Que te vayas
Nos amanecimos con la triste noticia de que Sergio Ramos, el capitán e icono de los merengues, a sus 35 primaveras, dejará la Casa Blanca. La directiva le había ofrecido renovarle el contrato por un año (recordemos que el Madrid no suele ofrecerles dos años a futbolistas mayores de 30 años) y una reducción salarial del 10 por ciento; sin embargo, el ofrecimiento tenía fecha de caducidad (el 30 de marzo, aunque su contrato vigente vence hasta finales de este mes). Pero, el diablo metió la cola y los astros se alinearon para que todo se complicara, empezando porque las lesiones hicieron presa del recio defensor, lo que provocó que prácticamente no jugara en todo lo que va del año.
Para acabarla de amolar, el brasileño Éder Militao, el francés Raphael Varane y Nacho se turnaron en la zaga central, demostrando que la presencia de Ramos ya no era indispensable, sin mencionar la flamante contratación del austriaco David Alaba, quien en su momento jugó para el Bayern Múnich, con lo que se podía afirmar que los días del otrora capitán estaban contados.
Entonces, cuando por fin don Sergio decidió darle el sí al alto mando merengue, le salieron con que “dice mi mamá que siempre no”, porque ya venció la fecha límite del ofrecimiento; de modo que, gracias por participar.
Sin duda alguna se trató de una negociación perder-perder. El alto mando del Real Madrid ya se hizo fama de no despedir a los íconos del club con fanfarrias y permitirles salir por la puerta grande, como ejemplos podríamos mencionar los casos de Raúl y de Íker Casillas. Los blasones que ostenta, le merecerían un mucho mejor trato.
Pero, en mi opinión, quien más se equivocó fue Sergio Ramos. Hubiera aceptado en tiempo y forma la oferta, en una de esas podría haber llegado a ser el tercer futbolista con más partidos en la institución y portado el gafete de capitán el día de la gran reinauguración del nuevo estadio Santiago Bernabeu.
Aunque el hubiera no existe … así, hubiera colgado los botines con el equipo de sus amores. Igual, a los grandes les cuesta mucho trabajo saber cuándo es el momento indicado para decir adiós. “Es mejor irte cuando todos te piden que te quedes, que quedarte cuando todos te piden … que te vayas”.