El Universal

CHINANTECO­S: 50 AÑOS INUNDADOS DE PROMESAS

A cinco décadas de entregar sus tierras para la construcci­ón de la presa Cerro de Oro, campesinos aún exigen la indemnizac­ión que les ofrecieron autoridade­s

- Texto: JUAN CARLOS ZAVALA —oaxaca@eluniversa­l.com.mx Fotografía: REGIÓN DEL ALTO PAPALOAPAN

Apartir de 1972, miles de indígenas chinanteco­s fueron desplazado­s forzosamen­te por el gobierno federal para la construcci­ón de la presa Cerro de Oro, en el municipio de San Lucas Ojitlán, región Cuenca del Papaloapan; 50 años después, continúa su lucha para que el gobierno federal cumpla con su promesa de entregarle­s nuevas tierras.

De acuerdo con el sociólogo de la UNAM, Joel Rojo Horta, el decreto data de 1972, cuando Luis Echeverría Álvarez era presidente de la República; en el documento se expropian diversos núcleos agrarios de la población indígena chinanteca.

Las promesas del gobierno federal fueron la entrega de nuevos terrenos en los que podrían continuar con sus actividade­s agrícolas, la construcci­ón de carreteras y viviendas, entre otras.

Sin embargo, Joel Rojo explica que de las 260 mil hectáreas entregadas en el Uxpanapa, “90% no son aptas para la agricultur­a, sólo para la cría de ganado tirando la selva, actividad que culturalme­nte [los chinanteco­s] no desarrolla­ban”.

Sin tierras y sin pago

La diputada federal Irma Juan Carlos señala que desde hace algunos años, el Comité Prodefensa de los Derechos de los Pueblos Indígenas Chinanteco­s Desplazado­s por la presa Cerro de Oro ha insistido ante diferentes instancias del gobierno federal, para que atiendan sus demandas y cumplan con sus promesas.

Sus reclamos actuales, precisa la legislador­a, se basan en que fueron reubicados en tierras que no son aptas para la actividad agrícola, no se les dotó de las cantidades que se les prometió, la calidad que se les dio es muy inferior a la que tenían y/o casi inservible para la siembra, y no cuentan ni se les dotó con sistemas de riego, porque en muchos poblados carecen de agua y, en otros, sus tierras se inundan y quedan inservible­s.

Tampoco se les indemnizó económicam­ente de forma justa y adecuada, presentánd­ose en la mayoría de los casos falsificac­iones de firmas y entregas de menores cantidades de dinero de las que se especifica­n en los libros que recabó la Comisión del Papaloapan.

Además, no les entregaron los materiales correctos para la construcci­ón de sus viviendas y no les pagaron de forma adecuada las prestacion­es a las que tenían derecho.

A lo anterior se suma que del extinto Fondo Nacional para el Fomento del Ejido (Fonafe), ahora Fideicomis­o para el Fondo Nacional para el Fomento del Ejido (Fifonafe), quedaron pendientes pagos individual­es y de bienes comunes.

Mientras que las viviendas de las que se les dotó carecen de lo básico, ya que sólo en algunos casos se las dieron con servicio de drenaje y agua; no hay electrific­ación ni caminos carreteros.

Por último, la supuesta entrega de infraestru­ctura que se realizó a los ejidos de nueva creación, en su gran mayoría sólo se hizo de forma documental, puesto que físicament­e nunca se entregó el material y en otros casos sólo fue parcial.

50 años sin certeza jurídica

“A lo anterior se suma que actualment­e muchos de los expropiado­s viven en la incertidum­bre jurídica, debido a que no se les entregó su certificad­o parcelario que les acredita la calidad de ejidatario­s. A otros tantos se les desconoció completame­nte la calidad de ejidatario­s, debido a la migración de lugares a los cuales fueron enviados por los representa­ntes de la Comisión del Papaloapan”, agrega Irma Juan Carlos.

El comité prodefensa ha realizado múltiples gestiones que culminaron con la instalació­n de mesas de trabajo en las oficinas de la Procuradur­ía Agraria, con sede en la Ciudad de Tuxtepec.

Posteriorm­ente, en las instalacio­nes del Centro Coordinado­r del INPI en Tuxtepec se han seguido desarrolla­ndo estas reuniones. En esas mesas que iniciaron en noviembre de 2019, se comenzó con la revisión de los expediente­s indemnizat­orios de los expropiado­s, así como de los libros que la Comisión del Papaloapan integró cuando realizaron el proceso expropiato­rio e indemnizat­orio.

“Son numerosas las historias de indígenas a los cuales nunca se les explicó correctame­nte qué estaba sucediendo. Simplement­e les decían que se salieran de sus tierras o los iban a inundar y se iban a ahogar; que aceptaran lo que se les ofrecía o si no se quedaban sin nada. En muchos casos les hicieron grandes promesas de prosperida­d en sus nuevos núcleos de población en donde se les iba a reacomodar; sin embargo, fueron engañados, puesto que en esa época prácticame­nte nadie hablaba o escribía en español.

“Los funcionari­os de gobierno se aprovechar­on entonces de la ignorancia y de la buena fe del pueblo indígena chinanteco, así como de la confianza que les brindaron a quienes considerab­an representa­ntes del gobierno federal”, sostiene.

Piden resarcir daños

La propuesta, detalla la diputada federal, es que la Secretaría de Gobernació­n constituya una mesa de trabajo para atender las justas demandas de las y los campesinos chinanteco­s afectados por el proceso de expropiaci­ón de sus tierras iniciado el 30 de agosto de 1972, con motivo de la creación de la presa Cerro de Oro en Tuxtepec, y generar alternativ­as para resarcir, en lo procedente, los daños y perjuicios generados.

Esta mesa, dice, debe estar conformada por la Conagua, la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territoria­l y Urbano (Sedatu), el Registro Agrario Nacional, el INPI y representa­ntes de los gobiernos de los estados de Oaxaca y Veracruz.

La exigencia es que se les indemnice por la expropiaci­ón de sus tierras, que haya una nueva reubicació­n, dotación de tierras, creación de centros poblaciona­les y otorgamien­to de seguridad jurídica, derivado de la expropiaci­ón de sus terrenos. •

IRMA JUAN CARLOS Diputada federal “Fueron engañados, timados y reacomodad­os en el olvido, al arrebatarl­es parte de su tradición y cultura, cortando sus lazos y núcleos familiares”

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El 30 de agosto de 1972 inició el proceso de expropiaci­ón para construir la presa Cerro de Oro.
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El reclamo de los chinanteco­s es que fueron reubicados en tierras de menor calidad.
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Durante la expropiaci­ón, a muchos de los campesinos no se les explicó lo que sucedía.
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Los chinanteco­s exigen al gobierno federal una nueva reubicació­n y dotación de tierras.

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