Manual de estilo
La clave para mezclar colores, texturas y estampados está en el equilibrio. El actor estadounidense, Finn Wittrock, nos muestra cómo hacerlo.
Son las once de la mañana y Finn Wittrock tiene un buen motivo para tener hambre. Viene de su primera función del día de Otelo, en donde lucha, hace press de banca, se para de manos sobre un barril de cerveza y se lo bebe casi todo de forma muy convincente. Así que cuando nos reunimos en un diner ucraniano abarrotado en la Segunda Avenida, en Nueva York —en donde a juzgar por el saludo del mesero, debe ser cliente frecuente—, ¿quién soy yo para decirle que es muy temprano para una kielbasa y un pierogi? Me tardé en reconocer al actor de 32 años. Se cortó la melena y ahora luce un casquete militar para interpretar a Cassio junto con Daniel Craig y David Oyelowo en la producción moderna de Otelo, contextualizada en la Marina. Wittrock ha ido remontando en el cine comercial poco a poco, con papeles secundarios en The Big Short, Noah y Unbroken, pero hasta ahora se ha negado a que lo encasillen. Su papel de Dandy Mott en American Horror Story: Freak Show, un hombre infantil que bebe coñac de un biberón y hace marionetas de los cuerpos de sus víctimas, le ha merecido bastantes admiradores (así como una nominación al Emmy). “Disfruto el dinamismo que implica ir de una cosa a la otra”, dice a propósito de su facilidad para cambiar entre un psicópata y un niño bonito. Espera estrenar un par de cintas en el circuito de festivales en 2017 —destaca Landline que coprotagoniza con John Turturro y Jenny Slate—, pero la inmediatez de las representaciones en vivo lo siguen atrayendo al teatro. Por eso decidió hacer las producciones consecutivas de Otelo y The Glass Menagerie. Le recuerda a algo que “Phil Hoffman” —como él le llama, sin el Seymour— le contó durante su aclamada temporada de 2012 de La muerte de un viajante: “Cuando termina la obra, se convierte en mito”. Las muertes de Hoffman y poco después del director de la obra, Mike Nichols, tristemente confirmaron esas palabras. “Es la hermosa tragedia del teatro. Es una experiencia maravillosa, pero después queda libre y desaparece”, dice. Eso no quiere decir que el actor crea que el poder del arte sea fugaz. Le parece que más que nunca éste tiene un papel importante en la cultura actual, pues voces como la de Shakespeare “pueden ser instructivas” y el teatro te puede ayudar a “sanar y esclarecer tus sentimientos”. Le decepcionó que Donald Trump decidiera reprender al elenco de Hamilton por leer una declaración política frente a Mike Pence, entonces en el público. “Era una oportunidad excelente para afirmar la maravilla de vivir en un país en donde te puedes expresar. [Pero] Trump lo convirtió en otra pelea. No puede evitar subirse al ring.” Cuando después de la matiné dominical de Otelo encuentro a Wittrock cerca de la puerta del escenario, abre los ojos como platos, se siente culpable. “¡Pensé que vendrías hoy en la noche!”, dice. Se disculpa por tener una agenda tan apretada. Pero su interpretación ya me ha dado mucho en que pensar, así que lo mando a que reponga las calorías antes de la función de la tarde, dentro de dos horas, en la que comenzará a reconstruir el mito desde cero. —Entrevista de Julia Black.