Viven un temor bien justificado
HOSTELEROS LOCALES PODRÍAN SUFRIR FUERTES PÉRDIDAS SI LOS TURISTAS NO VISITAN JAPÓN EN LA JUSTA
Tokio.- Toshiko Ishii, que gastó 151,000 euros (180,000 dólares) en la renovación de su albergue japonés con la vista puesta en los turistas que vendrían por los Juegos Olímpicos de Tokio -aplazados de 2020 a 2021-, teme que no se permita la entrada a extranjeros.
Para los próximos días se espera la declaración oficial de los organizadores de los Juegos sobre la presencia de espectadores extranjeros, con los trabajadores del sector turístico japonés en vilo por la posible prohibición.
Los expertos afirman que esta decisión tendrá un impacto menor en el turismo que el que tuvo la pandemia, en parte porque el turismo nacional despega a medida que la vida vuelve a la normalidad en Japón.
Es un contratiempo más para un sector que buscaba continuar con los Juegos la dinámica de crecimiento que trajo consigo la Copa del Mundo de Rugby de 2019.
“Supongo que hasta septiembre, por lo menos, no habrá turismo extranjero. En un negocio siempre hay que pensar en el futuro”, afirma Ishii.
En perspectiva de una mayor afluencia, Ishii decidió ampliar el tamaño del restaurante y mejorar la decoración tradicional y la cocina.
“Pensaba que con los Juegos todo iría a mejor”, afirma a la AFP. “De repente, todo se ha evaporado”. Japón batió su récord de turistas en 2019, 31.9 millones de visitantes, y esperaba alcanzar los 40 millones en 2020.
Aún con todo, el impacto económico de los Juegos en el turismo está, a menudo, sobrevalorado, afirman los analistas, y no es nada comparado con el daño a la economía que causó la pandemia. Sin embargo, el gasto previsto que habría hecho estos visitantes se evaluó en 870 millones de dólares (731 millones de euros), lo que equivale al 0,02% del PIB japonés, según afirmó en diciembre la agencia Capital Economics.
Las posibles restricciones de aforo y de entrada de turistas extranjeros en el país suponen una pérdida estimada de 1,800 millones de dólares (1,510 millones de euros), según Takahide Kiuchi, economista del Nomura Research Institue.
“No es tanto como para desestabilizar la economía japonesa”, reflejó Kiuchi.