Con ilusiones
Siempre será grato ver el arranque de México en una Copa del Mundo. Es cuando nuestro país completamente se une y no hay diferencias de ningún tipo, políticas, religiosas o hasta deportivas. Es muy bonito ver los videos virales del festejo de niños en la atajada del penalti de Guillermo Memo Ochoa, pero lo es más el ver cómo familias o parejas hacen hasta el mayor esfuerzo para acudir a un Mundial.
Varios compatriotas ahorran durante largos años, se endeuda y tienen que vender sus casas o autos para acudir a la gran fiesta del mundo.
Así que no fue imposible ver a los paisanos llegar desde temprana hora al estadio, a maquillarse y a renovar sus esperanzas, a cantar las porras y dejar en alto el nombre del país en cuanto apoyo.
De todas partes de la República, los mexicanos llenaron el estadio, rezaron, imploraron y cumplieron ese sueño que veían lejano.
Sin importar posición social, económica o raza el graderío se unió como si fuera uno solo. No hubo diferencias y solamente una hermandad prevaleció con nuestras tradicionales porras y la famosa ola esa que tanto critican los medios de otros países.
Veracruzanos, poblanos y michoacanos desde empresarios hasta cualquier otro oficio se pusieron la verde, se pusieron máscaras de luchadores y hasta cargaron con el traje de mariachi para celebrar y mostrar los iconos de México para todo el mundo. El triunfo faltó por México, pero no el apoyo que ha estado desde EU 94 hasta Qatar.
No era mentira cómo no emocionarse y llenarse de orgullo a la hora del Himno, a la hora en que las lágrimas de mucho florece y cuando el esfuerzo de muchos mexicanos se hace realidad. El sueño y las ilusiones comienzan, así como ocurre cada cuatro años.