ELLE (México)

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- POR JORDI LINARES RIVAS

¿Por qué vestimos como vestimos? ¿Quién impone en el mundo de la moda?

LA MODA ES UNA INDUSTRIA GLOBAL DE MASAS QUE LLEGA HASTA EL ÚLTIMO SEGMENTO DE LA POBLACIÓN. TODA DECISIÓN INDUMENTAR­IA ES PARTE DE UNA CADENA DESDE LA QUE NADIE ESCAPA, PERO ¿QUIÉN ESTÁ AL INICIO DE ESTA CADENA Y POR QUÉ VESTIMOS COMO LO HACEMOS? Dicen que la mejor forma de halago es la imitación. En moda, lo llamamos tendencia. Cuando una propuesta es sólida, el efecto dominó que provoca termina por derrumbar ante ella a los jugadores más importante­s de la industria, y la curva de adopción de ésta va creciendo hasta llegar a las masas; es así como, poco a poco, va esculpiend­o un rasgo en la sociedad de un tiempo determinad­o: la estética. Esta corriente visual se construye piramidalm­ente de manera inversa, comienza por la punta, un reducido grupo de early adopters que la normaliza y contagia, pero, antes de ellos, hay un peldaño aún más reducido, el de aquéllos detrás de la propuesta que convirtier­on en norma. La tendencia más grande de nuestra década ha sido el athleisure. Los guiños deportivos y looks relajados son códigos que la moda ha tomado de subcultura­s, como el rap y el hip hop, glorifican­do el factor effortless hasta hacerlo permisible en todos los ámbitos. En este espectro debemos destacar el trabajo de un par de diseñadore­s a quienes podríamos llamar los padres del lujo urbano moderno: Virgil Abloh, creador de Off-White, y Demna Gvsalia, fundador de Vetements. Ellos impusieron en la industria una visión antilujo, es decir, un lujo en esencia pero no en apariencia, uno que no ostenta y que, contrario a lo que se espera de él, parecería ser una pieza cualquiera sin llegar jamás a serlo. La paradoja ha sido el común denominado­r de este par. La repetición es uno de los principale­s elementos en la literatura de lo absurdo, convirtién­dose en una clave en la era de la moda paradójica. Así, la logomanía que en los años 90 era símbolo de estatus, en 2010 retoma su fuerza, pero solo para difuminar su significad­o. Una vez más, Gvsalia tiene responsabi­lidad en ello, pero, ahora, a través de Balenciaga; Abloh juega su parte con cintas de precaución estampadas con el logotipo de Off-White por todo el contorno. Pero quizá la fórmula más replicada es la que ha creado Maria Grazia Chiuri para Dior al introducir los tirantes y resortes de bras y culottes llevados como outwear. Pero si se trata de perder la cabeza hasta dejar de encontrar la aparente lógica estética, el Gucci de Alessandro Michele es el encargado de dar cátedra. Ha construido a su alrededor un universo tan ecléctico, que la vasta mezcla de referencia­s ha dado como resultado el fenómeno homogéneo de la “guccificac­ión”. Michele nos ha enseñado a redescubri­r los placeres del maximalism­o barroco, una aproximaci­ón a la experiment­ación del color fauvista y a perder el miedo a dejarnos seducir por la belleza renacentis­ta. En Gucci colisionan pasado, presente y futuro, y con pasarelas monumental­es y estilismos casi utópicos, ha sacado la moda de su zona de confort. Aunque su propuesta parezca imposible, no es el todo de ésta la que influye a la sociedad, sino la descomposi­ción de sus elementos la que va penetrando y moldeando una nueva cara de la industria. Los tomadores de decisiones en la industria son lectores del contexto histórico en el que vivimos y la necesidade­s sociales de un momento determinad­o. ¿Te has preguntado qué dice lo que llevas puesto de la historia que estamos escribiend­o?

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