A Daniela Magnadelo
La vida muchas veces es inentendible, que las palabras sobran y la conciencia enmudece; el corazón calla.
¿Qué es la vida a los 23 años sino un capullo que comienza a florecer? Son los años en que los sueños comienzan a tomar forma y las ilusiones crecen como las flores en primavera tan bellas.
Es el tiempo en que más se florece, donde la vida brilla con tal fulgor que has los propios Ángeles voltean a ver. La muerte, que siempre camina a nuestro lado y creemos entenderla como tal, muchas veces se lleva lo que a nuestro parecer es inconcebible, por que si de por sí duele la perdida de toda persona, es inimaginable el dolor cuando de tajo arrebata la existencia a los 23 años. ¿Qué así es la vida? No lo sé. Ahora mismo, como el niño Gabriel en España, dudo mucho que las cosas pasan por que así están escritas. Unas veces por la maldad de la gente matando a sus semejantes, otras tantas como Daniela Magdaleno que de pronto se apagó su luz. Así, como quien sopla una vela para apagar su flama. Así de sencillo.
No hay palabras que mitiguen si quiera un poquito la perdida de esta jovencita, quien a través de la fotografía taurina expresó se sentimiento. Pero no solo eso, Daniela gustaba de torear como aficionada práctica, vaya que esto de la fiesta de los toros era lo suyo y bien que lo disfrutaba. A lo lejos, en el callejón de la Plaza México, siempre le veíamos como el resto de los fotógrafos, buscando la mejor imagen, guardando en su
Cannon momentos únicos para ella y que en cierta forma daban un sentido a si vida, por que seguro que en cada imagen captada dejaba un poquito de su esencia, del sentir y vivir la Tauromaquia como ella más gustaba.
Y tenía que ser en día de toros. El domingo pasado dejó de existir, víctima de un accidente vascular cerebral que había sufrido días antes. Aunque no crucé palabra con ella jamás, reconozco que fue una mujer intrépida, por que hacerse caber en los callejones de las plazas no debió ser nada sencillo; en ese sentido no es difícil saber del carácter que enfundo a Daniela ni de los alcances que pudo tener. Pero, el pudo, no es ahora bienvenido, el ahora, la realidad, es lo que pernea hasta el hueso y mata estando vivo.
Y vaya que el mundo es muy pequeño, pequeñísimo, pues ahora vengo a saber que fuimos parientes lejanos.
(MAG)
La realidad no es la que uno quiere que sea, la realidad simplemente se va presentando en una serie de realidades continuas, nos guste o no”.
Albert Einstein.