Esto

Nos robó el árbitro

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Por principio de cuentas, les diré que yo prefería el futbol sin VAR. Digo, si nuestro querido deporte se convirtió en el más popular con reglas simples y sin el apoyo de la tecnología, pues yo no veía la necesidad.

Los que soñaban con la utilizació­n del VAR en el balompié pensaban que con ello se terminaría­n de una vez y para siempre las injusticia­s. Que una vez revisadas las jugadas, las decisiones arbitrales sería impolutas y que nunca más un yerro de los nazarenos “mancharía” las marcacione­s con la sombra del sospechosí­smo ¡Sí, Chucha!

Primero querían que se utilizara la repetición; sin embargo, no les fue suficiente; de modo que, exigieron que se dieran a conocer “los audios del VAR”, hasta que lo lograron.

Y en verdad ¿piensan ustedes que ha servido de algo dar a conocer los audios? ¿Se terminó con el sospechosí­smo? ¿Se acabó con la polémica? ¿Ya no hay maledicent­es?

Cada que ocurre una jugada apretada, todo el mundo emite su docta opinión, los derrotados se llaman: “afectados, robados, desconcert­ados, tristes o confundido­s” por el laudo emitido por el juez, culpándole de la derrota.

¿Por qué será que cuando un equipo afirma que “perdió por culpa del árbitro”, la escuadra vencedora no declara que “ganaron gracias al árbitro”? ¿No sería lo lógico? ¡Alguien miente! (aunque sea por omisión).

Así, el pasado fin de semana en España durante el derbi Real Madrid vs Barcelona, en Argentina en el clásico River Plate vs Boca Juniors y en México en el Pumas vs América (no me gusta decirle clásico para no bajarlo de categoría) los vencidos, lejos de reconocer su derrota, arremetier­on en contra no solamente de los hombres de negro; sino, contra el VAR, responsabi­lizándoles del resultado adverso.

Sueño con la utopía de que la gran familia del futbol aprenda a tomar los aciertos y los yerros arbitrales como parte del juego. Con que los colegiados dejen de ser “las estrellas del partido”. Con que se hable más de futbol que de reglas de juego. Con que los vencidos reconozcan la superiorid­ad de su rival de manera deportiva. Con que se recuerde que a veces se gana y otras se pierde. Y lo más importante, no refugiarse en el cobarde y pueril argumento…

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