¡Sorpresa!
Hace poco que pasaron los días en que es común intercambiar obsequios, y donde puedes quedar bien o muy mal. He de confesarles que yo pegué dos veces de hit, pues le regalé a un sobrinito que es bien chispa una consola de juegos de video, cuando la abrió se puso Felipe y con tenis, me confesó que tenía harto miedo de que le obsequiara ropa; pero se puso mejor cuando me tocó recibir, mi compadre se puso guapo con una máquina rasuradora así me quité las barbas de “robachicos” que me habían crecido indiscriminadamente, gracias a que el buen “Hami”, un carnalito mitad pastor australiano y mitad hovawart, destruyó la máquina que tenía.
Esos recuerdos llegan a mi justamente por la agradable sorpresa que me está causando el arranque del torneo doméstico de balompié, pues nadie en su sano juicio (excepto Paco Palencia) hubiera apostado porque los lobos iban a amanecer en el segundo lugar de la tabla a estas alturas. El equipo está jugando bien, toca, controla y se sacrifica. Los resultados, sin duda, se deben a dos cosas fundamentales: que Palencia los convenció y está trabajando bien y tambor que los amenazó y aquel que baje su rendimiento se tendrá que poner uno de sus pantalones, licras o mallas o lo que quiera que sean.
Otro caso de éxito es el rebaño celestial que, después de andar arrastrando el apellido durante mucho tiempo, ilusiona a su fiel iglesia con un arranque a todo galope. Comenzó tan bien que fueron a la capirucha a sonarle a La Máquina, en su propio cantón.
Los dirigidos por el de Saturno no hacen mucho, pero lo que hacen lo hacen bien, destacándose Isaac Brizuela, que es una liebre; el gigantesco Raúl Gudiño, y el capitán Jair Pereira que está convertido en un rompeolas.
Enhorabuena al par de tres equipos.
Cierro con una obra titulada “un presente”
El diablo anda encendido, Pero de él ya no sorprende, Demuestra en cada partido, Que la grandeza de él pende.