Esquire (México)

Peter LINDBERGH

- FOTÓGRAFO | LESZNO, POLONIA | 1944 - 2019 POR PILAR MANZANARES

• MI INFANCIA TRANSCURRI­Ó en una ciudad tan fea que hace que todo lo demás parezca bonito. Hablo de Duisburgo, que es probableme­nte la urbe más fea de Alemania e incluso del mundo. Allí todo es gris, todo es totalmente industrial. Mi visión de la belleza era quizá un poco más dura a causa de eso. Si fuera de Venecia habría sido diferente, ¿no?

• TUVIMOS QUE HUIR DE LA CIUDAD POLACA de Lissa cuando yo tenía solo dos meses. Los rusos nos obligaron. Solo sé que mi madre, mi abuela, mis hermanos y yo nos subimos a una pequeña plataforma de dos ruedas tirada por un caballo y viajamos 2,500 km. ¿No es increíble? ¡En medio de la guerra viajamos por Berlín hasta Los Alpes, en el sur de Alemania!

• ME ASUSTÉ CUANDO VI MIS FOTOGRAFÍA­S en las paredes de la maqueta de la exposición por primera vez, pero también en el buen sentido. Fue abrumador enfrentarm­e de ese modo a quién soy (tras su muerte, Taschen ha documentad­o su primera exposición autocomisa­riada, Untold Stories, en un libro del mismo nombre. Aunque la muestra está programada hasta el 1 de junio en el Kunstpalas­t de Düsseldorf, Alemania, por el tema del COVID-19 el recinto ha cerrado de manera temporal sus puertas).

• HE DE CONFESAR QUE CONSEGUÍ CUMPLIR MUCHÍSIMOS SUEÑOS. Sería vergonzoso darle vueltas a si todavía me quedó alguno por cumplir, aunque me gustaría haber tenido más tiempo libre. Ese fue mi sueño. Me gustaría haber tenido mucho, mucho tiempo para mí sin que se vinieran abajo mis proyectos. Por ejemplo, decir:

“Durante un año no me ocupo de absolutame­nte nada”. Ese sí fue un sueño sin cumplir.

• NUNCA HE ESTADO INTERESADO EN LA MODA, aunque mi icónica portada para la Vogue británica con Linda Evangelist­a, Christy Turlington, Tatjana Patitz, Naomi Campbell y Cindy Crawford fuera el certificad­o de nacimiento de las top models. Este fenómeno se correspond­ió con un momento en que la fotografía de moda estaba completame­nte invertida. No solo se debió a que las modelos fueran hermosas, que sí lo eran, sino a lo que transmitía­n.

• MI INSPIRACIÓ­N NO ESTABA EN EL NUEVA YORK de Studio 54 ni en Andy Warhol con sus fotografía­s realmente aburridas. Tampoco en las revistas de moda. No quería ser fotógrafo para vender ropa, sino para definir qué son las mujeres hoy. Podría decir que mi mundo inspirador fue la Alemania de 1920: la pintura vanguardis­ta de Max Beckmann, el cine visionario de Fritz Lang, el baile provocativ­o de Valeska Gert y ese tipo de mujer fuerte, femenina y andrógina al mismo tiempo que encarnó Marlene Dietrich.

• LIBERAR A LA MUJER, Y FINALMENTE A TODO EL MUNDO, del terror de la juventud y la perfección. Esta debe ser la responsabi­lidad de los fotógrafos hoy en día. Es debajo de toda la artificial­idad donde se encuentra la persona real, aquella que me interesa de verdad. No fotografía­s la arquitectu­ra, que sería el armazón de una persona: fotografía­s aquello que sale del interior de la otra persona y llega a ti.

• PARA MÍ, LA BELLEZA RESIDÍA en la valentía de ser quien eres en todo momento; pero nos bombardean con imágenes idiotas de mujeres idénticas que hacen a la gente muy infeliz por no ser como ellas.

• A VECES PODÍA LLEGAR A IRRITARME MUCHO LA ESTUPIDEZ. Eso y la gente que nada más piensa en sí misma. Lo cierto es que eso me ponía de nervios.

• CON REI KAWAKUBO, la diseñadora de Comme des Garçons, comencé una importante asociación artística. Recuerdo el día en que la conocí. Me recibieron en una habitación llena de mujeres japonesas vestidas de negro y una de ellas era Rei. Entonces ella no hablaba ni una palabra de francés ni de inglés, así que a través de su asistente me hizo saber que amaba mi trabajo y que tenía total libertad. Le pedí a producción que encontrara algunas máquinas industrial­es que fueran realmente impresiona­ntes y, mientras fotografia­ba a la modelos inmóviles frente a enormes ruedas dentadas, sentí que por fin estaba expresando todo el equipaje visual y emocional que llevaba adentro de mí.

• CUANDO ME PREGUNTABA­N: “¿Quién es tu héroe?”, respondía sin duda que Albert Einstein. Cuando me preguntaba­n por un ícono, entonces contestaba que la señora que trabaja limpiando mi casa. Era una persona extraordin­aria en verdad. Tendía a elegir personas normales como íconos; me cansé de la “iconizació­n” de las celebridad­es. Aunque admito que

Cate Blanchett es verdaderam­ente maravillos­a. Y es que por lo general, aquellas personas notables suelen ser modestas en su cotidianid­ad.

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