Factores de éxito en tu reunión
Las posadas y las reuniones de amigos y familias ya están aquí: cuando somos los organizadores de alguna reunión, siempre debemos, en lo posible, planearla con cierta anticipación.
En la planeación de un evento social se incluye cuánto presupuesto tenemos asignado para el gasto total, esto abarca alimentos, aperitivos y por supuesto, el vino; es de buen gusto y deseable que cuando nos invitan a una cena, una fiesta, etcétera, lleguemos con algo en la mano, llámese una botella, un arreglo o algo para halagar al anfitrión.
Ya que esto no siempre sucede, hay que tener en cuenta entonces que el organizador asumirá los costos en su totalidad hasta no demostrar lo contrario, o bien como es frecuente, hay un acuerdo en compartir y cada quien lleva alguna bebida, comida, etcétera. En el escenario primero, habrá que formularnos algunas preguntas: nuestros invitados, ¿qué porcentaje beben?, y de quienes sí beben, ¿con qué intensidad? Esto es una pregunta crucial para no quedarse a media fiesta sin reservas.
La otra consideración es cuál es la proporción de mujeres y hombres, esto es basado en las preferencias del vino: en general, de acuerdo a un estudio publicado en Food Research International (abril 2018), las mujeres y los novatos en el vino prefirieron vinos rojos más dulces.
Hay que considerar el número de invitados: a mayor el evento es bueno escoger vinos más ligeros, menos complejos, ya que en las reuniones de más de seis invitados es difícil apreciarlo con música alta y bullicio. Hay que medir el número de onzas por invitados: una botella de 750 mililitros nos dará 24 onzas, y una copa típica de vino es de
4 a 5 onzas, por lo que en general se tendrán cinco copas por botella; si es por caja de 12 tendremos 60 copas, por botella de espumoso tendremos 6 copas tipo flauta.
La hora del día también importa: si son reuniones para un brunch, será bueno enfocarse en los vinos espumosos; si es mediodía, vinos refrescantes rosados, blancos y tintos ligeros; por la noche podríamos ser un poco más formales con las consideraciones numéricas. Es clave la comida: si tenemos pavo, pollo o cerdo, los vinos rosados harán su trabajo maravillosamente; para platillos más elaborados con carnes rojas, digamos estofados, horno, un vino rojo de cuerpo medio a robusto hará la faena. Hay vinos de uvas Merlot de cuerpo ligero, medio y afrutados, dulces y secos; también Cabernet Sauvignon de igual manera de cuerpo ligero medio y robusto, dulces y secos; todo estriba en el estilo y la región donde se vinifica. Las uvas son una guía pero no son un distintivo clásico de un estilo de vino: hay muchas regiones para las mismas uvas y una gran variedad de notas de nariz y de paladar, tantas como los lugares donde se siembran; aquí hay que conocer el vino y su estilo.
Quesos como el edam o gouda irán bien con Syrah cuerpo medio; de cabra, un Sauvignon Blanc; de oveja (manchego), uva Garnacha o Tempranillo; para quesos mozarella, ricotta o provolone un buen vino rosado seco.
Si tenemos un blue cheese, roquefort o gorgonzola, nada le iría mejor que un vino fortificado tal como el Oporto, o bien, un vino clásico de postre cosecha tardía; tal vez un Sauternes o cualquier vino de estas características. La temperatura lo es todo: no hay nada como un vino a su temperatura ya que de acuerdo a su contenido tánico, alcohólico y ácido, los vinos son adecuados a las diferentes percepciones en sus diferentes temperaturas.
Un vino tinto complejo estará en su punto a 17-18 grados centígrados; los jóvenes y crianzas a 15 grados; blancos jóvenes y secos de 7 a 10 grados; vinos de postre a 6 grados; rosados 6 a 8 grados; a uno blanco o rosado espumoso le vendrán bien 5 grados. Es exactamente como cuando estamos en la zona de confort: ni fríos ni calientes, en la justa media. Lo más importante en estos días es lo que nos dejan las relaciones con nuestros semejantes, lo que nos favorece calentando los lazos y despertando gratas vivencias que interiorizamos; ahí reside la importancia del vino en las reuniones, en las alegrías cuando un simple sorbo nos trae un paraíso de recuerdos y un mar de emociones evocadas.