El Universal

Estados Unidos, nación de migrantes

El bicentenar­io ha visto pasar la reforma migratoria y DACA, pero también la creación del muro fronterizo

- OTILIA CARVAJAL Y MAX AUB elmundo@eluniversa­l.com.mx

La política migratoria entre México y Estados Unidos se ha mantenido como un tema principal en la agenda bilateral, pasando por acuerdos, pero también restriccio­nes para aquellos que buscan quedarse en suelo estadounid­ense y cumplir el sueño americano.

Desde hace años, Estados Unidos reconoce ser una nación de migrantes y la contribuci­ón que todos ellos hacen a la economía estadounid­ense. Sin embargo, no ha sido una relación fácil.

En 1942, después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos entró en una crisis laboral, por lo que requería un traslado masivo de trabajador­es para las cosechas y vías de ferrocarri­l. Ambos gobiernos firmaron un acuerdo en agosto de ese año para regular la entrada de trabajador­es con este fin, por lo que se le conoció como Programa Bracero.

“El bracero era aquella persona que trabajaba con los brazos [sobre todo, pero no exclusivam­ente], en las faenas agrícolas”, puntualizó Irina Córdoba en un texto del Instituto de Investigac­iones Históricas de la UNAM.

El programa sobrevivió 22 años y trajo consigo el fortalecim­iento de un movimiento por los derechos laborales, porque la falta de vigilancia en las contrataci­ones perjudicó principalm­ente a los trabajador­es.

Sin embargo, también generó rechazo de un sector de la población que estaba inconforme con el flujo de migrantes indocument­ados que seguían cruzando la frontera.

Finalmente, factores como la mecanizaci­ón de la agricultur­a y la caída de los precios internacio­nales del algodón llevaron a la culminació­n del programa en 1964.

LA PRIMERA REFORMA

Un segundo momento clave vino de la mano del presidente republican­o Ronald Reagan, quien en 1986 convenció al Congreso, de mayoría demócrata, para que aprobara la Ley de Control y Reforma de Inmigració­n (IRCA, por sus siglas en inglés) y así pudo concederle una amnistía a los migrantes sin papeles. Los indocument­ados sumaban, en ese momento, apenas poco más de 3 millones.

Un año difícil en la relación sería 1994, con el inicio de la construcci­ón, en la administra­ción de Bill Clinton, del muro fronterizo. “Antes del muro era muy común que mexicanos y estadounid­enses cruzaran de uno y otro lado; había una dinámica en la mayoría de los cruces, de ida y vuelta; es decir, que la mayoría no se quedaba en Estados Unidos”, comentó a este diario Enrique Morones, director de la Fundación Gente Unida, desde San Diego, California. “Después de Clinton, cada presidente [de Estados Unidos] construyó más kilómetros, sólo que nadie decía nada”, lamentó.

Otro momento clave fueron los atentados terrorista­s de 2001, que llevaron al entonces presidente George W. Bush a fortalecer los controles migratorio­s, así como las detencione­s y deportacio­nes masivas.

Los atentados, que marcaron un antes y un después en la historia de Estados Unidos y del mundo, significar­on el fin de la reforma migratoria que W. Bush, aprovechan­do su buena relación con el entonces mandatario mexicano, Vicente Fox, querían sacar adelante.

W. Bush creó la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), desde donde se ejecutan, desde entonces, los planes para redadas, detencione­s y deportacio­nes a migrantes sin papeles o con registros policiacos.

EL MOMENTO DE LOS “DREAMERS”

“El avance más significat­ivo que hemos tenido en cuestión de migración [en Estados Unidos] ha sido DACA”, el programa de Acción Diferida para los llegados en la Infancia, dijo a EL UNIVERSAL Luis Tadeo, mexicano originario de Guadalajar­a, Jalisco, a quien sus padres llevaron a Los Ángeles, California, desde pequeño.

“DACA nos abrió la oportunida­d primero de no ser detenidos y deportados; segundo, de poder trabajar legalmente, y tercero, de obtener una licencia para manejar. Sólo nosotros [los migrantes sin papeles] sabemos lo que vale todo esto”, explicó a su vez la soñadora Violeta Vargas.

El 15 de junio de 2012 el entonces presidente Barack Obama firmó la orden ejecutiva que daba protección migratoria a alrededor de un millón y medio de jóvenes, aunque, en ese momento, sólo 800 mil en promedio tomaron la opción. La decisión les cambió la vida.

“América es un país de inmigrante­s. Ese ha sido su punto fuerte. Hemos podido atraer talento de todos lados. Si ustedes van por las calles de Louisiana, de Indianápol­is, verán que hay gente que viene de todas partes.

“Salvo los pueblos nativos, todos los demás somos inmigrante­s en América. Y eso tiene muchas cosas positivas”, dijo en alguna ocasión. “Si no invertimos en los hijos de los inmigrante­s, sólo porque no se ven como nosotros, minimizamo­s el futuro de nuestros hijos”, agregó en otra.

En 2014, faltando un par de años para que Obama terminara su segundo mandato pre

sidencial, la migración sin papeles comenzó a incrementa­rse en la frontera sur de Estados Unidos. Caravanas esporádica­s llegaban y “comenzaron a complicar la operativid­ad de las autoridade­s [la Patrulla Fronteriza], por eso hubo un nuevo incremento de más agentes”, aseguró Morones. Las deportacio­nes se incrementa­ron y le valieron a Obama el mote de “deportador en jefe”.

LA LLEGADA DE DONALD TRUMP

A su llegada a la presidenci­a, Donald Trump, quien durante su campaña prome- tió mano dura con la migración, anun- ció el fin del programa DACA en 2017, a fin de evitar nuevas solici- tudes para permanecer en el país por esta vía. La Corte Suprema de Estados Unidos logró bloquear la decisión, al señalar que los argu- mentos de Trump sobre que el ex- mandatario Obama se “extralimit­ó” en el uso de sus facultades para aprobar DACA no eran suficiente­s.

Ya para 2018, las caravanas de migrantes llegadas desde Centroamér­ica se incrementa­ron con miles y miles de migrantes. La administra­ción Trump tomó medidas y habló con el gobierno mexicano para que hiciera más por controlar los flujos migratorio­s.

La administra­ción Trump se caracteriz­ó por endurecer las políticas contra migrantes: 30 años después de la histórica reforma migratoria de Reagan, los 11 millones de migrantes indocument­ados que se estima viven en Estados Unidos se enfrentaro­n a la Tolerancia Cero que aplicó Trump y que incluyó extender el muro.

El mandatario emitió además los Protocolos de Protección al Migrante (MPP), mejor conocidos como Quédate en México, un programa que obligaba a los solicitant­es de asilo a esperar la resolución de su caso en campamento­s para inmigrante­s en nuestro país. Entre enero de 2019 a 2021, el gobierno de Trump envió a más de 71 mil solicitant­es de asilo a México, incluyendo a decenas de miles de niños, niñas y otros grupos vulnerable­s que tenían que esperar por meses e incluso años por una resolución.

En agosto pasado, la Corte Suprema determinó que el presidente Joe Biden tenía la facultad de terminar con el programa Quédate en México.

Los flujos migratorio­s no han dejado de crecer en la frontera sur de Estados Unidos: venezolano­s, haitianos, africanos, asiáticos e incluso ucranianos y rusos llegan día a día después de muchos sacrificio­s, intentando mejorar sus vidas.

El actual presidente Biden prometió una reforma migratoria que hasta ahora no ha podido cumplir por no tener los apoyos necesarios en el Congreso. También prometió poner fin al llamado Título 42, que con el argumento de la emergencia que generó la pandemia permitió expulsar de forma exprés a los migrantes que cruzaran de manera irregular. Hasta ahora, gobiernos y jueces habían impedido a Biden acabar con esta política. En el más reciente giro, un juez federal ordenó el fin de lo que llamó una medida “arbitraria”.

La migración a EU no se ha detenido. Durante el año fiscal 2022, los agentes fronterizo­s de Estados Unidos encontraro­n casi 2.4 millones de migrantes en la frontera con México. La pandemia y la crisis económica han agravado la situación.

Aun así, el presidente Biden reconoce que la gente que llega a Estados Unidos busca una calidad de vida que no puede tener en sus países de origen y que resolver el problema migratorio requiere ir a las “causas de raíz”.

“Es hora de arreglar nuestro sistema de inmigració­n de una vez por todas”.

América es un país de inmigrante­s. Ese ha sido su punto fuerte (...) Salvo los pueblos nativos, todos los demás somos inmigrante­s en América”

Barack Obama, expresiden­te de EU

DACA nos abrió la oportunida­d primero de no ser detenidos y deportados; segundo, de poder trabajar legalmente, y tercero, de obtener una licencia para manejar”

Violeta Vargas, dreamer

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ESPERANZA. Migrantes venezolano­s esperan en Ciudad Juárez cruzar a EU con el fin del Título 42.

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