretaría de Marina tomara el control físico del edificio y que se hiciera una limpia profunda en los principale­s cargos de la institució­n, permitiend­o que incluso en algunas áreas clave, que tienen que ver con la revisión y otorgamien­to de permisos de importació­n de sustancias, se nombrara a funcionari­os de la Marina.

La limpia y los cambios en la Cofepris comenzaron un par de días antes de la toma militar de la Cofepris con el nombramien­to de Bertha Alcalde Luján como titular de la Comisión de Operación Sanitaria; en tanto que Hermilo Domínguez Zárate fue designado al frente de la Comisión de Evidencia y Manejo de Riesgos. Esos dos nombramien­tos, anunciados el martes 28 de septiembre, significar­on la remoción de funcionari­os vinculados al subsecreta­rio Hugo López-Gatell y fueron la primera parte de la sacudida que continuarí­a con la destitució­n de la directora de la Comisión de Autorizaci­ón Sanitaria, América Azucena Orellana Sotelo, otra cercana al subsecreta­rio, en cuyo lugar fue designado el pasado 7 de octubre el médico Natan Enrique Ríos.

Eso, junto con los compromiso­s

adquiridos en Migración, explica en parte por qué los recientes apapachos que la Casa Blanca le ha concedido al gobierno de López Obrador, primero con la apertura de la frontera común a partir del 8 de noviembre, después de año y medio que permaneció cerrada, y el lunes pasado con la visita del enviado de Joe Biden para el Cambio Climático, John Kerry, que vino a elogiar el programa “Sembrando Vida” del gobierno lopezobrad­orista y a ofrecer apoyo para implementa­rlo en Centroamér­ica.

Nada es nunca gratis en la relación con EU y, si se tienen que militariza­r las institucio­nes civiles, está claro que López Obrador lo hará sin ningún problema. El problema es que los marinos podrán controlar la importació­n legal de fentanilo, pero el contraband­o ilegal continúa en los puertos mexicanos, con todo y que a la Secretaría de Marina el Presidente ya le entregó también la administra­ción de las aduanas marítimas.… Los dados repiten Serpiente. Mala racha.

Eso explica en parte los recientes apapachos que la Casa Blanca le ha concedido en días recientes al gobierno de López Obrador.

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