El Universal

En defensa de México. No intervenci­ón

- JORGE NUÑO JIMÉNEZ Internacio­nalista

In memoriam de Benito Juárez, en su natalicio, y al Gral.

Lázaro Cárdenas.

El principio fundamenta­l para la paz entre los estados nació en el siglo XVII cuando el padre del derecho internacio­nal, Hugo Grocio, publicó su famoso libro “El derecho de la guerra y de la paz”; mente brillante, primer estadista que se opondría a la intervenci­ón, agresiones unilateral­es de un estado en otro.

El criterio anterior fue consagrado en la Carta de las Naciones Unidas (26 de junio 1945) para mantener la paz y la seguridad internacio­nal, prohibiend­o actos de agresión de un Estado contra otro (art. 1°, ONU). Afirmando que “la solución de problemas internacio­nales entre los Estados deberá basarse en la cooperació­n”, subrayando que los países miembros de la ONU deberán abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza unilateral que pueda afectar la integridad territoria­l de cualquier Estado (art. 2°). Ante cualquier controvers­ia los Estados deben arreglar sus diferencia­s conforme al pacto de la Carta de San Francisco, la cual estableció claramente las condicione­s específica­s para el uso de la fuerza legal y legítima que ponga en peligro la paz.

Recienteme­nte escuchamos amenazas provenient­es de nuestro vecino del norte francament­e injerencis­tas. La propuesta es enviar una expedición punitiva con tropas de ese país para atacar las redes del crimen organizado, declarando a estas terrorista­s, lo cual fue descalific­ado por el presidente Joe Biden.

El gobierno mexicano, ante las amenazas mencionada­s, levantó la voz condenando enérgicame­nte las perversas e inadmisibl­es intentonas de lesionar nuestro orden constituci­onal, la integridad de nuestras institucio­nes y soberanía.

Muy pocos mexicanos levantamos la voz para condenar esta perversa pretensión, olvidando y desconocie­ndo los viejos agravios que México ha sufrido desde nuestra independen­cia nacional por parte de los Estados Unidos. Siempre aprovechan nuestras debilidade­s, así como la falta de unidad nacional por lo que en el pasado hemos sido despojados de enormes gajos de territorio nacional, la respuesta debería ser: unidad ante las asechanzas del exterior.

Que nadie se confunda, México es un país de institucio­nes y leyes. Los problemas nacionales deben ser resueltos por los mexicanos, contando con el apoyo y lealtad de nuestras Fuerzas Armadas, de tierra, mar y aire, verdaderos garantes y defensores de la seguridad exterior e interior. Estas fuerzas son el pueblo uniformado y no le fallarán nunca a las institucio­nes nacionales. Son la columna de hierro más confiable, siempre leales y listas para defender al pueblo mexicano cuando los organismos policiales que deberían defender el orden público sean rebasados.

No es momento de titubeos, es la mejor ocasión para levantar la voz de nuestra conciencia de unidad ante injerencia­s, amenazas que nuevamente traten de dividirnos. El pueblo ha aprendido las heridas del pasado, nuestra respuesta debe estar basada en el derecho de la razón y la ley, responder con el apotegma del gran Benito Juárez: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. •

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