Cuando la sangre se enferma
Cada año, en nuestro país se diagnostican alrededor de 195 mil 500 casos de cáncer en sus diferentes tipos, calcula la Secretaría de Salud. Este padecimiento se divide en dos grandes grupos: los tumores sólidos, como los de mama; y los de la sangre, como la leucemia. Aun cuando este último tipo de cáncer es más común en la infancia y la adolescencia, no exenta a los adultos de presentarlo.
“Hay leucemias agudas y crónicas. Las primeras son sumamente agresivas y evolucionan muy rápido. Incluso, pueden matar a una persona en unas cuantas semanas si no recibe tratamiento de manera oportuna. Las segundas, por otro lado, permiten a los pacientes vivir durante más tiempo. Su desarrollo es más lento y no son tan agresivas”, explica Luis Antonio Meillón García, médico especialista en hematología.
Dentro de las leucemias crónicas, una de las más comunes en México y los países de Latinoamérica es la de tipo mieloide, considerada una enfermedad de adultos, pues el promedio de edad de los casos en Estados Unidos y Europa es de 50 años, mientras que en nuestro país se concentra alrededor de los 40 años.
Este tipo de cáncer, de acuerdo con información de la Sociedad Estadounidense contra el Cáncer, se origina en determinadas células productoras de sangre de la médula ósea. En la leucemia mieloide crónica (LMC), se genera un cambio genético en una versión temprana de células mieloides, las cuales producen glóbulos rojos, plaquetas y la mayoría de los glóbulos blancos, excepto los linfocitos.
Las células leucémicas crecen y se dividen, además de que se acumulan en la médula ósea y se extienden a la sangre. Es por ello que una de sus principales manifestaciones es el aumento en el número de glóbulos blancos en este líquido. Con el tiempo, las células pueden invadir otras partes del cuerpo, por ejemplo, el bazo.
“Este padecimiento no da síntomas en un principio, aunque los leucocitos se van acumulando. Conforme progresa, suele haber mucho cansancio, además de que el bazo empieza a crecer, lo que produce dolor, así como molestias en el abdomen. Es entonces cuando los pacientes buscan ayuda médica”, menciona el médico hematólogo Luis Antonio Meillón García.
Análisis de sangre: un hemograma completo ayuda a conocer el número de diferentes tipos de células en la sangre.
Pruebas de médula ósea: la biopsia y aspiración permiten recoger muestras de este tejido para su examinación.
Fuente: Mayo Clinic
en personas adultas
Las células del cáncer, como cualquier otra célula, tratan de sobrevivir. Con la quimioterapia, se destruye un porcentaje muy grande de éstas. Las pocas que quedan son genéticamente inestables y mutan de manera constante, lo que les confiere resistencia. Es por ello que se desarrollan medicamentos más potentes, para aquellos pacientes que no responden al tratamiento. El gran reto ha sido entonces aumentar la potencia de eficacia sin incrementar los efectos adversos”,
Otras señales que pueden aparecer, de acuerdo con Mayo Clinic, son sangrado fácil, dolor de huesos, efecto de saciedad después de comer poco, pérdida del apetito, disminución de peso involuntaria, sudoración excesiva durante el sueño o sensación de presión debajo de las costillas izquierdas.
UN PADECIMIENTO TRATABLE
En 2017, durante un viaje, María Antonieta Román sufrió un sangrado y empezó a sentirse demasiado cansada. Al poco tiempo, notó que comenzaba a perder peso: casi dos kilos por mes. Debido a que se haría un implante dental, tuvo que realizarse una biometría hemática. ¡Oh, sorpresa! Los resultados mostraron un conteo de leucocitos muy elevado. Un vecino que es médico revisó sus estudios y, de inmediato, le recomendó hacerse pruebas en otro laboratorio. Fue él quien le dijo que padecía leucemia y que no perdiera tiempo en buscar a un hematólogo. Una vez atendida por el especialista, su diagnóstico tardó menos de una semana en llegar: tenía leucemia mieloide crónica.
“Cuando me enteré de la noticia quería correr, quería tener una respuesta”, narra la sobrecargo retirada de 72 años. Pero no todo fueron malas noticias. Entre el miedo y la incertidumbre, el médico le comentó que gozaba de buena condición a pesar de la enfermedad y, por ello, comenzaron rápidamente con el tratamiento.
El primer medicamento suministrado le ayudó a bajar su número de leucocitos a la mitad en solo
La LMC hace que la médula ósea produzca glóbulos blancos en
exceso. 15 días. A un mes de tomarlo, consiguió alcanzar casi los niveles normales de estas células en la sangre. No obstante, los efectos secundarios fueron muy notorios al principio: sudoración excesiva, pérdida de cabello y ojos muy hinchados.
“Después de casi dos años con ese medicamento tuve que cambiar a otro, debido a que no alcanzamos la meta buscada por el especialista. Con el segundo fármaco vinieron reacciones secundarias más fuertes, entre ellas, dolor de huesos, mucha debilidad y malestares de cabeza”, cuenta.
Hoy, a seis años de que le fuera diagnosticada leucemia mieloide crónica, a María Antonieta se le suministra un cuarto medicamento, cuyos efectos secundarios son menores y el cual, además, le permite llevar una vida completamente normal para su edad. A sus 72 años, se mantiene activa con la práctica de actividad física.
“Influye mucho cómo uno mismo sobrelleva este padecimiento. He aprendido a convivir con la enfermedad sin victimizarme. Eso sí, no puedo dejar por ningún motivo el medicamento y requiero hacerme estudios cada tres meses”, comparte a manera de recomendación para quienes viven con leucemia mieloide crónica. El tratamiento de esta afección empieza con una terapia dirigida, la cual emplea medicamentos para atacar sustancias químicas específicas dentro de las células cancerosas. En la mayoría de los casos, la terapia busca ayudar a conseguir una remisión a largo plazo de la enfermedad”, subraya Viviam Ubiarco, directora médica de Novartis México. •