Origen del brunch
Mucho más que un desayuno
Las fronteras entre las diferentes comidas del día se difuminan para dar paso a nuevas experiencias, como el brunch; son varias las historias que circulan respecto a su origen: la más generalizada es que surgió en Inglaterra a finales del siglo XIX y se popularizó en los Estados Unidos durante la década de 1930.
El nombre proviene de la contracción de 'breakfast' (desayuno) y 'lunch' (almuerzo); se degusta con calma: se trata de convivir con la familia o amigos rodeados de comida
confort deliciosa y abundante, por lo que el domingo suele ser el día designado para darse el gusto. La hora ideal para reunirse alrededor de la mesa en el brunch es a media mañana, por lo que se hallarán platos típicos del desayuno junto a preparaciones más consistentes; a nivel local, la mayoría de los establecimientos lo ofrecen tipo buffet. El clásico menú: huevos con tocino o revueltos, cereales y productos lácteos, ensaladas de frutas y de verduras, pancakes untados de mermelada o miel, batidos, jugos de frutas, té y café.
Si el brunch es estilo norteamericano, junto a estas bebidas aparecen otras como las mimosas (champaña con jugo de naranja) y Bloody Maries (la michelada estadounidense, pero con vodka en lugar de cerveza).
"El brunch es alegre, sociable y seductor. Invita a la conversación. Te pone de buen humor, te hace sentir satisfecho contigo mismo y tus semejantes, despeja las preocupaciones y 'telarañas' de la semana" Guy Beringer, escritor británico en su artículo "Brunch: A Plea", publicado en el Hunter's Weekly en 1895, cuando se usó por primera vez el término en medios impresos. Fuente: Instituto Smithsoniano.