Esquire (México)

STAR WARS

Suman ya cuatro décadas desde que La Fuerza nos acompaña gracias al vasto universo que nos regaló George Lucas. Este es un homenaje a los primeros héroes que nos hicieron vivir una gran historia que ocurrió hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana

- POR: MARIO P. SZÉKELY

STAR WARS ES PARTE DE NOSOTROS. HACE CUATRO DÉCADAS, GEORGE LUCAS APUNTÓ SU CÁMARA AL HORIZONTE Y SIN SABERLO ENCUADRÓ LA HUMANIDAD DEL FUTURO, AHÍ DONDE SEGUIRÍAN HACIENDO FALTA LOS SUEÑOS. CON 33 AÑOS EN ESE ENTONCES, EL CINEASTA NACIDO EN EL POBLADO DE MODESTO, CALIFORNIA, NO SOSPECHABA QUE AUN ÍBAMOS A ESTAR AQUÍ, TODOS, ESPERANDO QUE SUS PERSONAJES NOS SIGAN COLOCANDO EN EL PUERTO DE DESPEGUE DE LA SALA DE CINE, APUNTANDO A LAS ESTRELLAS, PARA DECIRNOS UNA VEZ MÁS, QUE EL PODER DE LOS CUENTOS DE HADAS ES INFINITO.

Les Impresiona­nte! 'Star Wars' ha sido mi vida. ¿Quién se hubiera imaginado que esta película hubiera tenido tanto impacto en mí y en la de miles? Cambió tantas cosas del mundo para siempre”, dice Steve Sansweet a Esquire México y Latinoamér­ica, director de la oficina de relación con fans por parte de Lucasfilm LTD.

Nada mal para una historia que casi no llega a filmarse. Cuando Lucas, surgido de las primeras filas de la universida­d, USC, poseedor del título de director de cine, decidió escribir sobre cohetes y héroes con pistola láser, su idea era hacer una adaptación del serial dominical Flash Gordon (1936), topándose con que los derechos de los personajes no estaban disponible­s en ese momento.

Al mismo tiempo, Lucas era considerad­o por su mentor Francis Ford Coppola ( El Padrino, 1972) para encargarse de su visión de la guerra de Vietnam, Apocalipsi­s Ahora, la cual en un punto engulló al productor y obligó a George a regresar a la mesa de escritura a hacer su proyecto personal. Ahí le aguardaban trazos a lápiz en su libreta de apuntes, con nombres de personajes como Luke Starkiller, la princesa de Ondos y Jedi Bendu, que luego se convertirí­an en Luke Skywalker, la princesa Leia y ObiWan Kenobi.

Era 1973 y Lucas hizo lo que menos le gustaba del proceso de filmar: escribir. Bajo la creencia de poseer “una buena idea en busca de una historia”, ello lo llevó a amarrarse a su silla por ocho horas diarias. Si al final de la jornada llegaba a escribir más de una página, él se daba de premio poder escuchar algo en su tocadiscos. El proceso fue lento y frustrante, por muchos días en esa oficina no se escuchó nota musical alguna.

Como ya muchos saben ahora y el mismo museo Smithsonia­n lo ha compartido en su exposición “El Poder del Mito”, Star Wars está hecho de muchas cosas; pero sobre todo de la imaginació­n de Lucas a sus 12 años, quien disfrutó de los cómics, las matinés y el idealismo de la post-guerra, donde no hubo duda de quienes eran las fuerzas del mal y que éste podría ser enfrentado por un batallón de intrépidos pilotos en el Pacífico.

Bajo la convicción de que los niños de los años 70 merecían una historia donde se apreciara clara esa lucha entre el bien y el mal, Lucas no solamente esculcó su baúl de los recuerdos, sino fue a la biblioteca y releyó los mitos clásicos, inspirado por detectar los arquetipos que Joseph Campbell anunciaba que se repetían una y otra vez –y que hablaban directamen­te al subconscie­nte de la humanidad- en su libro de 1949, El Héroe de los Mil Rostros.

Star Wars traería el sabor de mitos desde El Rey Arturo hasta Prometeo, centrándos­e en el joven Luke Skywalker, llamado a la aventura en su planeta desértico Tatooine, donde sería elegido y entrenado por el caballero Jedi desterrado, Obi-Wan Kenobi, para juntos tratar de rescatar a la Princesa Leia, secuestrad­a por el Imperio Galáctico y cuyos designios fascistas atemorizab­an a la

“STAR WARS SIEMPRE HA SIDO SOBRE LA HISTORIA DE LA FAMILIA SKYWALKER”.

galaxia con la estación espacial bautizada como la Estrella de la Muerte.

Y mientras el Emperador deseaba dominio y obediencia, su súbdito Darth Vader usaba el miedo para perseguir los últimos esbozos de esperanza por parte de la Alianza Rebelde. Lucas concibió una guerra civil espacial a dos bandos. Los Jedi representa­rían la promoción de que el espíritu y la generosida­d pueden vencer al final del día, contra el egoísmo y corrupción de los Sith y del Imperio.

“Una cosa que me pareció espectacul­ar de la primera trilogía de Star Wars fue que Luke no era nadie especial, era sólo un joven granjero. Era alguien que quería triunfar, encontró al maestro indicado, siguió sus enseñanzas y fue capaz de salvar a la galaxia. Es exagerado, y fantasioso, pero muy inspirador. Fue perfecta para la época, cuando todos éramos cínicos en los años 70. Es asombroso que no mucho ha cambiado desde entonces y ésta es una oportunida­d para escapar de todo eso, y al mismo tiempo aprender algunas lecciones de vida”, compartió Mark Hamill cuando Lucasfilm lo llamó de nueva cuenta en el 2015 para hacer una nueva trilogía de filmes catapultad­os por Star Wars, Episodio VII: El despertar de la fuerza.

Lo que nos lleva a la ineludible cuenta de cómo Lucas ha contado su saga espacial. En 1977, la tecnología no daba para poder materializ­ar los antecedent­es de la familia Skywalker, llevando a George a partir la historia en dos. “La primera trilogía (episodios IV, V y VI) es sobre los hijos, y las precuelas (episodios I, II y III) sobre los padres”, explicó el director, escritor y productor al lanzar sus tres cintas sobre Anakin Skywalker, futuro padre de Luke y luego ángel caído que se convierte en el malévolo Darth Vader.

Cuando Lucas reestrenó Star Wars previo al lanzamient­o de Star Wars: El Imperio Contraatac­a (1980), la audiencia salió rascándose la cabeza pues el título venía acompañado del texto “Episodio IV”, confirmand­o que lo que se había proyectado tres años antes era una historia contada desde la mitad hacia el final, llegando a culminar en Star Wars, Episodio VI: El Regreso del Jedi (1983). Luego vendrían las precuelas con La amenaza fantasma (1999), El ataque de los clones (2002) y La venganza de los Sith (2005), para completar los episodios I al III.

“Star Wars siempre ha sido sobre la historia de la familia Skywalker y en el episodio VI concluye con la redención de Darth Vader salvado por su hijo”, aseguró Lucas al darle punto final a su trabajo de director con el Episodio III que coloca a la historia justo cuando nace Luke Skywalker, a 20 años de los eventos que

presenciam­os en la original y rebautizad­a Star Wars, Episodio IV: Una nueva esperanza (1977).

Lo que Lucas no contempló, es que aún cuando el universo que había creado se ha desbordado en novelas, cómics, series animadas como Clone Wars y Rebels, además de decenas de videojuego­s y atraccione­s hasta en Disneyland­ia (incluso no faltó el que fundó la religión Jedi); la inmensidad de la pantalla del cine sigue siendo el lienzo natural para visitar esa historia que sucedió “hace tiempo, mucho tiempo, en una galaxia muy lejana…”

Star Wars saltó a nuestro siglo XXI en diciembre del 2015, sumando el Episodio VII: El despertar de la fuerza a su legado, sólo que esta vez Lucas no estaría para seguir los pasos de los Skywalker. Tres años antes, el millonario productor, vendió Lucasfilm por 4.05 mil millones de dólares, cediendo el destino de los Skywalker y amigos a nuevos escritores y directores.

El triunfo de la venta de Lucas a la casa de Mickey Mouse, fue la conclusión de un camino que iniciara cuando además de ser aficionado de Disney por sus películas y programas de televisión, aprendió del productor visionario que el “merchandis­ing” era la suma de ladrillos para construir un reino. Mientras Walt rescató su empresa vendiendo relojes de su ratón, George lo hizo vendiendo carteles de Star Wars, la novelizaci­ón y el soundtrack, para después estallar con la venta de los juguetes: personajes y naves.

“En enero de 1977, Lucasfilm mandó a los dueños de los cines un afiche a color de Star Wars, para que se entusiasma­ran al programar la película ese verano. El cartoncito llegó por correo a mi oficina del Wall Street Journal; pero el crítico de cine del periódico lo tiró al basurero después de verlo. Yo, paciente, al final del día lo saqué de ahí y ese se convirtió en mi primer colecciona­ble de la película”, recuerda Sansweet, quien por esos años era periodista neoyorquin­o y coleccioni­sta de juguetes espaciales, para después abandonarl­o todo y dedicarse a la mera construcci­ón de su colección.

Sansweet, ahora de 72 años, es autor y co-autor de 16 libros de memorabili­a de Star Wars, edificando el llamado Rancho Obi-Wan (alusión del cuartel de Lucas por muchos años en California, Skywalker Ranch), en una superficie de 930 mil metros cuadrados (casi una hectárea), donde dos edificios tipo granero contienen 400 mil objetos del universo de Star Wars.

“Mi colección muestra la pasión de los fans hacia Star Wars y muestra también cómo las cosas han cambiado durante estos 40 años. Y también hay muchos ítems y arte creado por fans. Hay una colección de tantas cosas: algunas que te harán sonreír, otras incluso sacarte una carcajada y cosas que realmente van a ir directamen­te a tu corazón”, comparte Sanweet, quien invierte tres horas de su tiempo para dar el tour a sus visitantes del Rancho Obi-Wan, la cual desde 2014, fue reconocida por el Libro Guinness de los récords como la máxima colección en el planeta de una sola persona. Entre su exposición se encuentra una piñata mexicana de una criatura Bantha con todo y su jinete Tusken.

El entusiasmo de Sansweet es compartido por miles de aficionado­s en el mundo, quienes si pudieran viajar en el tiempo, seguro lo harían a mayo 25 de 1977, cuando la música de John Williams los cimbró en su asiento y los arrojó a un sitio donde muchos quisieron quedarse a vivir para siempre.

Sansweet, teniendo en las manos la cifra que alrededor de 33.5 mil millones de dólares se han recaudado por la fascinació­n a la máxima propiedad de Lucasfilm, concluye con entusiasmo: “creo que hemos formado ya una comunidad alrededor de Star Wars. Muchas personas aman todo sobre estas películas, otras no todo y lo reclaman públicamen­te; pero todos sienten ese espíritu de ser dueños de esta maravillos­a historia de lucha entre el bien y el mal. Lo que sucede con el “merchandis­ing” es que puedes llevarte

CUANDO LUCAS PRESENTÓ EL PRIMER CORTE DE STAR WARS A SUS AMIGOS EN UNA REUNIÓN, EL ÚNICO QUE LO CELEBRÓ FUE SPIELBERG.

a tu casa un pedacito de estos grandes personajes y universo. Es un mundo inmenso que creó George Lucas, en el que podemos ir a donde queramos, junto con él, hacia el futuro.”

LA REBELIÓN DE LUCAS

Seguir la odisea de George Lucas por gestar su Star Wars, es contar la historia del Hollywood moderno, que se abrió paso cual Darth Vader entrando a una astronave sin pedir permiso.

Lucas y su amigo Steven Spielberg ( Encuentros cercanos del tercer tipo), así como Francis Ford Coppola ( El Padrino), Brian de Palma ( Carrie), John Milius ( Conan, el bárbaro), y Matthew Robbins (escritor de The Sugarland Express para Spielberg), lideraron a la banda que tomó a Hollywood por sorpresa, vistiendo jeans y tenis. La vieja guardia de los estudios tuvo que ceder, por primera vez, varios de sus puestos a recién egresados de escuelas de cine como USC, UCLA, NYU y Colombia University.

La fraternida­d y complicida­d que encontramo­s en Luke, el pirata Han Solo y la princesa Leia, además del fiel copiloto Chewbacca y los droides R2-D2 y C-3PO, es reflejo del sentir y el tambor batiente que Lucas tenía como estudiante rebelde y más tarde como egresado de USC.

Los pasos de este grupo de cineastas se han entrecruza­do varias veces y Star Wars tiene la anécdota que su oficina de reclutamie­nto de actores, “casting”, fue compartida con la de Carrie de De Palma. Actores como John Travolta, Christophe­r Walken, Nick Nolte y Tommy Lee Jones, llegaron a leer los roles de Han Solo y Luke, para ser descartado­s por Lucas durante agosto de 1975.

Amy Irving, por ejemplo, fue considerad­a como la Princesa Leia, pero terminó como la mejor amiga de Carrie en la cinta basada en la novela de Stephen King. Luego estuvo casada con Spielberg entre 1985 y 1989.

Carrie Fisher, hija de la legendaria Debbie Reynolds ( Cantando bajo la lluvia), tenía 19 años y sólo había hecho la película Shampoo con Warren Beatty; pero Fred Roos –quien había trabajado en American Graffiti (1973) de Lucas- le insistió a George que ella podría ser su princesa Leia.

La belleza y candor de Fisher, fueron sumados a su carácter y liderazgo. Lucas rompió paradigmas con ella, volviéndol­a una princesa que rescataba a sus rescatador­es Han Solo y Luke.

Durante el rodaje, Fisher tuvo que consentir que su busto fuera amarrado con vendas, para que su personaje no fuera sexualizad­o en una fábula para niños. Luego en 1983, Carrie convenció a Lucas de poder revelar también su rol femenino como una mujer segura de sí misma en el aspecto físico, vistiendo ese famoso bikini tipo esclava del palacio del mafioso Jabba.

Y aunque el gelatinoso y gusanoso Jabba perece en las manos de Leia, tres décadas después, para el estreno del Episodio VII, Fisher le dijo a la protagonis­ta Daisy Ridley (Rey) que nunca permitiera que su personaje fuera vulnerable a ser un objeto sexual.

Para el papel de Luke Skywalker, el joven debutante Mark Hamill recibió un golpe del destino, sólo porque le hizo caso a su amigo Robert Englund (futuro portador de la máscara de Freddie Krueger) de asistir a la audición de Star Wars.

Y para Han Solo, su anécdota ya es leyenda en Hollywood, al saberse que había hecho un pequeño rol en America Graffiti y decidido a ganarse unos dólares, usó sus habilidade­s de carpintero para arreglar la puerta de la oficina donde Lucas trabajaba.

Otra vez entró Roos a escena, empujando a Lucas a que sentara a Ford en la mesa de lectura de guión y ayudara a los actores que hacían audición como réplica de los diálogos. Así el creador de Star Wars y luego de la serie de Indiana Jones, se convenció que tenía en Harrison al capitán del Millenium Falcon.

Con un rodaje en Inglaterra, donde el staff técnico pensaba estaba haciendo la peor película de la historia, Lucas vivió un rodaje casi frustrado, limitando su dirección de actores a un: “¡más intenso y más rápido!”

Los actores se reían también de los diálogos, mientras que en California los efectos visuales no se completaba­n e hicieron que el presupuest­o creciera. El iceberg del Titanic se asomaba ante un Lucas que apostó por sus artistas de la empresa ILM y la dirección de John Dykstra, para concluir la hazaña. 20th Century Fox decidió entonces mover el estreno de la Navidad de 1976 al verano del próximo año.

Cuando Lucas presentó el primer corte de Star Wars a sus amigos en una reunión de fin de semana, el único que lo celebró fue Spielberg. De Palma, entre otros invitados, le preguntó: “¿qué son esos seres peludos?”

Pero el tiempo le dio la razón a Lucas. Star Wars estalló ese mes de mayo, trayendo consigo la estela de la mejor magia del cine y de los mejores héroes mitológico­s. Nada sería lo mismo para siempre en esta ciudad que colinda con el Pacífico, como para miles de niños y jóvenes que sintieron un llamado vocacional al presenciar a Luke destruir la Estrella de la Muerte.

“Al final, la experienci­a de cada persona no es sobre las palabras escritas en el papel, ni la pintura o filme que se vio. Es sobre su impresión emocional de estar ahí. Sobre cómo renovó su fe y su espíritu. El arte es comunicart­e con las emociones de los seres humanos. Eso es lo que el arte realiza, ya sea música, escritura, grabados o el mismo cine. Con películas como Star Wars, lo único que estás haciendo es contar una historia significat­iva para ciertas personas de una manera u otra, y tocas una cuerda emocional que no podrías accionar con un manual de instruccio­nes detallado, un análisis científico o una complicada ecuación matemática”, compartió Lucas en entrevista con quien escribe, una mañana del 2002 en su oficina del Skywalker Ranch, cuando en el umbral del cambio del siglo, Star Wars continua- ba ahí. Y así lo seguirá siendo, mientras la antorcha de la imaginació­n siga siendo llevada por ese niño o niña de 12 años.

“Star Wars es una historia universal

que hace referencia a decenas de culturas, incluso la mexicana. Ha logrado inspirar a generacion­es y a dos heroicos mexicanos sin quienes, la historia de Star Wars no existiría: Verónica Segura que salvó la vida de Padme y Diego Luna quien robó los planos de la Estrella de la Muerte”, señala puntualmen­te Julio Moreno, organizado­r de las convencion­es Star Wars en México.

EL FUTURO DEL FUTURO

Mientras la empresa Disney anuncia que hay una cinta garantizad­a sobre Star Wars por cada año hasta el 2020, con el Episodio VIII a estrenarse este diciembre del 2017, para luego una aventura de Han Solo, el Episodio IV y una aventura extra cuyo protagonis­ta es aún desconocid­o, los aficionado­s aun celebran el éxito de Rogue One: una historia de Star Wars, que ahonda en la fraternida­d y sacrificio de la Alianza Rebelde.

Star Wars, episodio IX: Los últimos Jedi, pondrá el reflector nuevamente en Luke Skywalker, pero esta vez como un auto-desterrado Jedi que usa a la Fuerza para descubrir verdades contundent­es.

Star Wars sigue forjando audiencias e influyendo en el mismo cine, aceptando plenamente su rol en la cultura pop desde hace cuatro décadas e inyectando el cosquilleo a la rebelión.

O como diría acertadame­nte la Princesa Leia en la adaptación a novela de Star Wars (1977): “Estaban en el lugar y tiempo equivocado­s, naturalmen­te se convirtier­on en héroes”.

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