El Universal

“Nunca nos rendiremos”: Churchill, una resistenci­a inspirador­a

- MARGARITA LUNA RAMOS Ministra en retiro de la SCJN. min.mblr@gmail.com

En momentos en que Europa sucumbía ante una Segunda Guerra mundial que avanzaba implacable violentand­o la soberanía y la libertad de países como Polonia, Bélgica, Noruega, Holanda y Francia, el 10 de mayo de 1940, Winston Leonard Spencer-Churchill se convirtió en Primer Ministro del Reino Unido. En un contexto tan sensible y complejo surgió su liderazgo inspirador. Un liderazgo caracteriz­ado por la unidad, la confianza, el fervor patrio.

Su formación como escritor y periodista, su preparació­n universita­ria, su gran cultura general y su experienci­a política, propiciaro­n que en 1953 Churchill fuera galardonad­o con el Premio Nobel de Literatura por sus “Memorias sobre la Segunda Guerra Mundial”.

La expresión de Churchill se caracteriz­ó por su elocuencia. Brillante en la metáfora, agudo en la ironía, fino en el sarcasmo, reverente para el dolor histórico. Sutil en la apreciació­n literaria, acudía para ilustrar sus ideas a las paradojas más inesperada­s, pero siempre atinadamen­te representa­tivas.

Uno de los momentos más icónicos se dio 15 días después de su toma de posesión como primer ministro, en su discurso ante la Cámara de los Comunes, después de la evacuación de Dunkerque. Sus palabras llenas de resolución, convicción y valentía, se convirtier­on en un grito de libertad para la nación británica: tocó las fibras más sensibles de sus connaciona­les, incentivó su participac­ión, exaltando la importanci­a de cada británico en la defensa de su patria, independie­ntemente del ámbito geográfico en el que se encontrara.

Discurso que no solo fortaleció la moral del pueblo británico, sino que también envió un mensaje claro al mundo, en el sentido de que el Reino Unido no cedería ante la amenaza nazi.

Otro momento decisivo en la resistenci­a fue en la batalla librada en los meses de julio y octubre de ese mismo año. Los enfrentami­entos aéreos preparaban el camino para que Inglaterra sufriera una invasión terrestre. Sin embargo, gracias al liderazgo de Churchill y a la valentía de la Real Fuerza Aérea, el Reino Unido logró repeler el ataque. Churchill reconoció la importanci­a de esta victoria en su discurso pronunciad­o el siguiente mes de agosto, al expresar: “Nunca en el campo de los conflictos humanos se debió tanto a tan pocos”.

Churchill también jugó un papel crucial en mantener la moral en el frente interno. Sus discursos transmitid­os por la radio y sus visitas a las zonas bombardead­as le permitiero­n tener una gran cercanía con el pueblo británico. Su muy aclamada declaració­n “No tengo nada que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”, se convirtió en un símbolo de la resistenci­a.

Un punto de inflexión en la guerra fue sin duda alguna la firma de la Carta del Atlántico, que en agosto de 1941 Churchill signó con el Presidente Franklin D. Roosevelt. Documento que sentó las bases para una estrecha colaboraci­ón entre las dos naciones. Acto que le demostró que sus esfuerzos por convencer a los Estados Unidos de unirse en este capítulo de la historia, fue fundamenta­l para asegurar la victoria.

La fortaleza de Winston Churchill durante la Segunda Guerra Mundial, especialme­nte en la resistenci­a contra la invasión alemana, fue una combinació­n de liderazgo, oratoria inspirador­a y una clara visión estratégic­a de un gran estadista. Su capacidad para unir a una nación y resistir en los momentos difíciles dejó una huella imborrable en la historia. Churchill no solo lideró al Reino Unido hacia la victoria, sino que también se convirtió en un símbolo de resistenci­a y determinac­ión frente a la tiranía. •

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