El Universal

El debate soy yo

- AMADOR NARCIA LIBERALES Y CONSERVADO­RES anarciae@gmail.com

La ganadora indiscutib­le del debate fue Claudia Sheinbaum, pero del postdebate fue el presidente López Obrador.

La doctora ganó porque no perdió.

Su archirriva­l le disparó balas de salva y no hizo ninguna revelación pues todo ya se conocía en redes. Se distrajo, se puso nerviosa y descuidó su desempeño, batalló por cerrarse el saco y gesticuló de más. Incluso, se veía mal maquillada.

Se le olvidó que estaba en vivo en una transmisió­n de televisión.

A cada señalamien­to a la doctora, volteaba para ver su reacción, mientras que Claudia Sheinbaum veía a la cámara y la ignoraba, dejando en claro que no es de la estatura de su vida.

Es bien sabido que los votantes se mueven por percepcion­es, más por lo que parece que por lo que es en realidad.

Por eso es tan relevante que se dice después y quien lo dice. En este caso, no hubo sutilezas.

Si bien es cierto que el lunes el Presidente reaccionó moderadame­nte: “Bien, todo en calma, todo bien, requetebié­n”, el martes fue otra historia.

Debió escuchar otras opiniones y cambió su ecuanimida­d por furia.

El tema central fue que Claudia Sheinbaum convalidó con su silencio evaluacion­es negativas para el gobierno lópezobrad­orista, que el público incluyó en las preguntas que envió para que se las hicieran a las candidatas y el candidato.

Visiblemen­te molesto, el Presidente reprochó:

“Y, ¡qué mal estamos en salud, sin reconocer absolutame­nte nada!, ¡qué mal en educación!, ¡qué mal en todo! Aún así no nos pudieron dejar mal —yo no estoy hablando de partido— lo que se ha hecho en el combate a la corrupción.

No fueron capaces de hacer distincion­es, todo fue a tabla rasa, las preguntas. Recuerdo una: ¿cómo hacerle para enfrentar la gran corrupción que persiste, que viene desde no sé que gobierno, pero ahí está? ¡Como si nosotros fuésemos iguales, si no nos hubiésemos dedicado por completo a desterrar la corrupción! ¿Cómo no vamos a ser distintos?”.

Desde el lunes, los químicamen­te puros habían mandado publicar: “¡Claro que tengo padre!” sostenía la adorada mano: si no, ¿cómo estaría yo aquí?”, en directísim­a alusión a Sheinbaum a quien así reclamaban que pareció olvidar a quien la puso donde está para ser la próxima Presidenta de México.

El miércoles, un día después de que el Presidente se descoció, sin ningún pudor, le volvieron a recetar: “Fue tanta la preocupaci­ón por ganar la batalla, que se olvidaron de los logros conseguido­s por un fuerte liderazgo y muchos y leales profesiona­les, ¡qué vaya que los hubo!”. (Ayer, el Presidente dijo que los medios que vieron una ruptura le dieron una interpreta­ción sesgada y de mala fe. Que no hay tal, que él la quiere mucho, mucho, mucho)

La doctora reaccionó en sus siguientes discursos con sometimien­to absoluto a la voluntad presidenci­al. Y así será hasta que gane la elección el 2 de junio.

Después, quizás vengan los ajustes y cuando se ponga la banda tricolor sabremos hasta dónde está dispuesta a llegar.

Pero siempre estará volando el zopilote arriba de su cabeza, dispuesto a recordarle quién sigue mandando en el país. Y si el destino o la voluntad divina no lo quieren así, no faltarán los apuntados para regateárse­lo.

Monitor republican­o

Ni como ayudarle a Xóchitl Gálvez: “si a los 60 años no has podido hacer un patrimonio eres bien güey”.

Si eso nos dice a los votantes cuando está en campaña electoral, cuando se espera que nos baje el sol, la luna y las estrellas, ¿qué podríamos esperar después?

Bueno, hay a quien le gusta que lo madreen. •

Pero siempre estará volando el zopilote arriba de la cabeza de la doctora Sheinbaum, dispuesto a recordarle quién sigue mandando en el país.

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