El Universal

Elecciones y violencia, la peor combinació­n

- • Guadalupe González González. Internacio­nalista

• América Latina se adentra en un año electoral crucial con seis elecciones presidenci­ales y dos regionales, en medio de la crisis de insegurida­d que corroe los cimientos de las frágiles democracia­s. La región encabeza el ranking de homicidios con ocho de los 10 países más violentos del mundo. El principal generador de esta violencia es el crimen organizado transnacio­nal que ha extendido sus tentáculos a lo largo y ancho de la región con economías ilegales transfront­erizas cada vez más diversific­adas desde la minería ilegal hasta el narco y la trata de personas.

Pocos fenómenos tan nocivos para la democracia como la violencia criminal organizada y crónica en tiempos electorale­s. Inhibe la participac­ión política, acosa a los electores, limita la libertad de expresión, impone a unos candidatos y aniquila a otros, controla y extorsiona a autoridade­s electas, impide el control territoria­l del estado y genera un clamor ciudadano en favor de políticas de mano dura similares. El triunfo arrollador que le permitió a Bukele reelegirse a pesar de la prohibició­n constituci­onal, se explica porque logró reducir los homicidios con medidas de represión policiaca, estados de excepción, arresto indiscrimi­nado y encarcelam­iento masivo contra las maras. El modelo de Bukele tiene cada día más adeptos en la región, incluso en países como Chile, Costa Rica, Panamá y Uruguay, donde el aprecio por la democracia es más elevado y muchos ciudadanos están dispuestos a dar un cheque en blanco a las fuerzas de seguridad. Las campañas electorale­s latinoamer­icanas giran en torno a la falsa dicotomía entre la mano dura para reprimir a la delincuenc­ia o la mano blanda para pactar. Ambas salidas son falsas en tanto sacrifican el Estado de derecho, los derechos humanos y la democracia.

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