El nuevo orden mundial del Martini
El coctel por excelencia solía contenerse dentro de sus límites. Actualmente, es la manera más cool de explorar nuevos territorios
AL PEDIR UN MARTINI TE PUEDEN PREGUNTAR: ¿Con gin o vodka? ¿Agitado? ¿Seco? ¿Con aceitunas?
Tal vez es el ritual de la hospitalidad –el ingrediente implícito de cada martini– lo que le transforma en la vaca sagrada de la cultura de los cocteles. Trata al martini con respeto y él también te respetará.
Hay una belleza cautivadora en la personalización de los viejos estándares del martini, aunque es como tratar de experimentar en los límites de la música clásica: algo casi imposible. El martini es un invento norteamericano, ¿cierto? ¿Pero al prepararte uno debes sentir como si escucharas música clásica? El tiempo pasa. La juventud se rebela (y olvida). Gracias a un creciente número de nuevos bartenders que le brindan menos relevancia al pasado donde el martini ha sido encasillado, en esta era –al fin– comienza a tener el mismo efecto que famosos inventos norteamericanos –el jazz y el punk rock, entre otros ejemplos–, y sigue evolucionando (por fortuna).
Hoy en día, encontrarás martinis que reflejan la diáspora de los bebedores, como la bomba de sabores que es el martini MSG de Bonnie’s, restaurante americano-cantonés de Brooklyn, o uno con una mezcla de sojus coreanos en Naro en Rockefeller Center. Te darás cuenta de la influencia de la destreza culinaria que poseen los mejores bares, como el martini Old Bay del Yatch Club de Denver, o algo completamente inesperado, como un martini de tequila en Beverly Hills en el bar Dante.
¿Tequila? ¿En un martini? Para mí, eso es todavía entrar en las reglas. La esencia del martini no es el vodka o la ginebra. Un martini es como la lluvia o el océano. Es transparente, frío y tiene el poder de despejar tu mente. De hecho, crear martinis que hagan referencia al mar o a una cascada se ha convertido en una competencia entre los baristas. El martini es como un reinicio para la vida moderna en una copa. Y un tequila blanco cumple con esa meta bastante bien.
En la Ciudad de México no puedes dejar pasar el “martini perfecto” de Café de Nadie. Israel Barón de Casa Prunes sirve uno que hasta James Bond elogiaría. Maison Artemisia y Bijou son dos bares que se destacan por sus martinis y Marco Dorantes prepara un gran martini en Wallace Whisky Bar.
Ahora, también hay quienes solo ponen cócteles en copas de martini y dicen que lo son. Yo estoy a favor de la innovación, pero debes marcar tu límite en algún momento. Así que hemos creado unas cuantas reglas. Puedes estar de acuerdo o no, pero ahí mismo yace la belleza de una bebida donde la hospitalidad es un ingrediente: el cliente siempre tiene la razón. Excepto cuando quieren jugo de arándano en su martini. Eso es un cosmopolitan.