EL MISTERIO SE LOS RECUERDOS
LOS RECUERDOS SON EL SUSTENTO DE NUESTRA IDENTIDAD. SIN EMBARGO, CONTRARIO A LO QUE CREEMOS, RARA VEZ REPRESENTAN CON EXACTITUD LA MANERA COMO LAS COSAS REALMENTE SUCEDIERON. ¿POR QUÉ? PORQUE PARA CONSTRUIRLOS NUESTRO CEREBRO LICÚA PARTE REALIDAD Y PARTE
Existen dichos populares que no siempre reflejan la realidad. Dos de ellos son: “Los niños siempre dicen la verdad” y “Los recuerdos nunca mueren”. Ni todos los niños siempre dicen la verdad, ni todos nuestros recuerdos pasan la prueba del tiempo. Pero los recuerdos que sobreviven no siempre son la fuente más confiable de las experiencias que vivimos.
Suele suceder que varias personas que comparten la misma experiencia la recuerdan cada una de diferente manera. Y cuando lo platican, todos están seguros de que tienen la razón y los demás están equivocados.
Para subrayar la rareza de la naturaleza de los recuerdos, el poeta Mario Benedetti escribió que “El recuerdo tiene manos, nubes, estribillos, calles, labios, árboles y pasos”.
¿A qué se debe que olvidamos algunas cosas mientras que otras las recordamos a la perfección?
Karim Nader, neurocientífico de la Universidad McGill, ha comprobado que los recuerdos no son referencias 100 por ciento confiables. Según los resultados de su investigación no es posible que traigamos recuerdos a nuestra memoria sin modificarlos.
¿HASTA DÓNDE PODEMOS CONFIAR EN NUESTROS RECUERDOS?
Nuestra memoria registra un sabor, un sonido, un aroma, unas palabras o una imagen. Pero las circunstancias y emociones alrededor de ese recuerdo son, en buena medida, producidas por una de las facultades más fascinantes de nuestro cerebro: la inagotable imaginación.
Los recuerdos son el eje y cimiento de nuestra identidad. Y aunque esta nos convierte en seres únicos en medio de semejantes que no son idénticos entre sí, por cuestiones tanto voluntarias como involuntarias, nuestra identidad, que no es una cualidad inmutable, se mantiene en un proceso constante de remodelación.
Nuestros recuerdos son como una sopa de varios ingredientes. Según Martin Conway, Director de Psicología en la City University de Londres, “son al mismo tiempo reales y ficticios”. Afirma que están organizados en dimensiones. En un extremo se relacionan directamente con nuestra experiencia del mundo y en el otro están teñidos por lo que somos al margen de la realidad, es decir, nuestro alter ego. Aunque de manera excesiva, esta noción está claramente presentada en la película Fight Club, donde Tayler Durden (Brad Pitt) un personaje extremadamente atractivo y carismático, es el alter ego del narrador (Edward Norton), un tipo común y corriente.
LOS NIÑOS VIVEN EN SU PARAÍSO SIN MEMORIA
Los científicos se refieren a los primeros tres años de la vida como “amnesia infantil”, más coloquialmente conocida como la edad de la magia. En ese período el niño carece de conciencia reflexiva y atraviesa por una etapa de intenso aprendizaje, pero hoy se sabe que la gente no percibe los recuerdos como tales sino a partir de los cinco años. Y una de las razones es que en esa etapa aún no se cuenta con el recurso del lenguaje, que va de la mano con los recuerdos, porque sin el lenguaje no es posible ni estructurarlos, ni describirlos, ni retenerlos.
Un adulto, al intentar remontarse a los primeros tres o cuatro años de su infancia, no está seguro de sus recuerdos; es únicamente capaz de evocar fragmentos desconectados, hechos aislados, impurificados por fotos, sueños o cuentos que le contaba su mamá, entre otros innumerables posibles elementos. Entre los 24 y los 30 meses un bebé que se mira en el espejo es capaz de reconocer el “yo” en la imagen frente a él, y de los cinco años en adelante empieza a acumular recuerdos reales de su vida.
ENTRE MEJOR LENGUAJE, MEJORES RECUERDOS El nivel de dominio del lenguaje está directamente ligado a la capacidad de estructurar y retener recuerdos, así como a su grado de precisión. Quienes poseen una capacidad verbo-lingüística más desarrollada tienen mayores posibilidades de acumular un mayor número de recuerdos más claros y completos que quienes están limitados en ese aspecto.
Investigaciones realizadas en la Universidad de Mannheim en Alemania, muestran que llegada la noche, un adulto puede recordar hasta 15 hechos sucedidos durante el día. Al tratar de recordar lo que pasó un día antes, se acuerda únicamente de cinco o seis acontecimientos. Pero si después de transcurridos 30 días le preguntan “¿Qué hechos recuerdas del miércoles 12 del mes pasado?”, quizá no logrará recordar ninguno.
Con el paso del tiempo los hechos más relevantes tienden a permanecer en la memoria, pero, aunque la persona se sienta segura de que las cosas pasaron tal y como las recuerda, esos eventos contienen, en alguna medida, elementos inventados.
LOS FALSOS RECUERDOS
“Me parece que los recuerdos falsos son fabulosos,” observa Martin Conway. “A mí me encantan”. Dicho eso, explica que no son falsos como consecuencia de que los inventamos deliberadamente, sino porque el cerebro los va transformando a través del tiempo con el propósito de apoyar algunos aspectos importantes de nuestra identidad personal. Y, aunque la gente defiende a capa y espada sus recuerdos, siempre hay uno o dos que le parecen sospechosos porque no son del todo congruentes a la luz del contexto general.
El famoso difusor científico español, Eduardo Punset, relata que un amigo suyo le platicaba que en la Segunda Guerra Mundial una bomba estalló al lado de la casa donde su familia vivía en Londres. Y de pronto su hermano lo interrumpió para decir que no era verdad. “Desde el principio hasta el fin de la guerra –aseguró– nuestros papás nos mandaron a vivir con familiares fuera de Londres”.
En ese momento se desató una discusión en la que cada uno defendía vehementemente la única versión en la que confiaba: la que le ofrecen sus recuerdos.
RECUERDOS SOSPECHOSOS
Son aquellos de los que no estamos
NUESTROS RECUERDOS SON AL MISMO TIEMPO REALES Y FICTICIOS PORQUE COMBINAN NUESTRA EXPERIENCIA DEL MUNDO Y LO QUE SOMOS AL MARGEN DE LA REALIDAD. ESTE FENÓMENO SE PRESENTA EN FIGHTCLUB, DONDE TYLER DURDEN (BRAD PITT) ES EL ALTER EGO DEL NARRADOR, EDWARD NORTON.
completamente seguros, justamente porque incluyen elementos que no pueden ser ciertos. “Por citar un ejemplo evidente –señala Conway–, un hombre recordaba que siendo niño estaba con su mamá en el parque viendo cómo una familia de dinosaurios en tránsito bordeó una colina y continuó su trayecto”. Aunque obviamente es una situación imposible, la persona se sentía conflictuada porque su memoria le indicaba que en realidad sucedió.
En casos de padecimiento sicológico, hay recuerdos traumáticos que, aunque emocionalmente intensos, son falsos, pero que sostienen mensajes significativos para nosotros, y por eso la memoria los defiende y los conserva. Cuando estamos sumergidos en una fuerte experiencia emocional nos encontramos en desequilibrio, por lo que nuestra percepción del mundo está más relacionada con nuestro estado interior que con la realidad. Una de las consecuencias de esta situación es que nuestros recuerdos se construyen sobre esas mismas bases, por lo que tienden a ser parcial o totalmente falsos.
RECUERDOS FRAGMENTARIOS
Las probabilidades de que logremos conservar recuerdos completos en nuestro interior son casi nulas. Los recuerdos son como fotos que ilustran algunos momentos separados de la experiencia, o como piezas sueltas de un rompecabezas. Para recordar se necesita tanto tiempo como la duración real que tuvo la experiencia, por lo que estamos acostumbrados a recordar sólo algunos fragmentos de ciertas vivencias. Si pudiéramos recordarlo todo, pasaríamos la totalidad de nuestro tiempo recordando. A eso se debe que, mediante asombrosas y aún desconocidas técnicas de “edición”, el cerebro selecciona los fragmentos de los episodios que nos resultan más relevantes y esos son los que permanecen en la memoria.
RECUERDO FOTOGRÁFICO
El término fue inventado a principios de los setenta por el profesor Roger Brown de la Universidad de Harvard.
Cada día se producen en el mundo innumerables hechos noticiosos, y hoy más que nunca, gracias a las nuevas tecnologías de la información, cada año estamos expuestos a miles de ellos. Nadie recuerda en dónde estaba, qué estaba haciendo, con quién estaba o qué ropa traía puesta cuando escuchó esas noticias. Pero cuando alguna de ellas nos causa un verdadero impacto, queda registrada en la memoria como un “recuerdo fotográfico”. Todos tenemos alguno. Algunas de las noticias más impactantes a nivel mundial han sido la bomba de Hiroshima; las muertes de Elvis, John Lennon, Freddie Mercury o Michael Jackson; la caída de las Torres Gemelas, la muerte de Lady Di o más recientemente la elección de Donald Trump, el Nobel de Bob Dylan, la victoria de Grand Slam número 18 de Roger Federer o la remontada más grande de la historia lograda por los New England Patriots para ganar el Super Bowl 2017. Aunque pasen los años y sigamos recordando la noticia que más nos emocionó o conmocionó, hay cosas que olvidamos, así como detalles imprecisos o completamente falsos.
NUESTRO CEREBRO TRABAJA INCANSABLEMENTE PARA AYUDARNOS
Kia Nobre, neurocientífica laureada con base en la Universidad de Oxford, afirma que “Nuestro cerebro es un receptáculo que almacena cosas y ordena toda la información que le llega y se mantiene permanentemente haciendo predicciones y proyecciones con el propósito de definir las expectativas que son importantes para nosotros, así como el cuándo y el dónde se cumplirán”. Funcionando a base de agudos sensores cognitivos, realiza el complejo trabajo de mutar su grado de respuesta y excitabilidad ante los distintos estímulos, dependiendo de nuestras expectativas de cada momento. Aunque no tengamos conciencia de ello, este intenso proceso se gesta permanentemente.
Kia subraya que lo que vemos y queda almacenado en la memoria difiere mucho de la realidad tal cual es. No obstante, esa parte de la realidad que percibimos y queda registrada en el archivo de recuerdos, nos es útil en la vida. En otras palabras, nuestro cerebro no trabaja precisamente de manera objetiva, sino que funciona a nuestro favor identificando lo que nos conviene para finalmente almacenarlo combinando lo sucedido con algunos elementos de ficción. De esta manera produce una tercera versión de la realidad en la que confiamos ciegamente porque para nosotros es la única y la verdadera.
RELATIVIDAD DEL TIEMPO CEREBRAL
El tiempo de los recuerdos no coincide con el tiempo real. Al enfrentar un gran sufrimiento o sentirnos amenazados por un peligro terrible, como un accidente que nos pone al filo de la muerte, el tiempo pasa despacio.
Del tiempo y el espacio, que son las dos dimensiones de la realidad, el espacio es flexible y el tiempo inelástico, inflexible. Un ejemplo de la flexibilidad espacial son los cambios radicales que pueden sufrir las dimensiones del cuerpo humano al pasar de la anorexia a la obesidad o viceversa. Entretanto, por la inflexibilidad del tiempo, es imposible que la marcha de las horas, minutos
KIA NOBRE, UNA DE LAS NEUROCIENTÍFICAS MÁS CONNOTADAS DEL MUNDO, AFIRMA QUE NUESTRO CEREBRO, QUE TRABAJA PERMANENTEMENTE A NUESTRO FAVOR, METE “MANO NEGRA” MEZCLANDO REALIDAD CON FICCIÓN PARA CREAR LOS RECUERDOS QUE QUEDARÁN ALMACENADOS EN NUESTRA MEMORIA. AUNQUE PARCIALMENTE FALSOS O INCLUSO COMPLETAMENTE DISTORSIONADOS RESPECTO A LO QUE REALMENTE SUCEDIÓ, TIENEN EL PROPÓSITO DE SERNOS ÚTILES EN LA VIDA.
y segundos sea interrumpida o alterada. Técnicamente el tiempo es algo lineal, riguroso y predecible.
Sin embargo, las emociones o el impacto de una situación especial pueden influir sobre la manera en que el cerebro percibe el tiempo. Si estamos felices, nos parece que pasa rápido, pero si estamos enfrentando un gran sufrimiento, sentimos que transcurre lentamente.
Para explicar este fenómeno, el escritor José Saramago dice simplemente que el tiempo matemático y el tiempo psicológico no coinciden en absoluto.
Nuestra experiencia de percepción de la vida es un círculo de influencias mutuas entre tres gestiones: percibir la realidad, realizar una acción y abrir la memoria. Únicamente guardamos en la memoria aquello que es importante, memorable. Los recuerdos cambian constantemente nuestra manera de percibir el mundo.
¿POR QUÉ NUESTRO CEREBRO ELIGE UN DETERMINADO RECUERDO?
Kia Nobre explica que cuando nos trazamos un propósito, nuestro cerebro prepara todo lo que es relevante para el desempeño de la tarea e inicia automáticamente la operación de memory search con el fin de encontrar un recuerdo que nos pueda ayudar a alcanzar la meta.
La remembranza que busca es de aquella ocasión en la que fue intentado realizar algo similar y cometimos un error que lo echó todo a perder. Al evocar esa experiencia nuestra reacción natural será tratar de evitar aquella equivocación para que las cosas nos salgan mejor. Por el contrario, si en el pasado tuvimos un acierto que nos ayudó a materializar exitosamente nuestro objetivo, el cerebro escogerá un recuerdo que nos puede dar luz para que esta vez actuemos de manera similar para aumentar nuestras probabilidades de repetir el éxito. Esta colección de recuerdos constituye el famoso aprendizaje conocido como “experiencia”.
LA INTUICIÓN ES PARTE DEL PAQUETE
La científica hace énfasis en que cuando estamos frente a una disyuntiva y debemos tomar una decisión, es recomendable hacer caso de lo que nos dice la intuición, que, en muchas ocasiones puede sernos más útil que el pensamiento racional.
“Nuestra intuición es el resultado de un largo proceso de aprendizaje que está basado en una inmensa colección de recuerdos”.
Kia considera que en la mayoría de los casos estamos inconscientemente preparados para enfrentar las distintas opciones y oportunidades, y poder así reaccionar apropiadamente gracias a que tenemos un conjunto de recuerdos que nos permiten optimizar nuestro comportamiento en cada momento.
SÓLO RECORDAMOS LO QUE IMPACTÓ NUESTRA EXISTENCIA
Cuando recordamos, lo que hacemos es revivir los momentos que causaron un impacto poderoso en nuestras vidas. Que el recuerdo quede registrado depende de la importancia que tuvo la vivencia en cuestión, por lo que las remembranzas pueden ser de momentos felices e infelices, indistintamente.
“Recuerdo” viene del vocablo latín recordari que se compone del prefijo re que significa “de nuevo” y cordis que es sinónimo de corazón.
Gracias a nuestra capacidad para retener el pasado estamos en condiciones para planificar el futuro.
Algunos recuerdos están vinculados a la memoria de corto plazo y otros a la memoria de largo plazo.
AL PERDER LA MEMORIA PERDEMOS NUESTRA IDENTIDAD
La memoria es la función del cerebro que nos permite recopilar, clasificar y almacenar información del pasado para funcionar en el presente y construir nuestro futuro.
La amnesia es el padecimiento que impide a una persona conservar sus recuerdos, ya sea temporal o permanentemente, y de manera parcial o total.
Existen otros trastornos como la hipomnesia, que es la disminución de la memoria o la hipermnesia que es el aumento de esta capacidad. El Alzheimer es una patología neurodegenerativa producida por la atrofia de determinadas partes del cerebro que provoca la pérdida gradual de la memoria y de las funciones biológicas. Los afectados por este mal no son capaces de reconocer a sus familiares y olvidan partes de sus vidas o sus vidas completas, y terminan perdiendo su identidad.
EL CEREBRO, LA MÁXIMA OBRA DE INGENIERÍA INFORMÁTICA
El cerebro de un adulto sano contiene cerca de 100 mil millones de neuronas y el mismo número de interconexiones entre ellas. Aunque existe gran debate sobre la capacidad de memoria del cerebro humano, el científico estadounidense Carl Sagan afirma que nuestra memoria tiene capacidad para almacenar información equivalente a 10 mil millones de páginas de enciclopedia. Se creía que existía un lugar específico para la memoria, sin embargo los estudios más avanzados revelan que está esparcida por distintas partes del cerebro, dependiendo del tipo de información y su etapa de origen: los recuerdos de la infancia temprana, el significado de las palabras (memoria semántica), los datos de aprendizaje, habilidades, hechos y vivencias (memoria episódica), etcétera.
DESDE EL TINTERO DE LOS SABIOS
Dijo un filósofo que el recuerdo es un arma de dos filos; al recordar para volver a vivir tus experiencias le estás abriendo la puerta al dolor. El escritor francés Roger Martin du Gard expresó que “La vida sería imposible si todo se recordase, por lo que el secreto está en saber elegir lo que debemos olvidar”. Sobre la misma línea, en el poema de una de sus canciones, Bob Dylan escribió: “Algún día recordaré que debo olvidar”. Más románticamente, el literato alemán Jean Paul dijo que “El recuerdo es el único paraíso del que no pueden expulsarnos”, aunque sabemos que difícilmente todos nuestros recuerdos nos remitirán al paraíso. Más realista, el gran Victor Hugo asentó que “El recuerdo es vecino del remordimiento”, y el novelista mexicano Juan Rulfo hizo una aseveración que coincide con lo más avanzado de la neurociencia: “No existe ningún recuerdo, por muy intenso que sea, que no se apague”. Pero fue el poeta Paul Géraldy quien firmó la máxima que, tarde o temprano, todos constataremos: “Llegará un día en que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza”.