actuelle
Gucci y la diversidad.
Gucci vive un momento digno de analizar en su historia. Lo que hasta hace poco más de un par de años reconocíamos como esta firma, tenía que ver con el estilo hipersexualizado que Tom Ford creó para la firma italiana junto en la década de los noventa con Carine oitfeld. Ford puso en práctica las corrientes minimalistas dominantes con un elemento confrontacional para exhibir lo que “debería permanecer oculto”, desde tangas con eslabones en forma de G que se asomaban de pantalones sastres, a aperturas en vestidos que casi dejaban ver la entrepierna de quien los usaba. Más tarde, la directora creativa Frida Giannini y la diseñadora Alessandra Facchinetti tuvieron periodos más o menos exitosos, pero la marca de lujo había perdido la popularidad que había ganado entre los jóvenes la década anterior. Fue la llegada de Alessandro Michele en 2015 lo que posicionó de nuevo a Gucci como un indicador de lo que se vuelve deseable, ahora entiéndase como viral; y no ha sido suerte. Michele es extensivo en sus referencias y diseña con personajes específicos en mente. Algunas veces mezcla imágenes de ciencia ficción con elementos sobrenaturales de distintas culturas, y otras imagina cómo se vería una generación de jóvenes ingleses excéntricos. Todo convive al mismo tiempo en atuendos que hay que examinar con profundidad: bordados de lentejuelas en pantalones deportivos, abrigos con efectos trompe l oeil, joyería excesiva, tocados y sus muy exitosos zapatos sport con detalles de lujo. Michele diseña desde la posmodernidad. Entiende que sus consumidores crecimos viendo ersey Shore, comiendo sushi y leyendo nuestro horóscopo en internet. Somos una generación que compramos –y nos educamos– a través de las redes sociales, lo que nos da la capacidad de entender cada referencia. Su mezcla de épocas y culturas se desmenuza y a veces refuerza en los desfiles. Y ahí es cuando regresa a la idea del personaje. ¿Cómo se vería la chica intelectual en 2019? ¿ ué se pondría el deportista del salón? ¿Y el rockstar? oland Barthes explica en a muerte del autor que todos los trabajos literarios –y también así pueden clasificarse las colecciones de moda– son el resultado de la mezcla infinita de referencias, son intertextos. Entonces un autor está solamente acomodando y traduciendo el estado actual de la cultura. Pero Michele sabe que este update no lo puede hacer solo. Su apuesta por representar diferentes culturas no se hace desde la banalidad. Por eso ha integrado el trabajo de otros creativos y modelos a la firma que han ayudado a conectar de manera genuina con los jóvenes. Dapper Dan, el famoso sastre de Harlem que en los ochenta usaba textiles con imitaciones de marcas de lujo para confeccionar trajes a raperos y bandas, colaboró con la firma el año pasado. Ignasi Monreal, Alex Merry y Jayde Fish han ilustrado libros, campañas, textiles y hasta paredes enteras con los escenarios oníricos que salen de la mente de Alessandro. Glen Luchford lo hace en las imágenes y videos de niveles de producción épicos en los que jóvenes recorren centros comerciales vacíos, viajan a diferentes galaxias lejanas o estelarizan un musical de los años treinta, cuarenta y cincuenta al mismo tiempo. The uture Is luid, el documental de Jade Jackman producido en conjunto con Chime for Change, cuestiona, a través de testimonios de jóvenes entre 15 y 25 años, las divisiones de género. Otro tema que la marca busca representar de la manera más abierta posible es lo femenino o masculino, el cual se lleva en los desfiles y fuera de ellos. Su activa participación en amp otes on amp, la exposición del Costume Institute en el MET en la que Michele fue anfitrión, es un ejemplo. La marca abraza abiertamente lo camp, un término que se refiere a aquello que no podríamos considerar elevado, que le pertenece al pueblo, específicamente a la comunidad LGBTTTI , quien lo acuñó originalmente, y que tiene un trasfondo de espectacularidad. Igual que su proyecto más reciente, el lanzamiento de Gucci Beauty, con una colección de lipsticks, una campaña fotografiada por Martin Parr en la que vemos a modelos con dentaduras normales y para nada perfectas, que subraya otros estándares de belleza. Al final somos nosotros quienes vamos escribiendo la historia. Y si algo hay que respetar de Michele es su interés por cambiar el discurso. Sabe que la representación importa y al buscar la inclusión en universos que parecen vintage, cambia también nuestra propia percepción de momentos históricos que ahora estamos cuestionando.