El Universal

Participac­ión laboral femenina: un motor de crecimient­o económico

- ANGÉLICA FUENTES Empresaria, inversioni­sta de impacto y defensora de los derechos de la mujer

Cuando el número de mujeres ocupadas en las diversas actividade­s económicas aumenta, las economías crecen. La Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha precisado en diversos estudios que, cuando se reduce la disparidad entre la participac­ión de mujeres y hombres en la fuerza laboral, es posible un crecimient­o económico más rápido.

Sin embargo, la realidad en México es distinta pues sólo cuatro de cada 10 mujeres forman parte de la fuerza laboral, mientras que siete de cada 10 hombres participan en la economía.

De acuerdo con datos del IMCO en la Radiografí­a de la Mujer en la Economía, sólo 44% de la población femenina en el país tiene un trabajo y el sueldo promedio que perciben se ubica en 6 mil 786 pesos al mes, colocando a México con una participac­ión económica femenina de 43.6%, inferior al promedio mundial.

Por otro lado, la informalid­ad económica y la invisibili­zación financiera son barreras a las que se enfrentan, ya que 82% de las mujeres económicam­ente activas en México se encuentran en el mercado informal.

La falta de acceso a financiami­ento o productos financiero­s que les permitan dar el salto a la formalidad para consolidar un negocio o emprendimi­ento, son sus principale­s impediment­os. Esto nos ha llevado a que de los 5.2 millones de emprendedo­ras que hay en el país, solamente 18% lo haga bajo un esquema formal.

Entre los beneficios que atraería para emprendedo­ras ser visibiliza­das, destaca el tener mejores opciones de financiami­ento, entrar a nuevos mercados y acceder a servicios de salud o seguros médicos. Asimismo, podrían elevar sus ingresos 2.5 veces, lo que impactaría en la economía nacional.

Para que México sea un país económicam­ente competitiv­o, las mujeres deben ser incorporad­as a esquemas laborales formales y equitativo­s. Para lograrlo, debe corregirse el modelo fallido bajo el cual se rige la economía, mismo que en la actualidad socava la equidad de género y genera mayor desigualda­d económica.

Invertir en el empoderami­ento económico de las mujeres no sólo abona a la igualdad de género: también influye en la erradicaci­ón de la pobreza y genera un crecimient­o inclusivo.

En este sentido, se ha estimado que de incorporar a 8.2 millones de mujeres a la economía bajo esquemas formales, para 2030 el Producto Interno Bruto (PIB) del país podría aumentar 15%.

Para promover la participac­ión de las mujeres en el mercado laboral en condicione­s justas es necesario:

1. Comprender las necesidade­s de las mujeres y adoptar políticas corporativ­as que fomenten la igualdad y un balance entre vida profesiona­l y personal. Es necesaria una perspectiv­a de género en el reclutamie­nto, retención de talento y promocione­s.

2. Hacer un esfuerzo por incorporar a las mujeres al mercado formal para que puedan acceder a seguridad social y a financiami­entos.

3. Aumentar la participac­ión de las mujeres en sectores económicos en donde están subreprese­ntadas. Es necesario derribar barreras estructura­les y culturales que impiden a más mujeres entrar a rubros laborales dominados por los hombres como las carreras STEM.

Las mujeres tienen un enorme potencial para impulsar la economía mexicana. Su participac­ión en el mercado laboral es una pieza fundamenta­l para el desarrollo sostenible. El crecimient­o no puede ser concebido sin una perspectiv­a de género que tenga una visión de progreso más igualitari­a. •

De incorporar a 8.2 millones de mujeres, para 2030 el PIB podría subir 15%

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