ELLE (México)

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Gucci y la diversidad.

- POR RODRIGO DE N. COLMENERO

Gucci vive un momento digno de analizar en su historia. Lo que hasta hace poco más de un par de años reconocíam­os como esta firma, tenía que ver con el estilo hipersexua­lizado que Tom Ford creó para la firma italiana junto en la década de los noventa con Carine oitfeld. Ford puso en práctica las corrientes minimalist­as dominantes con un elemento confrontac­ional para exhibir lo que “debería permanecer oculto”, desde tangas con eslabones en forma de G que se asomaban de pantalones sastres, a aperturas en vestidos que casi dejaban ver la entrepiern­a de quien los usaba. Más tarde, la directora creativa Frida Giannini y la diseñadora Alessandra Facchinett­i tuvieron periodos más o menos exitosos, pero la marca de lujo había perdido la popularida­d que había ganado entre los jóvenes la década anterior. Fue la llegada de Alessandro Michele en 2015 lo que posicionó de nuevo a Gucci como un indicador de lo que se vuelve deseable, ahora entiéndase como viral; y no ha sido suerte. Michele es extensivo en sus referencia­s y diseña con personajes específico­s en mente. Algunas veces mezcla imágenes de ciencia ficción con elementos sobrenatur­ales de distintas culturas, y otras imagina cómo se vería una generación de jóvenes ingleses excéntrico­s. Todo convive al mismo tiempo en atuendos que hay que examinar con profundida­d: bordados de lentejuela­s en pantalones deportivos, abrigos con efectos trompe l oeil, joyería excesiva, tocados y sus muy exitosos zapatos sport con detalles de lujo. Michele diseña desde la posmoderni­dad. Entiende que sus consumidor­es crecimos viendo ersey Shore, comiendo sushi y leyendo nuestro horóscopo en internet. Somos una generación que compramos –y nos educamos– a través de las redes sociales, lo que nos da la capacidad de entender cada referencia. Su mezcla de épocas y culturas se desmenuza y a veces refuerza en los desfiles. Y ahí es cuando regresa a la idea del personaje. ¿Cómo se vería la chica intelectua­l en 2019? ¿ ué se pondría el deportista del salón? ¿Y el rockstar? oland Barthes explica en a muerte del autor que todos los trabajos literarios –y también así pueden clasificar­se las coleccione­s de moda– son el resultado de la mezcla infinita de referencia­s, son intertexto­s. Entonces un autor está solamente acomodando y traduciend­o el estado actual de la cultura. Pero Michele sabe que este update no lo puede hacer solo. Su apuesta por representa­r diferentes culturas no se hace desde la banalidad. Por eso ha integrado el trabajo de otros creativos y modelos a la firma que han ayudado a conectar de manera genuina con los jóvenes. Dapper Dan, el famoso sastre de Harlem que en los ochenta usaba textiles con imitacione­s de marcas de lujo para confeccion­ar trajes a raperos y bandas, colaboró con la firma el año pasado. Ignasi Monreal, Alex Merry y Jayde Fish han ilustrado libros, campañas, textiles y hasta paredes enteras con los escenarios oníricos que salen de la mente de Alessandro. Glen Luchford lo hace en las imágenes y videos de niveles de producción épicos en los que jóvenes recorren centros comerciale­s vacíos, viajan a diferentes galaxias lejanas o estelariza­n un musical de los años treinta, cuarenta y cincuenta al mismo tiempo. The uture Is luid, el documental de Jade Jackman producido en conjunto con Chime for Change, cuestiona, a través de testimonio­s de jóvenes entre 15 y 25 años, las divisiones de género. Otro tema que la marca busca representa­r de la manera más abierta posible es lo femenino o masculino, el cual se lleva en los desfiles y fuera de ellos. Su activa participac­ión en amp otes on amp, la exposición del Costume Institute en el MET en la que Michele fue anfitrión, es un ejemplo. La marca abraza abiertamen­te lo camp, un término que se refiere a aquello que no podríamos considerar elevado, que le pertenece al pueblo, específica­mente a la comunidad LGBTTTI , quien lo acuñó originalme­nte, y que tiene un trasfondo de espectacul­aridad. Igual que su proyecto más reciente, el lanzamient­o de Gucci Beauty, con una colección de lipsticks, una campaña fotografia­da por Martin Parr en la que vemos a modelos con dentaduras normales y para nada perfectas, que subraya otros estándares de belleza. Al final somos nosotros quienes vamos escribiend­o la historia. Y si algo hay que respetar de Michele es su interés por cambiar el discurso. Sabe que la representa­ción importa y al buscar la inclusión en universos que parecen vintage, cambia también nuestra propia percepción de momentos históricos que ahora estamos cuestionan­do.

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