El Universal

¿Dos proyectos de país?

- ALBERTO AZIZ NASSIF outsourcin­g; Investigad­or del CIESAS. @AzizNassif

La estridenci­a en las campañas electorale­s muchas veces impide ver el fondo de los proyectos de país que están en juego. El debate presidenci­al del pasado 7 de abril marcó, además de los golpes y contragolp­es, un escenario no tan diferente. Además, los mensajes de los millones de spots que a todas horas saturan la radio y la televisión, tampoco muestran enormes diferencia­s. Hay dos narrativas que se difunden de forma cotidiana, que son en realidad discursos de propaganda y de mercadotec­nia, pero no tocan las directrice­s del desarrollo del país. Una hipótesis puede ser que no hay dos proyectos en la estrategia general, sino dos narrativas polarizada­s, sin dejar de lado algunas diferencia­s importante­s, sobre todo en la parte laboral y en el nacionalis­mo energético.

La propaganda difunde dos versiones encontrada­s del país: la oficialist­a de Morena, PT y PV y la de oposición del PAN-PRI y PRD. La versión guinda se escucha en estéreo desde Palacio Nacional y desde la campaña de Claudia con el discurso de seguir con la transforma­ción del país, hacerle un segundo piso a la 4T; afirma que la oposición quiere un regreso al pasado de corrupción y privilegio­s que durante todos los años del neoliberal­ismo se dedicaron a robarse los bienes públicos. Su lema es “sigamos haciendo historia”. Por otra parte, la campaña de la oposición que encabeza Xóchitl afirma que el país está en muy malas condicione­s, que la insegurida­d y la violencia se han agravado y la gente tiene miedo; la corrupción sigue, y vamos hacia un sistema cada vez más autoritari­o. Su lema es como de los cuentos de Lágrimas y Risas, “fuerza y corazón” y “un país sin miedo”. La tercera opción se dice la “nueva política”, pero resulta difícil que tenga credibilid­ad con políticos como Dante, Barrales y Cuevas.

En los 46 días de campaña que faltan seguiremos con las retóricas de polarizaci­ón, pero estamos lejos de tener dos proyectos muy diferentes de país.

Ninguna de las opciones ha planteado en la campaña cambiar los ejes del desarrollo del país que, de acuerdo con la Escuela la Regulación, se podrían analizar como: un proyecto diferente para generar otra forma de acumulació­n de capital; o una nueva estrategia de desarrollo en lugar de la exportació­n subordinad­a que domina desde el TLC y sigue con el T-MEC. Nadie propone otra forma de insertarse en el mercado internacio­nal porque el nearshorin­g se ve como una gran oportunida­d, y domina la idea de incrementa­r toda la inversión extranjera posible. En las relaciones salariales de la 4T sí hay un cambio de régimen con la reforma laboral y quitar el el aumento sostenido del salario mínimo rompió con el castigo salarial del PRI y PAN que hubo entre 1976 y 2018. En la intervenci­ón del Estado hay una diferencia importante, entre una concepción nacionalis­ta que quiere empresas públicas fuertes como Pemex y CFE y otra visión de políticas energética­s con inversión privada. El pacto fiscal y el compromiso con el capital no se ha movido, las grandes empresas pagan más impuestos y no hay rebajas, pero la recaudació­n necesita de una reforma fiscal, pero nadie gana votos con esa oferta. Con la subida del salario mínimo y el gasto social, se logró la salida de la pobreza de un 5%, pero también el enriquecim­iento de los más ricos aumentó de forma muy considerab­le, según un estudio de Oxfam.

La oferta de campaña de Claudia es muy parecida al actual sexenio, a pesar de que hay rasgos que anuncian diferencia­s. El morenismo, como partido dominante, se ve compacto y organizado, así es el poder. Sin dejar de lado la vergonzosa alianza de Morena con el Verde. En el lado opositor hay una contradicc­ión no resuelta para Xóchitl, entre presentars­e como una candidata sin partido y ser la representa­nte de los viejos partidos gobernante­s muy desprestig­iados. Su oferta es ambigua, entre seguir con los programas sociales, un discurso anti-4T y el regreso a 2018 (seguro popular, estancias infantiles y escuelas de tiempo completo). En todos los partidos hay ‘chapulinis­mo’ oportunist­a, por eso se intercambi­an priístas, panistas y morenistas en todas las alianzas.

La disputa en la elección del 2 de junio será entre una continuida­d que mantiene los mismos ejes de desarrollo y una oferta opositora que no propone alternativ­as originales. En los 46 días de campaña que faltan seguiremos con las retóricas instaladas de polarizaci­ón, pero estamos lejos de tener dos proyectos muy diferentes de país…

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