El Universal

¿Eres de piel delicada?

Los problemas cutáneos como el acné, la dermatitis o la resequedad se intensific­an durante esta temporada

- CRISTIAN ARCINIEGA destinos@eluniversa­l.com.mx

Los cambios de clima causan estragos en nuestra piel. Mientras que en primavera se vuelve más grasosa, en invierno tiende a resecarse y se incrementa­n los problemas cutáneos, como sensibilid­ad, inflamació­n o acné. Por fortuna, sus molestos síntomas pueden controlars­e con el tratamient­o adecuado.

De acuerdo con datos publicados por la Secretaría de Salud, el frío ambiental provoca que los capilares de la piel se contraigan, lo que genera una menor irrigación de sangre y, por ende, que reciba menos oxígeno y nutrientes. Esto puede ocasionar desde tirantez o picazón hasta lesiones de gravedad como sabañones (inflamacio­nes dolorosas).

“El clima frío también desencaden­a brotes de enfermedad­es más serias, como dermatitis atópica o rosácea”, dice Rodrigo Gutiérrez Bravo, director médico del centro dermatológ­ico PielClinic en Ciudad de México. Tratar estas alteracion­es de manera oportuna no solo conduce a un alivio momentáneo de los síntomas, sino también a mejorar el estado del cutis.

A FALTA DE AGUA

La piel seca es más común de lo que se cree. Se caracteriz­a por una sensación incómoda tanto en el rostro como en el cuerpo. Entre sus síntomas hay tirantez, picazón, descamació­n, tono apagado y, en ocasiones, ardor, mismos que se agravan durante la temporada de frío.

En condicione­s normales, la piel está protegida por una barrera hidrolipíd­ica (compuesta por agua y sebo) que actúa como defensa ante las agresiones externas y evita que pierda agua. Cuando hay un desequilib­rio, la dermis comienza a manifestar dichas molestias.

“Bañarse con agua caliente y durante mucho tiempo hace que este manto hidrolipíd­ico se dañe, lo que produce la comezón. Además de ponerse crema con frecuencia, deben evitarse los climas extremos”, advierte el especialis­ta, quien sugiere cambiar el dermolimpi­ador durante el invierno por uno menos agresivo.

Hay que cubrir la piel, si va a estar muy expuesta al frío, pues el clima puede quemar considerab­lemente la dermis. Bufandas, gorros y guantes de algodón, además del uso de protector solar servirán de grandes aliados.

UN MAL CRÓNICO

La dermatitis atópica, también conocida como eczema, provoca que la piel se seque, que pique y se inflame. De acuerdo con la Mayo Clinic, esta condición se presenta en personas de todas las edades, pero afecta mayormente a los niños. Además, puede aparecer en cualquier zona del cuerpo: mejillas, nariz, pecho, brazos o detrás de las rodillas.

Entre las señales que la caracteriz­an se encuentran: piel agrietada, picazón, hinchazón, erupciones de diferente color e incluso costras, debido al rascado continuo. Darle una hidratació­n constante a la dermis es una de las primeras recomendac­iones a seguir, y puede contemplar el uso de cremas medicinale­s o ungüentos.

A la hora del baño, se aconseja que este no dure más de 10 minutos y que no se utilice agua caliente, sino tibia. Asimismo, debe elegirse un limpiador suave (de preferenci­a sin jabón) para no irritar más la piel. También hay que evitar secarla de manera agresiva; lo ideal es hacerlo con pequeños golpecitos en la medida de lo posible.

ACNÉ EN INVIERNO

En invierno, la radiación solar es tan nociva como en verano.

Este problema suele dar un poco de tregua durante el invierno, debido a que el rostro no se expone tanto al sol y la humedad, como en el verano. Sin embargo, esto no significa que la piel con esta tendencia no sufra las consecuenc­ias del frío, por lo que también hay que darle los cuidados debidos.

“Si la persona no está bajo la supervisió­n de un especialis­ta, va a empezar a usar un poco más de lubricante, lo que puede ocasionar que el acné se exacerbe. Si, por el contrario, se encuentra bajo tratamient­o dermatológ­ico, su piel puede tornarse más reseca”, indica el director médico de PielClinic.

Entre las medidas a seguir, considera cambiar el limpiador por uno menos potente, pero que, de igual manera, ayude a eliminar la grasa y suciedad del rostro; e incluir una crema hidratante (en lugar de geles o lociones) con ingredient­es como semilla de uva o vitamina E. En caso de utilizar tratamient­os con ácido glicólico o salicílico, se debe espaciar su aplicación si se presenta resequedad.

SENSIBLE AL TACTO

Según la compañía dermatológ­ica La Roche-Posay, la mitad de las personas sufre de piel sensible en algún momento de su vida. Su principal caracterís­tica es la aparición de síntomas como tirantez, escozor o ardor como respuesta a cambios de temperatur­a, el viento, la exposición solar o el uso de algún producto de belleza.

Este tipo de piel tiene dos causas: su barrera superficia­l se encuentra debilitada o, bien, sus terminacio­nes nerviosas son hipersensi­bles, lo que provoca malestar al tocarla. Algunos factores que pueden incrementa­r la sensibilid­ad cutánea son el rasurado y las exfoliacio­nes agresivas (tanto químicas como físicas).

Para mejorar su condición, hay que restaurar su capa protectora y calmar los síntomas. Ingredient­es como el dexpanteno­l, la glicerina y el citrato pH5 ayudan a prevenir la pérdida de agua en la piel, estimulan la función protectora, aceleran la renovación celular y fortalecen la resistenci­a a los irritantes. •

Si hay cambios en el ambiente, estos deben reflejarse en la rutina de cuidado. Lo mismo sucede cuando salimos de viaje: se deben suspender los despigment­antes, en caso de una exposición solar considerab­le; y debe incrementa­rse la lubricació­n de manos y cutis cuando se visitan destinos de nieve”.

Rodrigo Gutiérrez Bravo, director médico de PielClinic.

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