TODOS LOS CAMINOS LLEVAN A BERINGER
Hablar de Napa Valley es remontarnos a la historia de los primeros colonizadores europeos; es hablar de un clima privilegiado, estilo mediterráneo.
Es hablar de vinos que han sorprendido a propios y extraños; de innovaciones tecnológicas sorprendentes, producto de la investigación; de avezados vitivinicultores que rompieron las reglas del pensamiento cuadrado, y del marketing más efectivo del que ha tomado ejemplo la misma Europa... el mismo planeta. Con más de 141 años desde su fundación, Beringer es la compañía vitivinicultora de la región más antigua que ha estado en funcionamiento continuamente; una
historia de éxito de muchos capítulos, iniciada por la migración desde Alemania de los hermanos Jacob y Frederick Beringer. En 1875 adquirieron una heredad de 215 acres en Santa Helena, California por la friolera de 14 mil 500 USD; así inicia la exitosa empresa que vendría a revolucionar la industria vitivinícola, como un ejemplo de perseverancia y visión al entonces incipiente futuro del negocio del vino. Emulando a los Crayeres en Reims, se cavó un túnel lineal de aproximadamente 360 metros, que luego serviría para el almacenaje y añejamiento del vino en barricas debido a la constante fría temperatura a lo largo de todo el año. Los esfuerzos dieron pronto fruto, y fue en la feria de la Exposición del Instituto de Mecánica en San Francisco donde ganaron el primero de muchos premios, en 1887.
PERSISTENTES EMOCIONES
Para 1934, los primeros enotours se llevan a cabo, logrando un gran éxito y un ejemplo de marketing; se cuenta luego con figuras de la talla de Clark Gable, que consolidaron la curiosidad y luego la preferencia del público de la época hasta nuestros días. Una de las campañas en panfletos durante la exposición del Golden Gate en Treasure Island, en 1939, decía: "Todos los caminos llevan a Beringer", emulando aquella famosa frase "Mille vie ducunt hominem per secula Romam" (Miles de caminos llevan al hombre por los siglos a Roma).
En 1976, los vinos de Napa Valley eran promovidos por Steven Spurrier, un inglés asentado en París que llegó a Napa buscando producto para competir en el llamado Juicio de París; para asombro del mundo, dos grandes vinos resultan ganadores, llevándose las palmas por los mismos paladares franceses que incrédulos, daban el rotundo triunfo a los caldos de América. Así nace Napa al mundo: el resto es historia; durante 1989, Beringer fue la primera vinícola en formalizar un programa de investigación sensorial y de calificación del vino, donde participaron a la sazón más de 250 empleados.
En 1990, la acreditada revista Wine Spectator nombra al vino Cabernet Sauvignon cosecha 1986 el vino del año, logros que muy pocos pueden presumir; repite esta hazaña en 1996, esta vez con un Chardonnay.
En 2015 Jacob Beringer, bisnieto de uno de los fundadores del mismo nombre, regresa a casa nombrado enólogo en Jefe; visitar esta formidable compañía no podría estar completo sin personas como Chuck Aimsworth y Claire Wilkins (asistente de manager de Ventas), quienes con su toque humano les dan sentido a las visitas, haciendo verdaderas experiencias y persistentes emociones que serán degustadas una y otra vez, como una copa de vino.