Claves para una crianza empática
Aunque no hay un manual universal de crianza, siempre ayuda tener una guía en el camino
No se nace sabiendo ser madre, y es cuando llegan los hijos que se descubre que es un proceso de aprendizaje continuo, pues cada etapa tiene sus desafíos y cuando parece que ya se tiene todo “bajo control” surge algo nuevo.
Tampoco es una tarea fácil, “requiere de mucha paciencia, sobre todo, si queremos hacer las cosas diferentes”, como señala Unicef en su “Guía para la crianza de niñas, niños y adolescentes desde el amor y el buen trato”.
Si la meta es ejercer una maternidad consciente y positiva, es necesario cultivar relaciones que estén basadas en el amor, el respeto y la comprensión, pero ¿cómo hacerlo? Estas 10 pautas te darán una orientación efectiva en el camino de formar hijos felices y preparados para enfrentar los retos de la vida.
TRABAJA EN TUS HERIDAS
En la infancia, consciente o inconscientemente, recibimos una o varias heridas emocionales, señala el psicoterapeuta Roberto Rocha en “Sanando las heridas de la infancia”.
Esto impacta en cómo nos relacionamos y nuestros mecanismos de defensa, por lo que reconocerlas y trabajarlas es vital para una crianza consciente. Identifica patrones de comportamiento y toma medidas para transformarlos, desde leer sobre el tema hasta buscar acompañamiento terapéutico.
PRIORIZA TU AUTOCUIDADO
Ser mamá es vivir bajo presión y esto muchas veces se traduce en descuidar el bienestar propio, explica la psicóloga Tania Trueba. “El mito de la supermamá es una expectativa que resulta irreal pero muy común que coloca una carga desproporcionada en las mujeres”, por lo que es muy importante perder el miedo de pedir ayuda en el día a día, aceptar la imperfección y cuidar de la salud tanto física como mental.
Date tiempos para actividades de autocuidado físico, mental y emocional, como leer un libro o ir por un café con una amiga, hacer ejercicio o tomar algún curso, entre otras actividades, pues “no puedes cuidar de tus hijos adecuadamente si no te cuidas a ti misma”, indica la experta.
PROMUEVE HÁBITOS SALUDABLES
Las rutinas proporcionan a los hijos un “sentido de orden y previsibilidad, el cual es esencial para el crecimiento cognitivo, emocional y social. A través de rutinas consistentes, los niños aprenden habilidades valiosas como la organización, priorización y resolución de problemas”, de acuerdo con la psicóloga infantil Miriam Vega.
Establecer horarios para la alimentación, el sueño y la higiene crea un ambiente predecible, estable, que promueve el bienestar de todos los integrantes de la familia, ya que facilita la organización del tiempo y con esto se crean espacios destinados a las madres para el autocuidado y el equilibrio familiar.
APRENDE SOBRE LAS ETAPAS DEL DESARROLLO
Cada niño es único, y también lo es la experiencia de cada madre. Sin embargo, los expertos tienen parámetros claros del desarrollo físico y mental desde el nacimiento, y conocerlos es una gran herramienta para darnos perspectiva y más paciencia al momento de abordar distintas situaciones. También es un factor clave para fortalecer el vínculo entre padres e hijos y facilitar una crianza más empática.
Sigue expertos en redes sociales con credenciales comprobables en el tema, lee libros, escucha pódcast o ve videos para incrementar tu conocimiento y aplicarlo en tu día a día.
VALIDA SUS EMOCIONES
Validar las emociones “es hacerle sentir al otro que no está mal sentir. No nos vamos a pelear con las emociones”, dice Paulina Sánchez, psicóloga infantil (conocida como Psicóloga Pau en redes sociales).
Por eso, cuando se usan frases como “no te sientas así”, “no te enojes”, “no llores”, se transmite que “sentir está mal y le quitamos la oportunidad de que aprenda a identificar qué es lo que está sintiendo en el momento”, indica Sánchez. Permitirle expresar sus sentimientos sin juicio le ayuda a desarrollar una sana autoestima y le enseña a manejar sus emociones de manera constructiva.
EVITA LAS COMPARACIONES
Reconoce y acepta que cada niño tiene su propio ritmo de desarrollo y sus propias habilidades. Por eso, evita comparar a tu hijo con otros o poner exigencias poco realistas, ya que esto puede generar presión innecesaria y ansiedad. Permítele cometer errores, explorar sin temor, fomentando así su resiliencia y autoaceptación. Adicionalmente, celebra sus logros individuales y evita la codependencia emocional, al recordarle que tu amor no está condicionado a sus logros y que su felicidad es su responsabilidad principal.
“Es necesario reorientar las expectativas: no se trata de que la niña sea ingeniera o médico. Se trata de que sea feliz y debemos estar atentas a cuáles son sus capacidades y qué le hace disfrutar”, comenta Armando Bastida, fundador de “Criando con sentido común”.
SÉ COHERENTE EN TUS ACCIONES
“La coherencia es un factor clave de la crianza positiva, y por eso es importante que a los actos sigan las consecuencias”, indica Unicef en sus guías de crianza positiva.
Los niños aprenden observando nuestras acciones más que nuestras palabras, por lo que es importante que nuestros comportamientos reflejen los valores que deseamos transmitir: si no se quiere que los hijos levanten la voz, los padres no pueden comunicarse con gritos y malas palabras, o esperar que nos cuenten todo con confianza si como padres no nos comunicamos con ellos. También implica ser fiel a los compromisos.
FOMENTA LA AUTONOMÍA
La terapeuta Virginia Satir explica en su libro
que “es necesario que los padres se unan al niño en el descubrimiento de su personalidad”, un proceso que es constante.
Parte de esto es permitir que los pequeños tomen decisiones y asuman responsabilidades de acuerdo con su edad y capacidad, lo que promueve su autoestima y confianza en sí mismos, ya que la autonomía les brinda la oportunidad de aprender y crecer a su propio ritmo, fortaleciendo su capacidad de enfrentar los desafíos que se presentan en la vida.
SÉ ABIERTA Y ACEPTA LA IMPERFECCIÓN
Toda madre quiere hacer lo mejor posible para sus hijos y evitar equivocarse, muchas veces queriendo controlar cada detalle, pero hay que reconocer que la perfección es inalcanzable para padres e hijos, y habrá similitudes y diferencias en cada uno.
Sin embargo, esto también da la oportunidad de cultivar una atmósfera de aceptación y amor incondicional en el hogar, pues podemos enfocarnos en crecer juntos y dar a los niños un sentido de seguridad y pertenencia que perdurará a lo largo de sus vidas.