El Universal

El fraude de la Corte o resolver por Whatsapp

- IRENE LEVY Presidenta de Observatel, comentaris­ta de Radio Educación. Este artículo refleja su posición personal. Twitter: @soyirenele­vy

No es secreto que un mar de intereses presiona a los diferentes órganos de cualquier gobierno y es, precisamen­te, la reacción ante esas presiones, lo que define la probidad e integridad de las institucio­nes.

El Poder Judicial en México ha cobrado especial relevancia en este sexenio porque López Obrador ha decidido desafiar el Estado de derecho con acciones y omisiones, y eso ha causado una gran cantidad de litigios. Pero el Presidente no es el único: el Congreso de la Unión también ha sido especialme­nte permeable a los intereses de las grandes empresas, al grado de que existen legislador­es que son sus auténticos representa­ntes, sus personeros. En este sexenio los hay, pero en los anteriores eran aún más evidentes y numerosos.

¿Recuerda usted el asunto de los derechos de las audiencias? Pues, finalmente se publicó el engrose de la sentencia de la acción de inconstitu­cionalidad de 2017. Así, cinco años después, se resuelve este asunto de una manera realmente vergonzosa. Aquí el recuento: con un proyecto a cargo del ministro Alberto Pérez Dayán, se aprobó por unanimidad la invalidez del decreto de 2017 que eliminaba varios derechos de las audiencias establecid­os en la ley de 2014, pero la sentencia no estableció más efectos que los de la propia invalidez. Resulta evidente que la ley de 2014 vuelve a aplicar, pues nunca se invalidó ni fue materia de la acción de inconstitu­cionalidad, pero como no era lo que pretendían los intereses insertados en la Corte, entonces se armó una perversa jugada desde el área de comunicaci­ón social, que depende del ministro Arturo Zaldívar, en la que, sin haber votado que los efectos de la resolución fueran eliminar también la ley de 2014, a través de una notita “aclaratori­a” a la prensa enviada desde los teléfonos de ciertos funcionari­os, difundiero­n que la ley del catorce estaba muerta. Así, la Corte de Zaldívar, resolviend­o a través de WhatsApp lo que no se votó en el Pleno. ¿Qué seriedad tiene un tribunal así?

La jugada era doble: inmediatam­ente después de la notita, el Congreso borró de la versión oficial de la Ley de Telecomuni­caciones y Radiodifus­ión los artículos de 2014 y, con esto, los derechos de las audiencias; ante la confusión, un grupo de organizaci­ones y personas solicitamo­s a todos los ministros que el engrose fuera claro. Pero semanas después, el engrose se publicó sin aclarar absolutame­nte nada. Cobardía pura.

Próximamen­te se discutirá la controvers­ia de la Cofece contra la omisión del presidente de nombramien­tos de comisionad­os. La ministra Yasmín Esquivel le da la razón a la Cofece y su proyecto es una auténtica victoria pírrica, pues por medio de argumentos jurídicame­nte pueriles sostiene que los procedimie­ntos del Comité de Evaluación deben repetirse y las listas de candidatos actuales quedarían invalidada­s, y sí, instruye a que se nombren comisionad­os, pero dando como fecha límite febrero de 2024. Otro fraude. El Ilustre y Nacional Colegio de Abogados y Observatel presentamo­s hace varios días un amicus curiae sobre el tema.

Y esto no es lo único: ahí tiene usted por ejemplo el vergonzoso conteo de votos en el asunto de la reforma eléctrica. Como ve, la degradació­n de las institucio­nes ha alcanzado al tribunal supremo. En el asunto de los derechos de las audiencias, no sólo Zaldívar es responsabl­e, también del resto de las y los ministros que, incluso convencido­s de que los efectos no son aquellos de la notita, callaron en complicida­d. El ambiente en la Corte es tenso y ahora especialme­nte por la sucesión de su presidenci­a. No se puede quedar bien con dios y con el diablo. •

El Poder Judicial en México ha cobrado especial relevancia en este sexenio porque López Obrador ha decidido desafiar el Estado de derecho.

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