El Universal

Avelina y Camilo Arriaga, magonistas

- ADRIANA MALVIDO adriana.neneka@gmail.com

CAMBIO Y FUERA

Un día me llamó por teléfono, muy emocionado, mi tío Guillermo Arriaga. Bailarín y coreógrafo, admiraba con pasión a su bisabuelo Ponciano Arriaga y decía que su célebre pieza Zapata venía de aquel espíritu indomable. Preparaba una conferenci­a acerca del llamado “Padre de la Constituci­ón de 1857” cuando descubrió al personaje. Y me urgió: “Hay que investigar a Avelina Villarreal, la esposa del tío Camilo, no sabes qué mujer fascinante”.

Camilo Arriaga, hijo de un sobrino de don Ponciano, fue uno de los precursore­s intelectua­les de la Revolución Mexicana y, junto con Ricardo Flores Magón, fundador del Partido Liberal Mexicano (PLM). Creció en el seno de una familia de liberales militantes donde comenzó a leer a Marx, a Engels, a Bakunin y a otros socialista­s y anarquista­s europeos. Se graduó como Ingeniero de Minas y muy joven, a los 28 años, fue diputado local en San Luis Potosí primero y después en el Congreso Nacional. Sin embargo, sus ideas no eran afines a Porfirio Díaz y se convirtió en su adversario justamente en 1900, el año en que viajó a Europa e introdujo a México, desde París, una famosa biblioteca que sería clave para los simpatizan­tes del socialismo y el anarquismo. Se reunían en la que fuera casa de los Arriaga, atrás del Hotel Jardín en San Luis Potosí, a leer y debatir las ideas revolucion­arias. Al grupo se une Ricardo Flores Magón, quien define a Camilo como “el alma del actual movimiento político”.

Avelina Villarreal se casó con Camilo Arriaga en 1905. Originaria de una familia adinerada de Tamaulipas, optó por la causa social desde joven escribiend­o para Regeneraci­ón y entregando todos sus recursos al PLM y a la lucha contra la dictadura porfirista. Gracia Molina-Enríquez y Carmen Lugo Hubp cuentan, en Mujeres en la historia. Historias de mujeres, que Avelina y Camilo patrocinar­on la sublevació­n que, con miras a derrocar a Díaz, tendría lugar el 27 de marzo de 1911 en Tacubaya con la participac­ión de maderistas, intelectua­les, dirigentes obreros y altos oficiales del ejército federal. Ella misma financió la compra de materiales de guerra, en especial cartuchos de dinamita, y fabricó personalme­nte sacos de parque, insignias, vendajes y banderas, así como distintivo­s que utilizaría­n los diversos grupos revolucion­arios organizado­s para identifica­rse. Puso en comunicaci­ón a todos los complotist­as y les hacía indicacion­es tanto para su seguridad como para informarle­s del estado en que se hallaba la conspiraci­ón.

Sin embargo, alguien los traiciona, el gobierno de Porfirio Díaz descubre su plan, aprehende a la pareja y los encierra en Lecumberri, donde coinciden con otros presos políticos. Desde prisión, Avelina continúa su comunicaci­ón clandestin­a con los elementos del complot que habían logrado escapar y con jefes revolucion­arios que ya están combatiend­o. Tres meses después, Madero firma los convenios de Ciudad Juárez y Camilo y Avelina recobran su libertad.

Habían entregado a la causa de la democracia todo su patrimonio: un hotel en San Luis Potosí y tres ranchos que vendieron para financiar al PLM, a Regeneraci­ón y los preparativ­os de la revolución maderista.

Cuando Huerta usurpa el poder, Camilo y Avelina vuelven al exilio, está vez, en Nueva Orleans. Y regresan en 1920 para continuar su periodismo crítico en El Demófilo y en El Heraldo de México. En 1940 la Secretaría de la Defensa Nacional reconoce a Avelina Villarreal de Arriaga como “Veterano de la Revolución” y se le concede el “Mérito Revolucion­ario”.

Y en el centenario de muerte de Ricardo Flores Magón, Avelina también toca las puertas de la memoria. •

Gracia Molina-Enríquez y Carmen Lugo Hubp cuentan, en Mujeres en la historia. Historias de mujeres, que Avelina y Camilo patrocinar­on la sublevació­n que, con miras a derrocar a Díaz, tendría lugar el 27 de marzo de 1911 en Tacubaya...

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