Luces y sombras de Gabriel Boric
• El arranque del gobierno de “la nueva izquierda” chilena ha sido más difícil y complejo de lo que se esperaba. Las primeras seis semanas en el poder del presidente más joven y votado en la historia de Chile han sido todo menos luna de miel. La popularidad de Gabriel Boric se ha erosionado a una velocidad inédita, si se compara con sus antecesores, de 50% a 39% en menos de dos meses. Todo esto a pesar de su juventud, su talante negociador, su gabinete de coalición y las grandes expectativas de cambio que representa. No es un caso aislado, sino una muestra de lo complicado que hoy resulta gobernar en América Latina, en medio del malestar social, la fragmentación política y la impaciencia ciudadana. La gente (...) exige resultados concretos que no se ven venir en medio de la recesión económica y el alza de los precios. En Chile priva un ánimo de desafección política y descontento generalizado que desinfla las esperanzas puestas en una nueva Constitución (...) A esto se suman los errores y cierta incompetencia de miembros del gabinete que han sido duramente criticados por una combativa oposición de la derecha. Boric no tiene mayoría parlamentaria, no cuenta con una maquinaria partidista ni con cuadros gubernamentales propios. Todo esto lo obliga a un gradualismo que resulta incomprensible para los sectores más radicales de su coalición, pero que a la vez permite mitigar la polarización de ultraderecha y abrir espacios de diálogo al momento de definir políticas públicas. Pese a las dificultades, Boric ha puesto en marcha su plan de reactivación económica Chile Apoya y se ha anotado éxitos en el frente internacional con la ratificación del Acuerdo de Escazú, su compromiso con la defensa de la democracia en la región y su acercamiento con Argentina. Nada de esto es menor en condiciones adversas. •