Enologia en evolución
Hace algunos años, decir que en Sonora se podría hacer buen vino era impensable: "Jamais Vu!"; los cánones nos decían que sólo en la franja de los paralelos 30-50 era la única ubicación posible, so pena de fracasar aún antes de haber iniciado.
Sin embargo, he aquí que la Vitis vinífera es más creativa y adaptativa de lo que pudiésemos imaginar: con una antigüedad datada en 65 millones de años, esta icónica planta ha aportado a la humanidad un gran legado.
Con su clima inhóspito -que dista mucho de las mieles climáticas de nuestras contrapartes en Europa-, Sonora ha encontrado un nicho en la misma creatividad de la geología, de la altura y del microclima, a pesar del paralelo.
Los primeros productores con intenciones comerciales fueron Don Lucas y Don Felipe Pavlovich Vucóvich en la década de los 20; la oleada de inmigrantes europeos trajo consigo su cultura, costumbres y gustos de la época, y el vino no fue la excepción.
Un ejemplo fue Don Alberto Giottonini Miossi, nacido en el Cantón de Ticino, la parte italiana de Suiza; de alguna manera, en sus juventudes se las arregló para llegar a California en Estados Unidos y de ahí arribó a Hermosillo.
Vislumbró su promesa agrícola de la llamada La Costa y se regresó a Califormia, consiguió inversionistas y se aventuró con éxito en la noble actividad de hacer florecer al desierto; él fue uno de los llamados "Agrotitanes".
EL LLAMADO DE LA UVA
Su ejemplo fue toral en la inspiración que años después obrara en el ánimo del ingeniero químico Francisco Salazar Giottonini, su nieto, quien heredó la pasión por el vino; en sus recuerdos, muy claramente, revive a su abuelo y vibra con la emoción de traer en la sangre su legado italiano.
Experto en polímeros, dirige una exitosa empresa que nada tiene que ver con la uva, pero que sin embargo, ésta le ha permitido explorar su pasión verdadera y que ahora es una hermosa realidad en Guadalupe de Ures.
Su microclima permite variaciones de la temperatura de hasta 22 grados centígrados; de clima mediterráneo principalmente, con toques de continental al tener estas grandes variantes térmicas.
Los suelos de arcilla y arena permeables y una viticultura de tipo biodinámico están haciendo una revolución realmente, muy en especial en su vino rosado de uva Syrah. Curioso por naturaleza y persistente como el que más, ha llevado una curva exitosa de aprendizaje y es ejemplo de otros enólogos extranjeros que han venido a aprender de su experiencia.
ALLÁ EN LO ALTO
Digno ejemplo de visión y tesón es Uvas de Altura: un consorcio que le ha apostado al sueño de elaborar grandes vinos en Sonora. Los estudios de edafología -ciencia del uso del suelo- y heliofanía -disciplina sobre la cantidad de horas de iluminación solararrojaron un mágico lugar rodeado de cuatro sierras, de ahí el nombre de los vinos.
Sierra de Los Ajos, Sierra de San Joé, Sierra La Mariquita y Siera Vista conforman un
territorio con suelos parecidos al Valle del Ródano, en Francia; de ahí que la uva Syrah se les dé correctamente, amén de otras muchas uvas que exitosamente prosperan.
Los suelos fueron analizados en el Laboratorio Atlantique en Francia y la metodología fue minuciosamente elaborada para la toma de decisiones.
Con un clima continental, tiene veranos cálidos pero inviernos fríos, lo cual va en positivo efecto en la fruta producida, equilibrio entre acidez y azúcar, además de las notas típicas de cada variedad influenciadas por el suelo y clima.
Es presidida por Marco Antonio Molina Rodríguez; su enólogo es Alfredo Valenzuela, con asesoría del enólogo chileno radicado en Francia Rodrigo Laytte.
Ya producen vinos notables, como la mezcla de Syrah-Tempranillo; una empresa socialmente responsable y orgullosamente sonorense, de México para el mundo.