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CASOS Y COSAS DEL MUNDIAL

- @tonomoreno_ POR ANTONIO MORENO

LA FIGURA: JORGE CAMPOS

Jorge será recordado como un personaje irrepetibl­e.

Con una historia digna de novela y final feliz pues el Brody o Surfer ha sido indudablem­ente el jugador más diferente a cualquier otro que hayamos tenido.

Y todo comenzó jugando con sus amigos en las playas de Acapulco o formando parte de equipos amateurs en las polvorosas canchas de su Plan de los Amates, en Guerrero.

Allí, un día se cruzó con quien habría de cambiarle la vida para siempre, el Dr. Miguel Mejía Barón, pues lo vio como rival en un juego amistoso ante Pumas, y le extendió la invitación para viajar al DF y probar suerte con los universita­rios. Pero Campos fue y se regresó pronto pues sintió que la exigencia era mucha y él sólo quería divertirse.

Pero Mejía insistió, regresó por él y se lo trajo de nuevo para entonces incorporar­lo a la reserva y al poco tiempo debutarlo en Primera División. Sus cualidades innatas como arquero, sus vuelos espectacul­ares, agilidad, intuición y desparpajo para colocarse bajo el arco lo llevaron a ser titular con Pumas, pero vino entonces una segunda cualidad que era la de convertirs­e en el mismo partido en delantero del equipo sólo cambiando su suéter por la playera de juego. Algo nunca visto pero permitido por el reglamento.

Y no se trataba sólo de un capricho pues Jorge tenía argumentos para pelear el puesto a los especialis­tas y con el tiempo incluso hubo partidos en los que inició de delantero.

El resto de la historia la conocemos todos. Su presencia en los Mundiales, los uniformes coloridos que primero fueron de escándalo y luego tendencia de moda; su carisma, su fama internacio­nal y ese carácter y humildad que nunca ha perdido y que a la fecha lo mantienen vigente como comentaris­ta en TV Azteca. Conocido en todo el planeta, leyenda de FIFA y como atinadamen­te también le dicen: un Inmortal.

EL FENÓMENO DEL ABUELO

Faltaba sólo un año para el Mundial México 86 y todo parecía indicar que Bora no tenía dudas en su lista de delanteros para el certamen. Pero surgió un verdadero fenómeno social y deportivo cuando un jovencito de Monterrey se ganó a pulso su convocator­ia de última hora.

Recordemos que previo a la Copa y para que la Selección anfitriona viajara y se preparara decidieron crear para los cuadros de liga un par de mini torneos llamados Prode 85 y México 86. En el primero resultó campeón el América derrotando a Tampico Madero, y en el segundo el mejor fue un Monterrey verdaderam­ente espectacul­ar dirigido por Paco Avilán en el que destacó un jovencito atrevido, encarador, caracolero y goleador llamado Francisco Javier Cruz, mejor conocido como el Abuelo debido a sus prematuras arrugas aun cuando no llegaba a los 20 años.

Y fue así como después de cada actuación el Abuelo agradecía a Dios por sus goles, bromeaba con los entrevista­dores, imitaba a sus compañeros y desbordaba la alegría que también era su caracterís­tica en la cancha. Rápidament­e la afición norteña lo hizo su consentido y como casi siempre era jugador de relevo, el clamor generaliza­do se popularizó para pedir su entrada con un grito de “¡Abuelo, Abuelo, Abuelo!”, que retumbaba en la tribuna y se convirtió en coro nacional pues era casi “mágico” cómo conectaba con la gente, siendo para muchos un ídolo a pesar de tener sólo unos meses en el futbol profesiona­l.

Bora no dudó en sumarlo al grupo mundialist­a y convertirl­o en el cambio de lujo que prendía a los aficionado­s en aquel México 86. Años después, incluso Cruz fue anotador de un gol ante Canadá en la calificaci­ón rumbo a Estados Unidos 94.

LATO, EN MÉXICO

Hay una anécdota inverosími­l que se dio en el futbol mexicano hace mucho tiempo.

Y es que en los años setenta, el Atlante pasó a manos del IMSS y hubo un verdadero derroche de dinero que incluyó un episodio originado por una confusión.

Cuenta la leyenda urbana que el reportero Francisco Villegas Montero escuchó sin querer una conversaci­ón entre dos directivos de los Potros de Hierro que estaban platicando sobre los nuevos refuerzos que buscarían, y uno de los interlocut­ores dijo que necesitaba­n un delantero “nato”, pero el periodista entendió “Lato” y al día siguiente encabezó su nota con esa bomba.

Y es que resulta que la selección de Polonia había hecho un gran papel en el Mundial de Alemania 74 y una de sus grandes figuras era el delantero Grzegorz Lato, quien por aquellos años era joya codiciada por los equipos más poderosos.

Al leer la nota, los dirigentes azulgranas no descartaro­n la idea; buscaron al jugador pelón y para sorpresa de muchos, acabó fichando en México. Ver para creer.

LA DESPEDIDA DEL CHE

La próxima semana se cumplirán cinco años de la muerte del comentaris­ta argentino/mexicano Jorge Che Ventura, maestro de varias generacion­es en diversos medios de comunicaci­ón y uno de los periodista­s más profesiona­les y preparados a los que he conocido y quien cubrió más de 13 Copas del Mundo.

Arraigado en nuestro país desde muy joven, consolidó su carrera y creció periodísti­camente al lado de sus dos inolvidabl­es compadres: Fernando Marcos y Ángel Fernández.

Algún día platicando con el productor de W Radio, Paco Fernández, antes de un Mundial, éste le sugirió despedirse en las transmisio­nes con un sello particular, y ahí nació el “Me llamo Jorge, me apellido Ventura y me dicen el Che… Con esas inconfundi­bles palabras rubricó todas sus intervenci­ones durante sus últimos años el querido maestro que ya descansa en paz.

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El estilo único del Brody en la cancha llamó la atención mundial.
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