Con poquito pinole
Tras el partido de Champions entre Manchester City y Borussia Dortmund el Asistente de Línea Octavian Sovre, tuvo la feliz ocurrencia de solicitarle un autógrafo al astro noruego Erling Haaland, lo que desató la polémica y provocó que muchos, incluyendo al jefe de árbitros, el italiano Roberto Rosseti, se rasgaran las vestiduras.
En un principio la crítica se volcó en contra del colegiado con consignas tales como: “Es inaceptable”, “no es digno”, “es poco profesional”, “fue infantil”; sin embargo, una vez que el liniero rumano explicó que el motivo de su petición obedecía al hecho de que pensaba donarlas para que se subastaran y una asociación de niños autistas recibiera los beneficios, cesaron los juicios.
Además, se tomó el atrevimiento de “confesar” que ya lo había hecho en otras ocasiones, citando a Messi.
Y es que, la verdad sea dicha, yo no lo veo tan grave. Me parece que todo está en las formas. Son incontables las veces que, no solamente yo, sino, la mayoría de los silbantes, teníamos “compromisos” con familiares y amigos de conseguirles, por ejemplo, un balón autografiado por determinado equipo.
Así, cuando el utilero llevaba los balones al vestidor o algún elemento iba a recoger la papelería, le hacíamos entrega del balón, la playera o el banderín, solicitándole amablemente que fuera firmado por los integrantes del equipo.
Hugo Sánchez, mientras se desempeñaba como Director Técnico de Pumas, tenía la gentileza de enviarle una playera, de él, al árbitro antes del partido. No faltó el silbante que la rechazara.
Aunque jamás le solicité una camisola a futbolista alguno, varios de ellos, admirados y queridos, me pidieron el “sagrado intercambio”; de modo que, atesoro como preciados “souvenirs” las playeras de algunos de ellos.
El primero fue el “Guamerú” García, después: Ignacio Palou, Sergio Almirón y Miguel España por mencionar algunos. Incluso en una ocasión el Brody Jorge Campos tuvo la atención de mandarme su sudadera al término del partido, lo que hizo felices a mis hijos; toda vez que, él era su ídolo. No creo que haya sido el fin del mundo que el asistente haya solicitado un autógrafo, ni que devaluara su autoridad. Pero se respeta la opinión de los “puritanos”… con poquito pinole les da tos.