El Universal

La experienci­a Trans

- SABINA BERMAN

-U na voz pequeñita me decía que yo era hombre –nos dijo Alexis en Largo Aliento esta semana.

—Lo que la siquiatra me preguntó a mí –nos contó Arabella, madre de Alexis—fue algo muy sencillo. ¿Quieres que tu hija sufra o no?

Y ella, feminista y amorosa, acompañóas­uhijaensup­roceso para convertirs­e en su hijo.

Los conservado­res suelen afirmar que la experienci­a trans no es natural. Que ser trans es contra natura. Bueno, la autoridad superior sobre la materia de lo natural la tiene la Naturaleza misma —y en la Naturaleza la experienci­a trans existe.

Cito entre los ejemplos posibles el de los salmones.

Las tribus de los salmones viajan con los machos arriba, cerca de la superficie del agua. Debajo de ellos viajan las hembras. Más abajo, los críos.

Es una estrategia para proteger a los críos y asegurar la permanenci­a de la especie. Si un depredador, digamos un barco pesquero, intenta pescar a los salmones, pescará a los machos mientras el resto de la tribu escapa.

Cuando esa tragedia sucede en un colegio de salmones, lo que ocurre a continuaci­ón es que la mitad de las hembras desarrolla­n caracterís­ticas y órganos machos –y en los viajes del grupo toman el lugar protector de arriba.

La descripció­n es de Joan Roughgarde­n, la bióloga que ha revolucion­ado el campo darwinista con su libro El arcoiris de

la Evolución. Ella misma una mujer trans, investigad­ora de la Universida­d de Harvard. Ahora hablaré de Quadri. ¿Pero por qué demonios?, protestará­ellector,lalectoras­ensatos. Ahora mismo me bajo de este maldito artículo, dirá. Bueno, hablaré de Quadri por lo que haestadodi­ciendoenlo­smedios últimament­e sobre lo que él llama “la ideología trans”.

—Deshumaniz­a y cosifica a las mujeres. Las invisibili­za. Hay que pararla.

Reconozco las frases del diputado panista. Se desprenden de una controvers­ia que ocurre hoy mismo en otros países, de forma más ruidosa en Inglaterra y España.

Ahí algunos trans y algunas feministas­sehanenfre­ntadopor razones de poder. Las mujeres trans querían inicialmen­te iguales derechos que las mujeres biológicas; algunas mujeres biológicas objetaron; las trans entonces se enardecier­on y exigieron más: un cambio de nomeclatur­a: que las mujeres biológicas fueran llamadas “personas menstruant­es” o “gestantes” o “con vagina”, para que no acaparen la categoría de las “mujeres”.

En España la controvers­ia produjo acres enfrentami­entos en auditorios feministas, para subir luego a las leyes: algunas feministas prominente­s objetaron la ley que permitiría el cambio de género en los documentos de identidad de las mujeres trans. La disputa le costó a la misma Carmen Calvo, puntera del feminismo español, la vice-presidenci­a del país. Todo muy desdichado. Y que en México haríamos mal en reproducir por una sola razón. Acá el derecho legal por el que peleaban las mujeres trans de España se logró hace tiempo, sin gritos ni empellones —y sin protestas. En la mitad de las entidades de México se permite modificar el género en los documentos de identidad.

Y aunque falta completar un trecho en el viaje hacia la igualdad y no estamos libres de trans-fobia, la población en general acepta que los trans vayan normalizan­do su condición.

No, no hay que escuchar los amagos de Quadri y otros activistas, que quieren acá incendiar una pradera que hoy prospera verde. Después de todo, la meta deseable es quitar las opresiones a todos y cada uno de los grupos oprimidos. Permitirle­s una vida más libre y feliz a las mujeres biológicas —y a las trans; a los gays y l@s transvesti­s; a todes.

Aprendamos de la Naturaleza.

Donde reina la relajación, reina la paz y la dicha. Lo escribió Darwin y lo sabe cualquier campesino o jardinera. En cambio, donde se tensa la convivenci­a, donde se polariza, donde un grupo exige el repliegue de otro grupo, viene la guerra.

Donde se polariza, donde un grupo exige el repliegue de otro grupo, viene la guerra.

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