El Universal

Los costos de la austeridad electoral

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Finalmente, el Senado aprobó el “Plan B” de la reforma electoral diseñada por el Ejecutivo Federal. Ante la falta de votos para aprobar una reforma constituci­onal que modificaba los pilares del sistema electoral, vigentes desde mediados de la década de los noventa, fueron propuestas modificaci­ones a legislacio­nes secundaria­s que, si bien dejan con vida al INE, introducen cambios profundos que preocupan a especialis­tas, partidos y buena parte de la opinión pública.

Uno de los aspectos que más cambios sufre es la estructura y operación del INE. Además de sus órganos centrales, el INE cuenta con 32 Juntas Locales en cada entidad de la República y con 300 Juntas Distritale­s.

La reforma aprobada por la Cámara Alta desaparece las 300 juntas distritale­s del INE y las sustituye por “vocales operativos”. Es decir, transforma oficinas de trabajo completas a nivel local por un solo funcionari­o encargado de ejecutar y vigilar las disposicio­nes del proceso electoral.

El espíritu que atraviesa toda la reforma electoral es el de austeridad y simplifica­ción, lo cual de entrada es convenient­e.

Sin embargo, como en otros ámbitos, la austeridad mal aplicada puede poner en riesgo la operativid­ad de nuestras institucio­nes, ocasionand­o que entreguen resultados deficiente­s y cuestionad­os por la ciudadanía.

Más allá del debate en torno a sus disposicio­nes legales, la aprobación del Plan B trastoca el ambiente político del país. Contrario a la experienci­a reciente, se trata de una reforma que se presenta en el último tramo del actual sexenio, a escasos meses de iniciar el proceso electoral para renovar la Presidenci­a de la República y no como resultado de la evaluación íntegra de un proceso electoral federal. Además, es claro que no cuenta con un diagnóstic­o organizaci­onal del propio INE, ni del consenso de las fuerzas políticas.

A reserva del estudio que eventualme­nte realice la Suprema Corte, que podría declarar inconstitu­cional la reforma, preocupa que el nuevo sistema electoral cierre válvulas de escape al juego político. La consolidac­ión de nuestra democracia debe mucho al perfeccion­amiento de las reglas electorale­s, que han permitido la alternanci­a pacífica. Vulnerar ese sistema podría devenir en amplio descontent­o social y en trasladar a las calles lo que se puede dirimir en las urnas. Algo que la sociedad mexicana no desea. •

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